DEPENDENCIA TOTAL
“Dependiendo de lo que el SEÑOR les indicara, los israelitas se ponían en marcha o acampaban; y todo el tiempo que la nube reposaba sobre el santuario, se quedaban allí” (Números 9:18 NVI)
Es interesante notar que los israelitas tenían una dependencia total en Jehová. El libro de números en el capítulo 9, entre los versículos 15 al 23, registra que “cada vez que la nube se levantaba de la Tienda, los israelitas se ponían en marcha; y donde la nube se detenía, allí acampaban”.[1] Dios era su guía y dependían de su providencia. El término “depender”, viene hebreo “pě”, y otras versiones, como Reina Valera 1960 o Reina Valera Actualizada, lo traducen como “mandato”, porque literalmente resalta la idea de “algo que sale de la boca” de Jehová, y si Él manda, lo mejor es obedecer, porque el que “obedece mis decretos y cumple fielmente mis leyes. Tal persona es justa, y ciertamente vivirá. Lo afirma el SEÑOR omnipotente”.[2]
Con razón el concepto de “dependencia” tienen que ver con “subordinación de una persona o cosa respecto de otra u otras, por las que está regida o a las que está sometida”,[3] pero este sometimiento es voluntario, por amor y requiere obediencia. Jesús mismo lo dijo: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos”.[4] El ser humano que pretenda andar seguro debería depender de Dios, hacer de su Palabra la guía predilecta y ejercer obediencia a sus requerimientos. Dios conoce perfectamente las cosas, mejor que nosotros, su Poder es inmensamente superior al nuestro y su Sabiduría no tiene comparación sobre la tierra. No deberíamos hacer nada si “la nube no se mueve”, o en la explicación de David: “Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes”.[5]
Mi amigo (a), el éxito y las bendiciones seguras, descansan en la dependencia de Dios, y ésta a la vez, en la obediencia a un Dios que no se equivoca. No permitas que la soberbia humana te haga confiar en tus fuerzas o en las de otro ser humano, recuerda que un ciego no puede guiar a otro. “Además, según todas las lecciones de la historia bíblica, es peligroso alabar o ensalzar a los hombres; pues si uno llega a perder de vista su total dependencia de Dios, y a confiar en su propia fortaleza, caerá seguramente. El hombre lucha con enemigos que son más fuertes que él. Es imposible que nosotros, con nuestra propia fortaleza, sostengamos el conflicto; y todo lo que aleje a nuestra mente de Dios, todo lo que induzca al ensalzamiento o a la dependencia de sí, prepara seguramente nuestra caída. El tenor de la Biblia está destinado a inculcarnos desconfianza en el poder humano y a fomentar nuestra confianza en el poder divino”.[6]
Tengamos claro esta idea: “Dios quiere que toda alma por la cual Cristo murió llegue a ser una parte de la vid, esté conectada con la cepa y reciba su alimento de ella. Dependemos de Dios en todo, y eso debiera mantenernos muy humildes; y debido a que dependemos tanto de él, debiéramos aumentar grandemente nuestro conocimiento de Dios. Dios quiere que alejemos de nosotros toda especie de egoísmo y vayamos a él no como dueños de nosotros mismos, sino como la posesión adquirida del Señor”.[7] A esto solo tenemos que decir “amén”.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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