TENGO SED (jueves 05 de abril de 2012)
“Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed—” (Juan 19:28 NVI)
“Tengo sed”, es la quinta frase que se escuchó de la boca de Jesús, mientras agonizaba en la cruz. Es el apóstol Juan quién nos cuenta el episodio. Sin embargo, no sería extraño mencionar al autor que narró el pedido de Jesús, sino fuera por el hecho que en su evangelio él se esmera por recalcar la divinidad de Cristo. No obstante, la realidad es que el evangelista, menciona esa frase para subrayar que esa divinidad se encarnó en una total humanidad. Además, Juan señala que en ese detalle se cumplió otra profecía del Antiguo Testamento. Pocos pasajes de las Escrituras son tan dolientes como aquel en que se describen por anticipado los sufrimientos del Mesías. Un ejemplo puede ser Salmos 69:3,7-9, aunque de forma precisa el versículo 21 el cual Juan resalta: “En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre”.[1] Esa humanidad también
Una pregunta es precisa en este momento: ¿Sed?, mejor así: ¿Por qué tuvo sed el Maestro? Definitivamente Dios no tiene sed. Sólo pudo sentirla Cristo si era realmente humano. Toda su vida lo probó, pero él quiso que aun en la hora suprema, no tuviéramos duda alguna. “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”[2] nos dice Pablo al escribir a los gálatas. Como hombre nació, creció, fue cuidado por sus padres. Como hombre tuvo sueño cuando se durmió en la barquilla luego de una larga jornada de trabajo. Como hombre, sintió cansancio y debió sentarse junto al pozo de Jacob. Como hombre, en aquel mismo lugar, tuvo sed y pidió de beber a la samaritana. ¡El mismo pedido al principio y al fin del ministerio! Como hombre, tuvo también sentimientos de valor, de prudencia, de auto control. Como hombre, demostró su sentido del deber, de justicia, de lealtad, de tolerancia, de patriotismo. Como hombre, se gozó y se dolió. Como hombre lloró y como hombre tuvo profundo sentido del humor. Como hombre, se indignó, se compadeció, se conmovió, se angustió.
“Tengo sed” es una frase oportuna para que no nos olvidemos que está cerca de nosotros, porque también tenemos sed. Él no se desentiende de cada hijo suyo que hoy tienen hambre o padecen injusticias sociales. El padeció por ellos, él padeció por ti. El libro de Hebreos respalda esta idea cuando dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado”.[3] Si crees que nadie te entiende, si piensas que nadie sabe lo que te pasa, si te piensas solo y olvidado por todos los que amas, en este momento siente que él trata de protegerte, en ese viento fresco que golpea tu cara, en ese silencio que te asusta o en cualquier lugar que te encuentres, Cristo se manifiesta y quiere permanecer a tu lado, te entiende, porque ha “sido tentado en todo de la misma manera que nosotros”.
“Tengo sed” expresa también que los seres humanos desean agua que refresque su seca garganta. Muchas veces la sed del ser humano no es necesariamente física, hay otras necesidades que necesitan ser saciadas. Hay sed de amor, sed de justicia, sed de perdón, sed de reconocimiento, sed de oportunidades, sed de ser escuchado, y hasta sed de venganza. Si tienes algún tipo de sed, con esa necesidad insatisfecha mira a la cruz, escucha el clamor de Jesús: “tengo sed”, porque en ella te estaba diciendo que padeció lo mismo que nosotros, y que tenía algo para ti: “El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida”.[4] A propósito de esto, White comenta: “El clamor que Cristo dirige al alma sedienta sigue repercutiendo, y llega a nosotros con más fuerza que a aquellos que lo oyeron en el templo en aquel último día de la fiesta. El manantial está abierto para todos. A los cansados y exhaustos se ofrece la refrigerante bebida de la vida eterna. Jesús sigue clamando: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí y beba’. ‘Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde’. ‘Más el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: más el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna’.»[5]
¿Tienes sed?, Jesús también pasó por eso, él te comprende, sabe tus necesidades, conoce lo que pasa cuando termina el trabajo, cuando cierras la puerta de tu oficina, cuando la bulla y la algarabía se acaba, cuando cierras la puerta de tu habitación, apagas la luz y te quedas solo, ¡sabe cuánta sed tienes!… ¡Corramos a la fuente de agua que calmará nuestra sed para siempre!… ¡Roguemos a Dios para que estos días de feriado, sean para hallar el agua eterna que calme la sed que nos está secando en vida…!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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