TENTACIÓN – parte 2
“La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió.” (Génesis 3.6, NVI)
¿Cuántos no nos resistimos a un suculento manjar?, de la misma forma la tentación siempre apela a la parte más vulnerable de nuestro corazón. Su sabor promete ser delicioso, persistente y poderoso. Pero sin lugar a dudas, no todo el platillo es como parece, ni como huele, ni saludable para el cuerpo, por el contrario, empieza a abrir la puerta a la enfermedad.
Un suculento manjar, puede ser una buena ilustración para mostrar las características de la tentación, si afinamos bien los sentidos nos daremos cuenta que es:
- Seductora: Apela a los deseos y anhelos.
- Deliciosa: Promete un placer inmenso.
- Evasiva: Oculta la verdad con excusas.
- Esclavizante: Atrapa la mente y emociones.
- Demandante: Multiplica el apetito y pide más.
- Ilusoria: No produce lo que promete.
- Exclusiva: Restringe la relación con Dios.[1]
Con razón, el apóstol Pedro, cuando se refería a una persona dominada por el pecado lo explicaba así: “Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado”.[2] Porque, el que cede a la ilusión de la tentación cae en un pozo de difícil salida.

No obstante, antes de seguir avanzando, es importante aclarar tres dudas más comunes en referencia a la tentación, que con seguridad nos allanará el camino para entender la forma de vencerlo:
Duda 1: “La tentación es pecado”.
Respuesta: La tentación no es pecado. Jesús fue tentado en todo, pero no pecó. Leamos: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).
Duda 2: “¡Dios me está tentando!”.
Respuesta: La tentación no viene de Dios, pero él la permite. Leamos: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Santiago 1:13).
Duda 3: “¡El diablo me hizo caer!”.
Respuesta: La tentación es el intento de Satanás de seducirnos para pecar, pero se le puede resistir. Leamos: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).[3]
Entonces, con esto, ya podemos seguir y afirmar que Satanás no es un improvisado cuando se trata de armar tentaciones, tampoco se descuida cuando las pone en acción. Una de las estrategias del enemigo de Dios es hacernos pensar que es tonto, lento o descuidado cuando se trata de tentaciones, entonces al pensar así, estamos listos para caer al “aceite hirviendo de la sartén”. A esa estrategia le suma tres muy convincentes: “La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió.”
- La tentación ataca a nuestras necesidades físicas: “…era bueno para comer”
- La tentación ataca a nuestros deseos naturales: “… tenía buen aspecto”
- La tentación ataca a la necesidad de significancia (autoestima y autoconcepto): “… deseable para adquirir sabiduría”
Satanás, lo mismo hizo con Jesús cuando se atrevió a buscarlo y tentarlo, lee Mateo 4:1-10.
- Necesidades físicas: “… que las piedras se conviertan en pan”.
- Deseos naturales: “… todo te daré (todos los placeres de esta tierra)”
- Significancia (autoestima y autoconcepto): “… si eres Hijo de Dios”
Con razón el apóstol Juan escribió esto, porque conocía claramente las estrategias de ataque del enemigo: “Porque nada de lo que hay en el mundo—los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—proviene del Padre sino del mundo”.[4]
- Necesidades físicas: “…deseos del cuerpo”.
- Deseos naturales: “… codicia de los ojos”
- Significancia (autoestima y autoconcepto): “…arrogancia de la vida”.
Mi apreciado(a) amigo(a), la tentación quiere abrirle la puerta de nuestra vida al pecado y sus frutos, con razón estas estrategias están ideadas para poder entrar en nuestra mente y apoderarse de las emociones, de tal forma que ellas controlen los pensamientos, y los pensamientos se materializan en decisiones y acciones. Una vida controlada por las emociones, y sin Cristo, es como un frágil barco en medio del mar y envuelto en una tempestad.
Entonces estas preguntas vuelven a repuntar con fuerza: ¿Qué hago frente a la tentación?, ¿podré escapar de él? Hay que escribir un poco más de esto, pero esta promesa va dejando listo el antídoto: “Encomienda al SEÑOR tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre”.[5] ¡Feliz sábado!!!!///////////.
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]June Hunt, 100 Claves Bíblicas para Consejería, vol. 93 (Dallas, TX: Esperanza para el corazón, 1990–2011), 4–5.
[2]2 Pedro 2.19 NVI
[3]June Hunt, 100 Claves Bíblicas para Consejería, vol. 93 (Dallas, TX: Esperanza para el corazón, 1990–2011), 2.
[4]1 Juan 2.6 NVI
[5] Salmos 55.22