¡SEÑOR, CÓMO TU QUIERAS!
“Luego le dijo el rey al sacerdote Sadoc: —Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del SEÑOR, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside. Pero si el SEÑOR me hace saber que no le agrado, quedo a su merced y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca” (2 Samuel 15:25-26 NVI)
Los problemas recién empezaban para el rey David. Quizás las consecuencias de sus decisiones contrarias a la voluntad de Dios comenzaban a revelarse. Sin embargo, él había aprendido a confiar en Dios y depender de su voluntad. Pero para llegar a ese nivel de dependencia total a Dios, David tuvo que pasar por pruebas duras, donde muchas veces se dejó llevar por la voluntad de Dios, y en otras se olvidó de Él, teniendo que pagar un alto precio por esas decisiones.
Ahora se encontraba frente a una dura prueba, quizás más amedrentadora que el gigante en el valle de Elá. En ese valle caminaba furioso un cananeo incircunciso, ahora caminaba frente a él su hijo amado. Para ese gigante filisteo tuvo una piedra poderosa, pero para su hijo no tenía ni la fuerza para enfrentarlo, por eso dice la Escritura que “… David les dijo a todos los oficiales que estaban con él en Jerusalén: —¡Vámonos de aquí! Tenemos que huir, pues de otro modo no podremos escapar de Absalón. Démonos prisa, no sea que él se nos adelante. Si nos alcanza, nos traerá la ruina y pasará a toda la gente a filo de espada”.[1] ¿Qué haces cuando tienes al frente una dificultad o decisiones que afrontar y no sabes que hacer? La respuesta está en «someterse a la voluntad de Dios».
Mientras David salía de su palacio junto a sus hombres de confianza, para ponerse fuera de peligro de su hijo, muchas personas de su pueblo lo acompañaban, “entre ellos se encontraba también Sadoc, con los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Éstos hicieron descansar el arca en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios hasta que toda la gente terminó de salir de la ciudad”.[2] La presencia del Arca de Dios, demuestra que David había aprendido a confiar en la voluntad divina y que el Señor Poderoso estaba de acuerdo con sus actos.
El libro Testimonios, dice que “la voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, colocando a todas las otras facultades bajo su dominio. La voluntad no es el gusto ni la inclinación, sino el poder de decidir, que obra en los hijos de los hombres para obedecer a Dios o para desobedecerle”,[3] además la palabra «voluntad» se traduce “del hebreo ratson y de dos grupos de palabras griegas, las relacionadas con boule y thelema. Sirven de ilustración a estas palabras los siguientes pasajes: «Y hacía conforme a su voluntad [ratson] y se engrandecía» (Dn 8:4). «[José de Arimatea] … no había consentido en el acuerdo [voluntad – boule] ni en los hechos de ellos» (Lc 23:51). «Testificando Dios juntamente con ellos con señales y prodigios y repartimiento del Espíritu Santo según su voluntad [thelesis] » (Heb 2:4)”,[4] es decir esta palabra se refiere “al ser no material en sus aspectos y actividades volitivas,[5] ejerciendo esfuerzo y haciendo decisiones”.[6] Entonces, colocarse bajo la voluntad de Dios es dejar que Él gobierne en todas las decisiones, que controle nuestra inteligencia imperfecta, que lo lleve a una fidelidad genuina.
Por otro lado, es necesario entender que “la voluntad del hombre es agresiva, y constantemente se esfuerza por someter todas las cosas a sus designios. Si se alista del lado de Dios y del bien, los frutos del Espíritu aparecerán en la vida; y Dios ha señalado gloria, honra y paz a cada persona que obra el bien”,[7] y el hombre con su naturaleza débil no puedo someter a su voluntad agresiva.
Mi amigo (a), ¿Has aprendido a caminar bajo la voluntad de Dios?, ¿quién domina tu voluntad? Este día te invito a colocarte bajo el dominio de Dios, como lo hizo David. Entendamos que andar bajo nuestra voluntad pecaminosa o jugar entre la voluntad divina y la humana, no termina bien. “La voluntad dividida es una trampa, y será la ruina de muchos jóvenes. Sea firme; en caso contrario su casa-es decir, su carácter–estará edificada sobre la arena. Hay quienes tienen la desgracia de estar siempre en el lado equivocado, cuando el Señor querría que fueran fieles, capaces de discernir entre el bien y el mal”.[8] Pero, ¿cómo me someto a la voluntad de Dios? Es una buena pregunta.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
[1] 2 Samuel 15:14 NVI
[2] 2 Samuel 15:24 NVI
[3] Testimonies, tomo 5, pág. 513
[4] J. Oliver Buswell, Jr., Teología Sistemática, Tomo 2, El Hombre y su vida de pecador (Miami, Florida: LOGOI, Inc., 1980), 228.
[5] La palabra volitivo proviene del latín y su traducción está directamente relacionada con el verbo “querer”. La Real Academia Española (RAE) afirma que volitivo es aquello relacionado con los actos y fenómenos de la voluntad. Una conducta volitiva refleja la concreción de los pensamientos de una persona en actos. De esta manera, supone la libre elección de seguir o rechazar una inclinación, en una decisión donde interviene la inteligencia.
[6] Ibid.
[7] Mente, Carácter y Personalidad, Tomo 2, Cap: La voluntad y la decisión
[8] Ibid.