PEQUEÑAS COSAS

“Las moscas muertas apestan y echan a perder el perfume. Así mismo pesa más una pequeña necedad que la sabiduría y la honra juntas.”(Eclesiastés 10.1, NVI) 

La brasileña Layane Dias, de 20 años, despertó una tarde[1]con un dolor insoportable en la espalda, ya no tenía movilidad en las piernas y tampoco sensibilidad desde el pecho para abajo. Fue llevada de emergencia al hospital.

Uno de los mayores sueños de esta joven es volver a caminar.. (Foto: Layane Dias)

Lo de esta muchacha, fue algo extraño. Casi un mes antes, despertó con mucho dolor en la espalda. Ella cuenta que no le dio importancia, porque pensaba que era algo muscular. Tomó un remedio, pero el dolor seguía ahí, intenso. Los dolores continuaron al día siguiente, todavía más fuertes. Entonces, su madre la llevó a la farmacia, le inyectaron algo y el dolor desapareció. Se sintió aliviada.[2]

Sin embargo, los dolores volvieron al día siguiente por la noche, pero conseguía reducir su intensidad con medicamentos. Así durante varios días, hasta que ya se volvió demasiado fuerte. Fue entonces cuando decidió ir al médico.

Allí en el consultorio, le realizaron rayos X en la espalda, pero el médico no vio ninguna anomalía a pesar de que la joven continuaba con dolores intensos en esa parte de su cuerpo. Regresó a casa, y al día siguiente, despues de una siesta es cómo ella despierta parapléjica.

En el hospital, el médico pidió exámenes de sangre y orina. Los resultados mostraron que tenía una infección de sangre. Además, cuando el médico empezó a palparle la pierna, ella no sentía nada. Su caso fue clasificado como grave y la trasladaron a un hospital en la capital del país, Brasilia.

A la hora de hacernos una incisión cutánea hay que asegurarnos de que se siguen las medidas de higiene adecuadas.

Allí, los dolores se volvieron más fuertes, que tuvo que tomar morfina para soportar el dolor, pero uno de los doctores suspendió el tratamiento porque le causaba alucinaciones. No obstante, los médicos no conseguían dar un diagnóstico exacto, era un caso raro. 

Una resonancia magnética, mostró que Layane tenía 500 mililitros de pus entre tres vértebras que presionaban su médula espinal. Fue llevada de emergencia a una sala de operaciones. La cirugía detuvo la progresión de la paraplejia, que podría haberse extendido más. La pus podría haber generado una infección que la podría haber matado. Al extraer el líquido, la médula se descomprimió y el cuadro de la paciente mejoró. El dolor no volvió mas, pero ella quedó postrada en una silla de ruedas. Por su juventud, hay posibilidades que pueda volver a caminar, pero son remotas.

Un neurocirujano que la atendía pudo descubrir la causa.  Le explicó que una bacteria llamada Staphylococcus aureus, que consigue transmitir enfermedades a través de la sangre, había entrado en su organismo a través de una infección. Es allí donde el médico le preguntó si había tenido alguna herida en la nariz o algo similar porque, tal como le explicó, esa bacteria suele generarse en las fosas nasales. “Fue entonces cuando le conté que me había hecho un piercing en la nariz el mes anterior”,[3]relata Layane. Ese pequeño huequito en la nariz fue la puerta de entrada de la bacteria a su cuerpo.

A esta muchacha, siempre le habían gustado los piercings. Ya se había puesto en tres ocasiones uno en el lado derecho de la nariz. Pero un mes y medio antes de toda su problema, decidió cambiar y ponérselo en el lado izquierdo. Por primera vez le había salido sangre durante la perforación, asimismo se le hinchó y puso roja la punta de la nariz, pero no le dio mayor importancia, a pesar de la fiebre. Con unas pomadas desapareció todo. 

Uno de los primeros síntomas de la infección fue que se le hinchó y puso roja la punta de la nariz.

Layane, salió del hospital despues de dos meses, postrada a una silla de ruedas. Hoy pasa sesiones de fisioterapia y psicología. En una de las entrevistas que tuvo, concluyó con esta reflexión: “tengan cuidado, porque pequeñas cosas pueden arruinarles la vida”.

Con razón el rey Salomón advertía que así como una pequeña mosca pueden malograr un perfume o un vaso de bebida, así también una pequeña necedad, una fugaz travesura, una insignificante imprudencia o un desobediencia sin importancia, pueden arruinar una vida. 

La experiencia de Layane, nos da también otra lección. Ella contaba que ya se había perforado un lado de la nariz, así que con esa experiencia, ya no dudaba en hacerse otra perforación, y allí empezó su tragedia. De la misma manera, puedes estar envalentonado, porque ya hiciste alguna travesura, o una pequeña imprudencia y no ha pasado nada, pero recuerda que el momento menos pensado, el segundo que no imaginas, viene la desgracia o un desenlace que te va a complicar la vida para siempre. 

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, muchas veces tenemos precaución por no cometer graves delitos o grandes equivocaciones, cuando la llave que abre la puerta de las desgracias futuras, son los pequeños malos actos. Por eso, “debemos adiestrarnos para ser fiel en las cosas pequeñas”,[4]para evitar las grandes complicaciones y agradar a Dios.

Dios se complace con una vida que está atenta a los pequeños detalles y presta a rechazar las insignificantes faltas. Cuando nuestra vida esté direccionada a vencer las pequeñas tentaciones, y no pasar por alto los “pecados que pasan desapercibidos” como el orgullo, egoísmo y la envidia, entonces estaremos listos para vivir una vida de victoria y paz.

Mientras vayamos en el tiempo, teniendo mucho cuidado con las pequeñas obras, escucharemos a Jesús decir, como antesala de la premiación final de los salvos de todas las edades: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”.[5] ¿Qué piensas?//////////////////.

Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…

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[1]Mes de Julio de 2018 

[2]https://elcomercio.pe/tecnologia/ciencias/piercing-nariz-acabo-dejando-joven-20-anos-paraplejica-noticia-606872?foto=5

[3]Ibid. 

[4]Elena G. de White, Mente, Carácter Y Personalidad: Tomos 1 y 2 (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1977), 311. 

[5]Mateo 25.21 

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