WELLESLEY MUIR: UN HOMBRE DE DIOS
“Entonces oí una voz del cielo, que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor.» «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan»” (Apocalipsis 14:13 NVI)
Aunque suene paradójico, debe ser grato morir esperando en el Señor. Muchas veces me pongo a pensar en los momentos cuando me toque descansar: ¿cómo será?, ¿tendré mucho dolor?, ¿me daré cuenta?, ¿dónde será?, ¿tendré tiempo de dejar todo arreglado?, ¿estaré rodeado de mis seres queridos?, ¿estaré solo?, ¿mi fe estará viva e intacta? No quisiera morir todavía, pero si ya me tocara el turno me gustaría descansar como el pastor Wellesley Muir.
El pastor Muir, llegó de Rusia a los Estados Unidos el 4 de Abril, después de haber cumplido con éxito una serie de actividades evangelísticas y de conservación con los hermanos rusos. Sin embargo, llegó sintiéndose muy mal, no podía respirar. Fue internado en Centro Médico de St. Agnes en Fresno California, con el primer diagnóstico de «neumonía doble», aunque después de varios análisis eso fue descartado. Dos semanas después de haber estado internado, con una leve mejoría le dejaron que regrese a su casa pero tuvo que ir con un tanque de oxígeno. Ese viernes la pasó bastante bien, estaba muy contento estar en casa. Pudo escribir cartas acerca de su próximo viaje al Perú, y algunas otras cosas. Sin embargo, aunque el sábado parecía empeorar por momentos, pudo disfrutar de un tiempo en el jardín, con la compañía de sus amigos de la iglesia a la cual congregaba. A la puesta del sol del sábado toda su familia junta celebró el culto para despedir el sábado. Esa tarde, el Pr. Muir, comentó que tenía tres libros más que quería escribir si Dios le sanaba y su deseo de cumplir una tarea pendiente en el Perú, pero todo lo dejaba a la voluntad de Dios. Además contó que en medio del dolor, pudo conversar con una enfermera en el hospital y hablarle del amor de Jesús. Él tenía el deseo de encontrarla en el cielo.
El domingo, por la mañana se puso muy mal otra vez y fue llevado nuevamente al hospital de Fresno. El martes 24 de abril, su condición se deterioró y el médico recomendó que él tendría que ser conectado a un ventilador. El Pr. Muir le dijo al doctor que si el respirador artificial le ayudaría mejorar, él estaría de acuerdo hasta un máximo de cuatro semanas, pero si era evidente que no iba a mejorar, su deseo era que no lo mantengan vivo con máquinas. Esa tarde, su familia se reunió en torno a él, era el momento de despedirse, lo tenían que sedar para conectarlo al ventilador; sus hijas y esposa pudieron decirle que lo querían mucho y cuan orgullosos estaban de tenerlo como padre y esposo, el pastor aprovechó para dar las instrucciones de última hora de su lista de proyectos, y cuando ya era el momento de empezar a respirar con la máquina, él se despidió de sus hijas y sus parientes más cercanos, ese momento las enfermeras le quitaron la máscara de oxígeno por unos pocos momentos, tenía que despedirse de su compañera leal de toda la vida, mirándola por unos segundos a los ojos, le dio un beso de despedida.
Los que tuvimos el privilegio de conocer al pastor Muir y a su entorno más cercano, no podemos negar que hemos sido impactados con su vida, con sus hábitos de alimentación y salud, con su forma de ver a la iglesia y su fidelidad incondicional a Dios, personalmente, lo considero uno de los últimos grandes misioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Allí en las montañas de California, lejos de la contaminación de la ciudad grande, se ubica su sencilla casa, rodeado de pinos y vegetación abundante; de rato en rato ciervos visitan su casa y los pajarillos dan conciertos por la mañana, ¿parece una fantasía?, ¡pero es cierto!, una profesora comentaba sobre ese hogar: “es un pedacito de cielo”. Allí se queda su esposa Evelyn, la abuelita Evelyn, no hay desesperación, hay esperanza; tanto Wellesley y Evelyn aprendieron a confiar en Dios y depender de su voluntad.
Un domingo de tarde, el año 2009, el pastor Muir y su esposa Evelyn, mi familia y yo, estábamos caminando por una montaña de la sierra del Perú. La tarde era fresca, la visión espectacular. Había risas, muchos consejos, historias misioneras hermosas, y comentarios sobre los libros que él estaba escribiendo, en ese punto el Pr. Muir se detuvo, me miró y con su sonrisa que transmitía calma me preguntó: ¿por qué no escribes?, le respondí: “¿yo?”, “¡sí tú!” alegó”. Y con esa forma de hablar, con mucho sosiego y bondad terminó su llamado: “sé qué lo puedes hacer bien… inténtalo”.
