POR SU GRACIA (martes 29 de noviembre de 2011)
“No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano” (Gálatas 2:21 NVI)
Te preguntaste alguna vez, ¿qué sería de tu vida si no hubieras conocido a Cristo?, ¿dónde estarías? Algunas personas frente a esas preguntas han respirado hondo y han respondido: “estaría en desgracia, pero por su gracia tengo esperanza”.
La frase “la gracia de Dios”, me lleva a mucha reflexión. Y es verdad, ¿qué sería de nuestra vida sin la gracia de Dios? Porque al revisar nuestra existencia, nuestras acciones y pensamientos, con ellos estamos condenados, no hay esperanza. Recordemos lo que dijo el profeta Isaías, ilustrando la condición humana corrompida por el pecado: “Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones, y llagas abiertas, que no les han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite”.[1] Esa es nuestra realidad, nada bueno hay en nosotros, y si existiera un atisbo de bondad eso no nos alcanza para ser salvos. El rey David quedaba asombrado por tanta consideración por el ser humano degradado y con tendencia al mal, que exclamó algunas preguntas a Dios: “¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?”. [2] La respuesta para David, para ti y para mí: No es por alguna acción nuestra, ni por un don humano que podemos gozar de las promesas de redención de Dios, es tan solo por su gracia, por su gracia bendita.
El término “gracia”, “encierra varios significados relacionados con las ideas de favor, benevolencia, agradecimiento y beneficio”.[3] El término griego es caris, de donde “carismático” quiere decir un don otorgado por pura benevolencia.[4] Es decir, nada que hagamos, que digamos o guardemos, nos hace merecedores de la salvación, el Señor de puro favor, sin que lo merezcamos nos otorga la posibilidad de encontrarnos con él y de recibir una vida nueva. Con razón Pablo, dice “no desecho la gracia de Dios”, porque ese beneficio hace la diferencia entre “perdido” y “salvo”.
Mi amigo (a), estemos a cuenta con Dios, cada día rindámosle loor y alabanzas, porque por su gracia no hemos sido desechados, y si es que estamos heridos o hemos mordido el polvo por nuestras acciones, escuchemos lo que por gracia puede hacer por nosotros: “Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el SEÑOR— porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”,[5] ¡pero a Dios si le importas!…
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
Ubícame en mi página web: www.poder1844.org