PACIENTE CERO
“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (Romanos 5:12)

Para nadie es extraño escuchar sobre el nuevo coronavirus. Este mundo globalizado e interconectado por la comunicación en vivo, nos va informando de las muertes y sus miles de nuevos contagios, que han puesto en alarma a las principales urbes del planeta. Por eso, ahora no es raro que en los aeropuertos internacionales del mundo, los viajeros de diferentes nacionalidades transiten con una mascarilla sanitaria, asimismo, que haya un estricto control de la salud de los pasajeros. Hace pocos días estuve en un aeropuerto internacional y en cada acceso que da hacia los controles de viaje, han colocado sensores que miden la temperatura de las personas, basta que se detecte una temperatura anormal para que el pasajero sea retirado y aislado en un lugar especial, para descartar la presencia del covid 19, nombre de esta enfermedad.

En su afán por parar la mortalidad de este nuevo virus, las autoridades chinas y expertos a nivel mundial, se concentran en descubrir el origen del actual brote infeccioso. Específicamente, quieren dar con el «paciente cero», la primera persona contagiada por esta infección.
No obstante, ¿qué significa el «paciente cero» y por qué es tan importante? Los entendidos en la materia, mencionan que el paciente cero es el término que se usa para describir al primer humano infectado por un virus o enfermedad infecciosa. Identificar a la primera persona infectada por un brote o enfermedad en particular es importante porque puede responder preguntas cruciales sobre cómo, cuándo y por qué se originó. Estas respuestas ayudarán a prevenir que más personas se infecten ahora o en epidemias futuras.[1]
De la misma forma, la mayor enfermedad que está acabando con la paz y la alegría de la humanidad, no es el cáncer, sida, ni el covid-19, sino el pecado. Por esto, también es crucial conocer al “paciente cero”, porque ayudará a prevenir qué más personas agraven su condición o sean fuente de contagio. La Biblia lo devela: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron”.
Ese hombre, fue Adán y su compañera Eva, quienes se expusieron al pecado, y se contagiaron, traspasando a sus hijos y éstos a los suyos, haciendo que ese mal se prolifere de generación en generación hasta nuestros días. Y saber del “paciente cero” del pecado, nos lleva a conocer como fue que se contagiaron: “La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió”.[2]

Su contagio empezó cuando Eva descuidó las tres facetas sensibles de la naturaleza humana: “Fue excitada su hambre física, porque el árbol era bueno para comer; fue estimulado su sentido estético, pues era agradable a los ojos y fue incitada su facultad de conocimiento y de poder para alcanzar la sabiduría lo que incluía la aptitud para dominar a otros”.[3] Es decir, el hombre, se dejó llevar por (1) la tendencia a complacer a toda costa los gustos físicos, (2) la tendencia a creerse mejor que los demás, y (3) la tendencia a pensar que todo lo sabía y todo lo tenía controlado.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, el pecado es evidente en la vivencia diaria del hombre, desde el “paciente cero” hasta nuestros días esta enfermedad está arruinando la vida de las personas, algunas lo saben, otros no entienden lo que les pasa, no obstante el dolor, la inmoralidad, el odio, la soledad, la incertidumbre del futuro y la muerte como principales consecuencias de este mal, van arruinando a los habitantes de este mundo.
La buena noticia es que la vacuna y la curación para esta enfermedad está en camino, mientras tanto, para aliviar este mal, no dejes que el placer de los gustos te desvíen de los principios de vida que te presenta La Biblia, no consideres que eres mejor que los demás y no se te pase por la cabeza que no necesitas de Dios, y que tu habilidad, fuerza e inteligencia son suficiente para resistir toda tentación y mal de este mundo.

Resistamos la enfermedad, no empeoremos nuestra condición, cada día recordemos que “la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo”[4] sanaremos todos.////////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-51586090
[2]Génesis 3:6 NVI
[3]George Herbert Livingston, “El Libro de GÉNESIS,” in Comentario Bíblico Beacon: Génesis Hasta Deuteronomio (Tomo 1), ed. Sergio Franco (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 28.
[4]Romanos 5:15