OLOR A MUERTE
“Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es competente para semejante tarea?” (2 Corintios 2.16, NVI)
Para muchos la muerte sigue siendo un misterio. El estado de la muerte es un vasto campo donde se realizan diversos estudios tanto académicos, filosóficos y teológicos. Un claro ejemplo, es el afán que desde hace años los científicos han estado tratando de entender: El olor de la muerte. Es decir, ¿a qué huele la muerte?, o ¿cuáles son los compuestos orgánicos que se liberan durante el proceso de descomposición del cuerpo humano?
Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Lovaina, Bélgica, identificó 452 compuestos orgánicos volátiles que son emitidos por el cuerpo humano tras la muerte. El hallazgo, aseguran los investigadores, podrá ayudar a un mejor entrenamiento de perros policías y buscadores de cadáveres.
La investigación, publicada en la revista PLOS ONE, fue llevada a cabo en un laboratorio con seis cadáveres humanos y 26 restos animales durante un período de seis meses. Los científicos tomaron muestras de tejidos y órganos y los colocaron en recipientes sellados. Periódicamente tomaban muestras de los gases emitidos en cada uno de ellos y analizaban los compuestos químicos en cada una de las muestras a medida que comenzaban a descomponerse.[1]
Durante los seis meses del experimento descubrieron que el cuerpo humano al descomponerse libera un coctel químico muy singular, que podría llamarse «olor de la descomposición» u “olor de muerte”, y lo interesante también de esto, es que el olor de muerte de un ser humano es muy parecido a la de un cerdo en relación a otros animales.
La Biblia menciona que nosotros también expelemos olores, especialmente para “Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden”.[2] La verdad es que somos llamados y escogidos para que la gente pueda oler en nosotros el olor de Jesús. Es decir, los que nos rodean deben ver en nosotros el resultado de una vida entregada a Dios, que se manifiesta en hechos y acciones sorprendentes que los que la aprecian tengan el deseo de vivir así. Con razón el mismo apóstol Pablo en el mismo contexto, mencionó que es “evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones”.[3]
Entonces el olor de Jesús debe manifestarse en nuestra experiencia cristiana a través de nuestros actos y estilo de vida. Sin embargo, el olor se vuelve más intenso cuando en una forma intencional abrimos la Biblia delante de nuestros conocidos y explicamos las verdades que en ella se encuentran porque “a diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos”.[4] ¡Qué bendecida responsabilidad tenemos¡ de oler a Jesús en una forma natural y que hagamos que otros puedan olernos de una forma premeditada, de tal modo que el aroma de Cristo se impregne en la vida de los que nos rodean.
La pregunta lógica es esta: ¿Estás oliendo a Jesús? o ¿qué olor emana de tu vida? Porque tristemente, vivimos en un tiempo donde la iglesia está dejando de oler a Jesús, y está oliendo a cualquier cosa, inclusive a muerte, que es un olor desagradable de un cuerpo que se descompone. Y los olores de muerte alejan a la gente del gran amor purificador de Jesús, y los envuelve mucho más con los olores repugnantes de un mundo en decadencia.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, tu vida y la mía deberían oler el aroma de Cristo, la gente debería quedar impactada con ese olor y desear empaparse de la fuente de esa fragancia. Esta condición no es una opción, sino un deber que se vuelve más urgente en medio de un mundo que se descompone rápidamente. Revisemos nuestra vida y nuestro papel dentro del rebaño. Quizás estas palabras nos lleven a quitar todo olor que disipa el aroma de Cristo y que nos tiene adormecidos: “Siento la urgencia de mandarle este testimonio que tendrá para usted olor de vida para vida, o de muerte para muerte. No lea esto si es que ha decidido escoger las tinieblas en lugar de la luz, servir a Mammón en vez de Cristo. Pero si realmente desea hacer la voluntad de Dios, y está dispuesto a ser salvo en la forma que él determine, entonces lea este testimonio. Sin embargo, no lo lea para ponerle reparos, ni para pervertirlo, ridiculizarlo o despreciarlo, porque en ese caso tendrá para usted sabor de muerte para muerte y testificará contra usted en el día del juicio. Antes de leer este mensaje de amonestación, preséntese solo ante Dios y pídale que le quite el espíritu de resistencia, rebelión e incredulidad, y que derrita y enternezca su corazón de piedra”.[5] En esa condición el aroma del cielo nos cubrirá. ¿Qué piensas?////////////.
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://elcomercio.pe/ciencias/investigaciones/que-huele-muerte-noticia-1843287?flsm=1&ref=portada_home
[2]2 Corintios 2.15 NVI
[3]2 Corintios 3.2-3 NVI
[4]2 Corintios 2.17 NVI
[5] Testimonios, T5, 315.