¿QUÉ MÁS ESPERAMOS?

“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24.7 NVI)

Punzadas de hambre, Brasil, Venezuela.

Es impresionante y estremecedor contemplar cómo las señales del pronto retorno de Jesús se van cumpliendo sin descaro ni rodeos frente a nuestros ojos. Reafirmando las palabras bíblicas, los estudios y cálculos científicos mencionan que el mundo después del Covid-19 no será el mismo. Se vaticinan desastres psicológicos, económicos y sociales.

En el contexto de los desastres económicos y sociales al final de los tiempos, el hambre ya estaba predicho de antemano en Las Escrituras. No obstante, siendo que ya era un problema en algunas latitudes del mundo, hoy ha saltado a la palestra y ocupa titulares de los principales periódicos del mundo, porque ya no será un problema solamente en países extremadamente pobres sino en las principales urbes, como Madrid, donde parroquias, la ONG Cáritas, comedores sociales y el Banco de Alimentos alertan de una nueva crisis de hambre en la capital. Los números son inquietantes, el Banco de Alimentos de Madrid ha informado que su demanda normal de alimentos, ahora se ha disparado en más de un 30% y se están quedando sin alimentos. Asimismo, los comedores sociales han cuadriplicado el número de usuarios que atienden a diario y Cáritas a reportado que las peticiones de ayuda se han triplicado y el 40% de estas solicitudes provienen de personas que lo hacen por primera vez”.[1]

Es decir, ya nos acercamos a un momento crítico, donde ya no vamos a hablar de condiciones de hambre en algunos rincones del planeta, sino a nivel global. Con razón hace algunas horas el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, advirtió que mientras múltiples gobiernos de todo el mundo batallan contra la pandemia del covid-19, el planeta está al borde de una posible «pandemia de hambre».[2]

Morir de hambre en Venezuela, el país con las mayores reservas de ...

Los números mundiales son alarmantes, a finales de 2019, 135 millones de personas vivían con niveles de hambre «extremos», pero a causa de las cuarentenas por el covid-19, es probable que ese número aumente a 265 millones. Asimismo, si antes de que el coronavirus se convirtiera en un problema, las principales agencias sociales del mundo mencionaban varias razones que anticipaban que el 2020 enfrentaría la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, ahora, con el covid-19, aseguran que no sólo estamos enfrentando una pandemia, sino también una catástrofe humanitaria global.[3]

En este contexto, en una reciente videoconferencia del Consejo de Seguridad de la ONU, el director ejecutivo del WFP advirtió que podríamos enfrentar múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses, y éstos son los principales países que están en mayor riesgo: Yemen, República Democrática del Congo (RDC), Venezuela, Sudán del Sur y Afganistán. Y el problema del hambre se agravará en países de todo el mundo por presiones económicas similares a los mencionados.[4]

¿Qué estamos esperando?, ¿nuestra vida normal antes del covid-19?, ¿un mundo mejor? El hambre que viene no es un evento pasajero, sino el cumplimiento de las profecías que anticipan un mundo en caos que allana el camino para retorno de Cristo. No es broma escuchar a ciudadanos en todo el mundo que dicen «que si no mueren por el coronavirus, morirán de hambre».

Apreciado(a) compañero(a) de fe, no esperemos que el hambre o las tragedias que se avecinan toquen a nuestra puerta para entender que el tiempo en que vivimos es el último, sino ahora mismo, despertar, tomar en serio los acontecimientos y hacer todo lo que está a nuestro alcance para alimentar físicamente a aquellos que ya están sufriendo los estragos de la falta de comida y la miseria, pero también para alimentar a mucha gente que tiene otro tipo de hambre, uno de esperanza y de escuchar la verdad.  Frente a esta hambruna, Cristo es el mejor y suficiente alimento que podemos compartir.

Él mismo ya lo había dicho a traves de Juan su mejor amigo: “Yo soy el pan de vida—declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed”.[5] Y la mejor manera de compartir ahora ese alimento, es hacernos la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer para alimentar a tanta gente que ahora mismo está asustada y hambrienta de esperanza? Tengo la certeza que lo que hagamos, será un pequeño aliento, que tomará fuerza con la ayuda soberana y poderosa del  Cielo, ¿acaso ya olvidamos el milagro de la alimentación de los 5000 mil?

¿Qué esperamos? El tiempo es hoy… mañana será demasiado tarde. No desperdiciemos el regalo celestial de ser testigos de estos acontecimientos finales. Tengo la certeza que muy pronto en la eternidad, los apóstoles Juan, Daniel, Pedro y otros buscarán a los salvos de los tiempos finales para pedirles emocionados que les cuenten las acciones que hicieron en esos momentos de angustia, porque ellos no tuvieron ese privilegio./////////.

Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…

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[1]https://elpais.com/espana/madrid/2020-04-23/la-pobreza-inicia-su-escalada-cada-dia-viene-gente-nueva-las-colas-son-larguisimas-para-pedir-comida.html

[2]https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52402210

[3]Ibíd.  

[4]Ibíd

[5]Juan 6:35 NVI

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