«QUÉ NADIE LOS ENGAÑE» (Lunes 30 de enero de 2012)
“—Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos” (Mateo 24:4-5 NVI)
Una tarde, Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos contemplando a Jerusalén, cuando los discípulos quisieron saber que pasaría en los momentos finales de la historia de este mundo y que señales tendrían que suceder para advertir a los creyentes que todo estaba por terminar.
Cristo pudo haber iniciado su explicación de los eventos finales, comentando sobre los desastres, las enfermedades y la maldad. Quizá sus primeras advertencias tendrían que ver con las guerras, la ciencia en crecimiento o la destrucción del ecosistema, sin embargo lo primero que menciona es la advertencia contra el engaño.
La mentira es la mayor arma de Satanás y la que puede producir más daño. Las enfermedades, los desastres y todo acontecimiento peligroso pueden ser resistidos en una vida que confía en Dios y tiene la seguridad de su fe, mientras que el error y la mentira, debilitan la confianza, distraen la preparación al cielo y genera más mentira que arrastra a otros a la perdición final.
Jesús identifica a Satanás como el responsable de la existencia de la mentira en la tierra: “… y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!”.[1] Elena de White menciona que «Cristo sabía que Satanás era mentiroso desde el principio…”[2] y es tan especialista en mentir que hasta “su obra de engaño la hizo con tanta astucia que los ángeles menos exaltados supusieron que él era el gobernante del cielo”.[3]
En la Biblia la palabra original más usual para “mentira” es kasab, y se entiende como “ser encontrado mentiroso o, a veces, fallar”,[4] además “se refiere al acto de hablar algo que no se corresponde con la verdad, por lo cual es falso e irreal”,[5]y “dentro del contenido de la palabra existe un sentido de intención, es decir, que se diga algo falso con la intención de engañar”.[6]
La mentira trae consecuencias fatales para los que están involucrados en ella, se manifiesta de muchas maneras, pero el objetivo supremo siempre fue el mismo: “alejar a la iglesia de los propósitos redentores de Dios y destruirla por completo”. Por eso Jesús, se apresuró a responder a sus discípulos que la señal más importante y la más peligrosa que precedería a su retorno sería la mentira por fuera y por dentro de la iglesia.
Mi amigo (a), meditemos esta semana en estas palabras: “—Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos”. ¿Estaremos involucrados en la frase “engañarán a muchos”?.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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