PREPARADOS PARA LA LUCHA (lunes 12 de diciembre de 2011)
“Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo” (Efesios 6:11 NVI).
La aptitud positiva y el entusiasmo son importantes, pero nadie obtiene la victoria en una batalla solamente con ellos. En el campo espiritual cada día y a toda hora estamos en conflicto con el mal, el apóstol Pablo afirma que “nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”.[1] Cierto día me encontré con una persona que ya no asistía a la iglesia, y entre otras cosas me dijo: “Creo que las cosas están mejor desde que no voy a la iglesia… por ejemplo, ese hermano está yendo a la iglesia y más problemas tiene; el otro dirige el coro y toca el piano en la iglesia y le va mal, en cambio yo voy a trabajar los sábados y me va bien”. Esta persona no había entendido el escenario donde se realiza la lucha con el mal, y solamente estaba midiendo la victoria con resultados externos y temporales.
Una de las condiciones vitales para lograr la victoria en una brega es poseer el equipo apropiado. Los efesios recibieron el consejo de ponerse la armadura de Dios, porque sin ellos estaban vulnerables a los ataques infernales. Hoy nosotros también somos llamados a ponernos la armadura de Dios, esto es, proveerse del equipo necesario de ataque y defensa.[2] Elena de White explica sobre la armadura del cristiano: “En la lucha cristiana se necesitan vida espiritual, valor, constancia y decisión. . . Sed fuertes en el Señor. El valor humano no es suficiente. El soldado cristiano debe ser fuerte en el Señor. Dios es totalmente suficiente. En la Omnipotencia de su fortaleza ceñimos la armadura. Echen mano de todos los medios apropiados de defensa contra el enemigo de las almas. Perfeccionen el carácter. Resistan la tentación. Cultiven las virtudes cristianas. ¡Sean fuertes, sí, sean fuertes!”.[3]
Además replica, contra aquellos que confían en el poder de sus manos y en sus aparentes victorias temporales: “Los que tienen tantas batallas que librar deben ser fuertes para el servicio. Obtengan fortaleza y ayuda de la fuente de todo poder. Si confiamos en el Señor, triunfaremos en el combate contra los enemigos invisibles. Pero si confiamos en nuestra fortaleza, con toda seguridad seremos derrotados. La armadura está preparada. Cíñanla y luchen con bravura por el Señor”.[4]
Hoy, no salgamos a enfrentar nuestro día sin la armadura de Dios. Sin él estamos a la merced de un enemigo que acecha.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
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