VALE MAS QUE EL ORO

“Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado” (Salmos 119:127 NVI)

Conocía el oro solo en imágenes, nunca había estado en contacto con ese mineral hasta que un compañero en la universidad,  me llevó a conocer la joyería de su abuelo y pude ver cómo las hábiles manos del orfebre, transformaban  el apreciado mineral, aunque tosco, en finas obras de arte de mucho valor.

Hoy en día el corazón humano anhela tener riquezas, y hace todo lo que puede para obtenerlas. El oro es el símbolo de las riquezas, todo el dinero del mundo se respalda en ese valioso mineral, que es guardado en grande cantidades en bóvedas muy protegidas contra robos, y esto porque todos ansían obtenerlas.

Al remontarnos en la historia, podemos saber que este codiciado mineral, es una piedra muy conocida y utilizada por los artesanos desde el los tiempos calcolíticos, esto significa que ya era apreciado desde hace cientos de años atrás. Desde entonces, el oro es uno de los metales tradicionalmente empleados para acuñar monedas; se utiliza en la joyería, la industria y la electrónica por su resistencia a la corrosión. Además, se ha empleado como símbolo de pureza, valor y realeza.  El oro, es de color  amarillo, cuyo símbolo químico es Au (del latín aurum, «brillante amanecer»). Sin embargo, en la Biblia hay algo más precioso que el oro, que da valor a una vida y hace brillar cualquier historia oscura. David se refirió a ese tesoro de la siguiente forma: “SEÑOR, ya es tiempo de que actúes, pues tu ley está siendo quebrantada. Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado”. Él sabía del valor superior de guardar los mandamientos de Dios y de las bendiciones que repara esa acción, con razón decía: “Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos y aborrezco toda senda falsa”.[1]

Un ejemplo del valor muy preciado de guardar los mandamientos es que optimiza la vida y la prolonga. Cómo el oro que también ha sido considerado en épocas antiguas, cómo un amuleto que podría prolongar su tiempo de vida y retardar el envejecimiento, de tal forma que algunos ingerían sus alimentos diarios servidos en platos de oro,[2] y algunos alquimistas, daban a los enfermos oro finamente pulverizado, porque pensaban que podría sanar la peste Negra que sacudió Europa. Con razón el líder Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios”, y también añadió: “Éstos son los mandamientos, preceptos y normas que el SEÑOR tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al SEÑOR tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida”.[3]

Elena de White, también resaltó el valor de los mandamientos cuando escribió: “Cristo declara: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame’ (Mateo 16: 24). Los que están vestidos con el traje de bodas, el manto de la justicia de Cristo, no dudarán acerca de si deben levantar la cruz y seguir en las pisadas del Salvador. Voluntariamente y con gozo obedecerán sus mandamientos. Las almas perecen lejos de Cristo. Cuán contradictorio, entonces, es todo esfuerzo que se realiza para conseguir puestos y riquezas. ¡Cuán débiles son los motivos que Satanás puede presentar, que el egoísmo y la ambición pueden proporcionar, en comparación con las lecciones que Cristo ha dado en su Palabra! ¡Cuán indigna es la recompensa que el mundo ofrece comparada con la que nos promete nuestro Padre celestial”[4]

Mi amigo (a), la verdadera riqueza no se encuentra en posesiones de oro, sino en observar atentamente los mandamientos de Dios. Antes de que cierres este espacio web, no dejes de reflexionar en el consejo del rey David: “Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón”.[5] ¡Seamos ricos en el Señor!

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] Salmos 119:128

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Edad_del_Bronce

[3] Deuteronomio 6:1-2 NVI[3]

[4] Consejos sobre Mayordomía Cristiana, capítulo 44

[5]  Proverbios 7:1-3 NVI

 

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