SEDIENTO (viernes 19 de agosto de 2011)
“Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?” (Salmos 42:1-2 NVI)
Me gusta las caminatas, y si es por las montañas mejor aún. Cada cierto tiempo, planifico una caminata con mis hijos, y creo que a ellos les gusta también esa aventura. Para realizar una caminata hay que prepararse, tener en cuenta el calzado y los accesorios básicos que te protejan de los cambios climáticos. Sin embargo hay un elemento que es indispensable: el agua. Este líquido, especialmente en una caminata larga, es un bien muy valioso, que tiene que ser racionado y no desperdiciado. ¡Qué revitalizador es un poco de agua después de varios kilómetros de recorrido!, todavía están en mis oídos los pedidos de mis hijos por un poco de agua: “papá ya podemos tomar agua”, “papá me muero de sed”, y cuando finalmente paramos para beberlo, que gratificante y con cuantas ganas beben el agua.
Mi amigo(a), ese deseo supremo por un poco de agua del cual te hablo, es la clase de sed que debemos sentir por la Palabra de Dios. Nuestro cuerpo físico sabe que no puede funcionar sin el agua física. Así también, nuestra vida espiritual sabe que no puede funcionar sin el “agua viva” de la Palabra de Dios. Con razón el salmista describe esta ansia de Dios: “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser”.
¿Tienes sed de Dios y de su Palabra? Así como el agua es el único elemento que puede satisfacer nuestra sed en el desierto o en una ardua actividad, así la Palabra de Dios es la única bebida que puede satisfacer nuestra sed en el desierto sofocante de esta vida y dificultades extenuantes.
No obstante, el agua cumple también un rol de sobrevivencia, porque este líquido es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida. De igual forma, no existe vida ni salud espiritual en un cristiano que no bebe de las fuentes de la Biblia.
Hoy y este fin de semana, son los momentos para rogar a Dios que nos de ese deseo de beber de su Palabra y hallar vida, a la vez, si ya estás bebiendo de las Escrituras, no dejes de hacerlo, bebe más y hasta empápate de él… Toma un momento más para escuchar la voz de Jesús que te dice: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba».[1] “¿Usted ya secó la fuente? No, por cuanto es inagotable. Tan pronto como comience a sentir sed, beba una y otra vez. La fuente siempre está colmada”.[2] ¡Feliz sábado!… Hasta el lunes si Dios lo permite…
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
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