RECONOZCO
“Pero los israelitas le contestaron al SEÑOR: —Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero te rogamos que nos salves en este día” (Jueces 10:15 NVI)
El principal paso para estar a cuentas con el Señor, y aliviar la carga de las acciones pecaminosas, es reconocer el pecado, y este paso atraviesa el umbral del arrepentimiento, requisito básico para hallar reconciliación con Dios. Cuando hablamos de reconocer el pecado, nos referimos al acto de tener conciencia plena de la acción que hacemos, y la expresamos a través de la confesión. En esta línea de pensamiento, cuando hablamos de confesión, tenemos que mencionar la acepción principal de este término en la Escrituras: “… se refiere al hecho de decirle a Dios los pecados que hemos cometido, buscando su perdón… Hay perdón, ‘si confesamos nuestros pecados’ (1 Juan. 1:9)”.[1]
Al hacer eso, reconocer nuestras faltas delante de Dios, no solo nos abre la puerta del perdón de Dios, sino que nos faculta para vivir un vida que confía plenamente en el Señor, cómo los hebreos que confesaron su pecado y dijeron: “Haz con nosotros lo que mejor te parezca…”. No había miedo de las cosas que vendrían, porque todo estaba en paz con el Señor. No nos quedemos lejos de Dios, “al ver nuestras faltas, confesémoslas a Jesús, y con el alma verdaderamente contrita cooperaremos con el poder divino del Espíritu Santo para vencer todo mal. Si confesamos nuestros pecados, debemos creer que son perdonados, porque la promesa es positiva”.[2] Reconocer nuestras faltas es vivir una vida positiva. No hay vidas tristes que reciben el perdón de Dios.
Mi amigo (a), hoy es el día de despejar nuestro camino de los miedos que engendra una vida de acciones incorrectas. Porque “la confesión que brota de lo íntimo del alma sube al Dios de piedad infinita. Tus pecados podrán parecer montañas delante de ti; pero si humillas tu corazón y confiesas tus pecados, confiando en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado, él te perdonará y te limpiará de toda injusticia… Desead la plenitud de la gracia de Cristo. Permitid que nuestro corazón se llene con un anhelo intenso por su justicia”.[3]
Vivamos una vida positiva, aliviados de las cargas de pecado. Caminemos la senda que lleva al cielo con la confianza de saber que nuestra confesión obtendrá una respuesta inmediata. Haz una oración este momento y repite con seguridad: “te rogamos que nos salves en este día” y así será.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…