SANGRE QUE SALVA

“Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!” (Hebreos 9.14, NVI)

SANGREDe acuerdo a la Organización Mundial de Salud (OMS), “tres países de Latinoamérica tienen un récord que muchos consideran vital para la salud de sus ciudadanos: donar sangre voluntariamente”.[1] “Argentina, Brasil y Colombia encabezan la lista de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de unidades de sangre recolectada voluntariamente en la región —es decir, sin dinero de por medio—-, que, en Latinoamérica, suman 3,8 millones de unidades”.[2] Asimismo, y es una buena noticia, “esta cantidad puede salvar casi 12 millones de vidas, tres por cada donación, según los expertos”,[3] aunque todavía las entidades recolectoras no han podido alcanzar sus blancos propuestos.

Sin embargo, al hacer de estos datos una ilustración en el plano de la fe, podemos afirmar que hay un donante, cuya sangre donada es suficiente para salvar a todo el mundo, Cristo Jesús. Porque si algunas acciones humanas pueden llevar esperanza, “cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente”.

La sangre, definida puntualmente, es un líquido rojo y espeso que, al circular por las venas y arterias, mantiene en funcionamiento el corazón y demás órganos vitales del cuerpo. No obstante, en “las Sagradas Escrituras, se asocia la sangre a la vida y a la purificación de pecados. Sin derramamiento de sangre, afirma el autor sagrado, no hay remisión de Sangre de Jesuspecados.[4] Como el Cordero de Dios, derramó Jesucristo su sangre en la cruz para limpiarnos de todo el pecado.[5] La sangre de Cristo tiene este alcance redentor y purificador en virtud de las siguientes propiedades: es pura, inocente, representa el misterio de la encarnación y es la demostración máxima del amor de Dios a la humanidad”.[6]

Es decir, el pecado corrompió, distorsionó y enfermó la naturaleza limpia, sana y pura con la cual Dios creó al ser humano. En ese estado de contaminación, un final fúnebre es inevitable, “porque la paga del pecado es muerte”.[7] Pero, las Escrituras también afirman que hay esperanza de vida en Jesucristo, porque “tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.[8] Y el antídoto para un cuerpo contaminado y enfermo por el pecado, es la sangre vivificadora de Cristo Jesús. Porque la “eliminación de esta contaminación no la puede lograr la muerte de ningún animal. Ningún sacrificio del Antiguo Testamento pudo quitar este nivel del problema. En cambio, volvamos a escuchar las gloriosas palabras de Juan el Bautista: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. O de Juan el Evangelista: La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Sin duda, somos incapaces de captar toda la lógica y justicia de este sacrificio. Algunas de sus dimensiones se nos escapan, perdidas en la lejanía de la eternidad. Pero, a fin de cuentas, es mucho menos importante entender todos los matices acerca de cómo funciona, que someternos a la limpieza que nos proporciona. Finalmente, no es cuestión de entender, sino de creer lo que Dios dice. Y lo que nos dice aquí es que, a los que creen en Él, Jesucristo, por su sacrificio, les limpia las conciencias de obras muertas”.[9]

Mi amigo (a) la verdad es que la ruta trágica y final del ser humano está trazada, porque por sus venas corre sangre vivalavidaju9contaminada y de muerte, pero la seguridad de salir librados de toda condenación mortal descansa en aquel que no se contaminó. Necesitamos con urgencia una transfusión de sangre limpia, y la encontramos en los brazos de Jesús, porque el “que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”.[10]

Finalmente, quizás todas estas ilustraciones o argumentos teológicos sobre la sangre salvadora de Cristo, pueden ser complicados de explicar y de entender, sin embargo, lo sencillo es que creas en Cristo, lo aceptes cómo Salvador y te propongas hacer su voluntad. ¿Qué piensas?////.

joe  firma 3

 

Desde mi rincón de poder…y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/13/actualidad/1402686833_640494.html

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] “De hecho, la ley exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón.” (Hebreos 9.22, NVI)

[5] “Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1.7, NVI)

[6] Claudionor Corrêa de Andrade, Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores (Miami, FL: Patmos, 2002), 273.

[7] Romanos 6.23

[8] Juan 3.16 NVI

[9] David F. Burt, Mediador de un mejor pacto, Hebreos 7:1–9:22, vol. 133, Comentario Ampliado del Nuevo Testamento (Terrassa (Barcelona): Editorial CLIE, 1994), 250–251.

[10] 1 Juan 5.12 NVI

 

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