PRÍNCIPES Y PRINCESAS (viernes 06 de enero de 2012)

“En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19:16 NVI).

Una tarde, comencé una clase universitaria con una meditación, allí hable de los hijos de Dios, muy valiosos y amados. Además, les recordé sus derechos como herederos. Al finalizar la clase una muchacha se me acercó y me dijo: “profe… gracias por recordarme que soy una princesa, porque a veces vivo como una mendiga…” En ningún momento yo hable de príncipes y princesas, solamente resalté al Rey de reyes y Señor de señores. Sin embargo, la apreciación de la alumna me dejó pensando, porque si nuestro padre es el Rey, entonces nosotros no somos simples hijos, somos príncipes, y nuestra herencia superior.

Un príncipe (femenino princesa) es un miembro de una aristocracia gobernante o nobleza. Normalmente es un título asociado a la realeza, siendo usado por hijos del rey. La palabra príncipe viene del latín princeps (primer ciudadano) eufemismo que Augusto usó como título dada la fuerte oposición romana a la instauración de una monarquía.[1] Siendo así, nosotros somos los primeros ciudadanos de la nobleza del cielo y su gobierno, porque nuestro padre es el Rey.  “El Hijo de Dios era el heredero de todas las cosas, y a él se le prometieron el dominio y la gloria de los reinos de este mundo… Así como Cristo estuvo en el mundo, deben estarlo sus seguidores. Son los hijos de Dios, y coherederos con Cristo; y el reino y el señorío les pertenece”.[2]

A veces he olvidado que soy un príncipe del cielo, y me he descubierto viviendo como mendigo, rogando favores, desacreditando a mi Padre. Me he dado cuenta, que los problemas y las pruebas intensas sacuden la vida, ensombrecen los ojos y perdemos la noción de quienes somos y a dónde vamos. ¡Somos príncipes… herederos del Rey de reyes!, y aunque andemos errantes o sucios, no hemos perdido lo que somos y lo que nos corresponde. Y tú amigo (a) ¿cómo estás viviendo?, ¿qué ropa usas, la de gala o la de esclavo? “Si nuestra ciudadanía es ciertamente celestial, y si aspiramos a una herencia inmortal, una propiedad eterna, tendremos esa fe que obra por el amor y purifica el alma… Somos miembros de la familia celestial, hijos del Rey del cielo, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Cuando él venga [Cristo] poseeremos la corona de vida que no se marchita”.[3]

Ciertamente, mi amigo (a), ¡vive cómo príncipe!, ¡come como príncipe!, ¡piensa como príncipe!, ¡sueña como príncipe!… y hasta ¡muere como príncipe!…

Hoy deja los vestidos de humillación y desprecio… lávate la cara y contempla en el espejo el precioso rostro de un príncipe… ¡Buen día príncipe (princesa)!

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Pr%C3%ADncipe

[2] Dios nos cuida, 31 de enero

[3] Ibid.

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