VIVIR SEGUROS
“Exaltado es el SEÑOR porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro” (Isaías 33:5-6 NVI)
Hace algunos días atrás, leí sobre la inseguridad en que los mexicanos viven cada día, que ha permitido que las empresas de seguridad privada se multipliquen durante el último sexenio dando lugar a un negocio muy rentable en México. Una de las prendas más vendidas es el chaleco antibalas que puede resistir el impacto de una AK-47, conocida como cuerno de chivo, que pesa cerca de un kilo y vale aproximadamente 2.000 dólares. Esta prenda ya la utilizan políticos, empresarios, sindicalistas, cargos públicos y, cada vez más, propietarios de pequeños negocios como gasolineras y también periodistas. Porque la seguridad personal y privada ya no es solo para los políticos. Los mexicanos no se sienten seguros y pagan para conseguirlo.
El artículo decía que “aproximadamente 3.800 empresas de seguridad privada federales y locales operan de manera legal en el país (mexicano), casi cinco veces más que las 790 que lo hacían hace seis años, según los datos de la Asociación Mexicana de Seguridad Privada, Información, Rastreo e Inteligencia Aplicada (AMSIRIA). Las cifras sobre el negocio son tan difíciles de obtener como la lista de sus clientes. La Confederación Nacional de Empresarios de Seguridad Privada y Similares de los Servicios del Ramo (CONESPRYSIR) valoraron que el sector creció un 40% en 2011. Desde AMSIRIA, una de la veintena de asociaciones de empresas de seguridad privada que existen en el país, aseguran que el sector actualmente genera 450.000 puestos de trabajo directo en México”, [1] y los analistas consideran que el crecimiento de estas empresas ha sido exponencial “por el aumento de la violencia en los últimos años” por eso con más intensidad “los mexicanos demandan sobre todo alarmas para negocios y residencias, sistemas de localización de vehículos y circuitos cerrados de televisión. Pero los servicios que prestan estas empresas, y también los espacios que controlan, no paran de crecer. No solo venden aparatos u ofrecen escoltas, sino que también vigilan puertos y aeródromos. Los viajeros del aeropuerto internacional Benito Juárez de Ciudad de México están acostumbrados a que sean agentes privados y no federales los que revisan sus maletas o sus pases de abordar”.[2]
¿Son realmente inseguras las calles en México?, se preguntaba un lector del artículo que mencioné, y una respuesta fue contundente: “todo el mundo ya es inseguro”. Y esa es la verdad, vivimos en tiempos inseguros, donde la violencia, el odio, las prácticas antimorales, el consumismo, las alteraciones ecológicas, por citar algunos ejemplos, se han apoderado de las calles, y ya tienen las puertas abiertas en los hogares. Mientras escribo esta reflexión, los titulares de todos los periódicos del mundo comentan sobre las bombas que explotaron en la famosa maratón de Boston, dejando tres muertos, decenas de heridos, y una gran reflexión: “ya no es seguro quedarse en ningún lado”.
Es precisamente en medio de este siglo final, peligroso e inseguro que las palabras del profeta Isaías suenan a esperanza: “Exaltado es el SEÑOR porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. Él será la seguridad de tus tiempos…”. Quizás los chalecos antibalas, las cerraduras blindadas o los guardaespaldas privados, den un poco de seguridad, pero la verdadera paz la encontramos en confiar en el Señor, en pedir cada mañana su compañía. “Podemos recibir a Cristo en nuestros corazones, y será para nosotros esperanza, valor y gracia sustentadora. El Señor desea que confiemos completamente en él. Entonces, en la sencillez de nuestra fe, creeremos que Cristo hará por nosotros todo lo que ha prometido. Acudan todos al Salvador con la completa seguridad de que hará todo lo que ha prometido”.[3] Y sus promesas de paz y seguridad se confirman en nuestras vidas cuando “más insistimos en las peticiones que hacemos llegar a su trono”, y “tanto más seguros estamos de recibir constantemente la abundante gracia de nuestro Señor Jesucristo”.[4]
Mi hermano (a) en la fe, vivimos como en los días de Lot, días peligrosos, pero podemos vivir seguros en Cristo. Cada mañana no podemos salir a enfrentar los peligros de este mundo, sin la certeza que El Todopoderoso, va con nosotros, como Moisés que entendió esto y le dijo a su Sustentador: “—O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí”.[5] Que tu oración diaria sea, “Señor, o vas conmigo o no salgo… o vas con mi hijos, o no salen… o vas con mi esposo (a) o no sale… o vas con mis amigos o que no salgan…”. No olvides que “nadie que no ore puede estar seguro un solo día o una sola hora”.[6]
Deseo que este día camines seguro en la presencia de Jehová, y que sientas que así es. Te invito a dejar todo por un momento y en oración exclamar: “Exaltado es el SEÑOR porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud”, y “Él será mi seguridad en los tiempos peligrosos”.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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