PACIENCIA
“Allí, junto a un manantial que está en el camino a la región de Sur, la encontró el ángel del SEÑOR y le preguntó: —Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas? —Estoy huyendo de mi dueña Saray —respondió ella” (Génesis 16:7-8 NVI)
Este incidente es parte de un problema que desde su inicio se fue enredando cada vez más. Los involucrados eran el patrón Abram, la patrona Saray y la sirvienta Agar. Ellos se involucraron en un triángulo de intimidades, pasando por alto principios claros de convivencia y de lo que significa la santidad del matrimonio. El resultado final fue: un patrón arrepentido, una patrona llena de odio y una esclava embarazada reclamando sus derechos. Desde este evento triste, Abram nunca fue la misma persona y quizás nunca tuvo verdadera paz. Todo esto se hubiera evitado si la pareja “Saray – Abram” hubieran tenido paciencia a la promesa de Dios. Y ¿cuál fue la promesa de Dios? Muchos años atrás, Dios le había prometido esto: “Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes”.[1] Esa promesa fue tomada con mucha expectativa por Abram y su esposa, porque estaban en el momento justo para ser padres y criar una familia grande, sin embargo los años fueron pasando y su paciencia también. Un día se vieron al espejo y ya no eran los mismos de antes, estaban viejos y cansados, tanto así que Abram hizo llegar su reclamo: “—SEÑOR y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero de mis bienes será Eliezer de Damasco?”.[2]
Una mañana la pareja despertó y ya no estaban dispuestos a esperar más, la paciencia se había agotado, pensaron que quizás ellos deberían hacer algo para ayudar a Dios en el cumplimiento de su promesa, y Saray tomó la iniciativa, pensó en darle una “ayudita a Dios”. Allí comenzó todo, ese momento la desdicha, el dolor y las lágrimas fueron fecundados, porque esta pareja no estuvo dispuesta a tener más paciencia y vivir confiados en la providencia de Dios. En el Antiguo Testamento,[3] “paciencia” viene de la palabra hebrea “erek”, que es la capacidad de soportar el sufrimiento y el mal.[4] Paciencia es soportar, esperar, y calmarse, aunque parezca que la tormenta hunde el barco.
Mi amigo (a), ¿has aprendido a tener paciencia?, ¿eres capaz de confiar en Dios a pesar que parezca que todo está mal?, ¿puedes quedarte quieto y esperar que Dios actúe? Recuerda la historia de Abram, piensa en la reacción de Saray, ten en cuenta las reacciones de Agar, ellos no fueron capaces de tener paciencia y esperar en Jehová. ¡Ten paciencia!; Dios, jamás olvida sus promesas, quizás el dolor, la angustia y hasta las burlas son parte del plan de tu vida, y que necesitas estar listo para el momento justo, porque Dios actúa en el segundo exacto, ni antes ni después. ¡Ten paciencia, confía… Él sabe lo que hace”.
Hoy, pidamos paciencia, y mucha tranquilidad para aguardar el cumplimiento de sus promesas… ¡Bendiciones!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] Génesis 13:14 – 16 NVI
[2] Génesis 15:2 NVI
[3] Algunos textos donde aparece esta palabra: Prov. 25:15; cf. 15:18; 16:32
[4] Wilton M. Nelson and Juan Rojas Mayo, Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1998).