He llorado mucho al recordarlo, he sido impactado por su manera de vivir, de servir, y hasta de morir, dejando todo arreglado, todo listo y en paz. Aunque la verdad es que no he llorado por su forma de vivir ni de morir, sino porque no estoy listo para morir en paz, tantas cosas por arreglar, muchas cosas por corregir, no he logrado aún que mi casa sea “un pedacito de cielo”. Todavía mis obras no pueden seguirme. ¿Cómo estás tú? ¿Si ya te tocara el turno de despedirte?, ¿estás en paz?, ¿lo tienes todo arreglado?, ¿serías capaz de dirigir tu muerte?, ¿estarías dispuesto a seguir la voluntad de Dios?
En una carta, Gail, Gladys y Evelyn, las hijas y la esposa del pastor, nos cuentan esto: “El lunes por la mañana, el 30 de abril, poco después de ser retirado del respirador artificial, papá exhaló su último suspiro. Él está descansando ahora hasta la mañana cuando venga Jesus. Sabemos que Dios permitió lo mejor para papá. A pesar de que lo extrañamos mucho, estamos muy agradecidos por el privilegio que tuvimos de tenerle como esposo y padre. No podíamos haber pedido un mejor esposo y padre, quién nos dio un buenísimo ejemplo de cómo vivir con una amistad personal con Jesús. Estamos muy felices de que todos pudimos estar juntos durante la mayor parte de los últimas 2 semanas y media. Jesús es el único que nos sostiene ahora. Estamos felices que papi pudo compartir su fe hasta sus últimos días. Eso era la cosa más importante en la vida para él”… Ayer por la noche mientras hablábamos con la abuelita Evelyn, referente al descanso del pastor, una frase se quedó grabado en mi mente: «Él estaba preparado…»
Al final de la carta que mencioné hace un momento, ellas nos dicen: “Papi los amó mucho y cuando Jesús vuelva los buscará en el cielo”. ¡Deseo fervientemente llegar al cielo!, quiero encontrarme una vez más con el pastor Muir, y con varios amigos que me llevan la delantera, sé que no estoy listo, todavía no puedo morir en paz, ¡pero todavía tengo un tiempo más para ordenar la cosas y someterme a la voluntad de Dios!… Y tú ¿Qué decisión vas a tomar?
Todos los días, me encuentro con muchos hombres comunes, pero cuando me encuentro con un hombre de Dios, es una experiencia que no puedo dejar pasar, y del cual no puedo dejar de sorprenderme porque “dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor… Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan”.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
Ubícame en mi página web: www.poder1844.org
Amigo que Dios te ebndiga e ilumine para que sigas escribiendo, creo que es un don maravilloso que Dios te ha dado explotalo al máximo.
Conoci personalmente al pastor, queda agradecer al señor por un hombre tan noble y el amor mostrado por la iglesia ala que congrego, nosotros no teniamos los recursos suficientes para terminar el templo el pastor consiguio los fondos para concluirlo, y trabajamos mucho y tesorero en la ultima etapa de su construccion de la casa de Dios. esperamos abrazarlo al pastor en la segunda venida.
Tuve la dicha de andar con el Pr. Muir y su esposa cuando trabajé en Puno… desde entonces siempre fuimos amigos y compartió su experiencia de sus viajes de aventura por Ayacucho, río apurimac hasta Pucallpa, sus planes y sueños por la Iglesia Adventista del Altiplano y tenía un especial cariño. Andaba con una cámara filmadora para grabar las imágenes de las iglesias adventistas y mostrar a sus amigos que tenían dinero en los EEUU.
Cuando escribió su libro «Indiecito» lo ví un año antes que se publicara… y me tomé una foto en la Universidad Peruana Unión cuando retornaba a los EEUU con una ligera tos y eso sería su ultima foto conmigo.
Su ministerio misionero del Pr. Muir es una inspiración en mi vida, su sencillez, su devoción personal, su cariño a las personas humildes, su sinceridad, el amor por la Iglesia Adventista, etc.
Es mi deseo, encontrarlo en el cielo en la Segunda Venida de Cristo….
No tuve el privilegio de conocerlo en esta vida. tengo la esperanza de conocerlo en la tierra nueva tuve el privilegio de traducir una breve biografía que le dedicaron en su sepelio para la Misión del Lago. He leído varios de sus libros (Sube Más alto, El El Hombre Que Salto de las Nubes, El Indiecito, etc.) y he sido particularmente bendecido y motivado en la vida espiritual,recomiendo su lectura. porque vale la pena comentar la vida de un hombre como el Pr. Muir
Hola.
No tuve el privilegio de conocerlo personalmente, pero a través de sus libros pude ver que Dios le dotó de un hermoso don, el de escribir, el cual utilizo sabiamente.
Ahora me alegro ver el testimonio poderoso de su familia.
Me gustaría saber ¿cómo puedo tener el libro *Fe aprueba de fuego*? Si me lo pueden hacer llegar a través del correo estaré muy agradecido.
El libro lo puedes conseguir en cualquier libreria adventista… Saludos cordiales