NUEVO AÑO EN BLANCO

“Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve” (Salmos 51:7)

Las horas finales de este año conllevan a millones de habitantes de este mundo a preparar distintos rituales y ceremonias para atraer la buena suerte y alejar lo malo del año que se va extinguiendo. Uvas a la medianoche, pasear maletas y baños de florecimiento son algunos ejemplos de las acciones humanas cuyo objetivo es empezar con buen pie el 2023.

Dentro de estos rituales, el vestirse con un color determinado para atraer dinero y abundancia, es bastante común. Por eso no debe sorprender que las tiendas de ropa y accesorios de vestir ofrezcan vestimentas de determinados colores, que rápidamente se agotan.

El amarillo es uno de los más elegidos para celebrar el Año Nuevo. Es el color del Sol, por lo tanto, está relacionado al oro y al cambio, así como a la riqueza. También se le vincula con la alegría y el éxito profesional. En resumidas cuentas, las tradiciones lo asocian con la abundancia, convirtiéndolo en el color más popular.

Por otro lado, otros aseguran que el verde invita al progreso, la estabilidad económica y la serenidad. Este color forma parte del último grito de la moda.

El rojo suele estar asociado al amor, la pasión y la sensualidad, además de llamar la atención del resto de las personas por su fuerte tonalidad. No es raro ver a muchas personas ataviadas con ese color aguardando los primeros minutos del siguiente año.

El dorado puede simbolizar el éxito, el dinero y la felicidad. Este color, además de ser uno de los favoritos para la dulce época, denota triunfo y una amplia riqueza.

Quienes conocen de tradiciones aseguran que el plateado es sinónimo de cambios laborales y amorosos. El magenta está vinculado al crecimiento espiritual.

Sin embargo, cuando abro la Biblia, para buscar y comprobar la dirección correcta de mi vida, ningún color decora el camino de una vida exitosa y bendecida por Dios más que el blanco.

La palabra bíblica original para ese color es “leukós”, que se puede traducir como blanco o radiante. Con razón en el sentido bíblico “el blanco es un color importante, debido en parte a la importancia de la luz, pero aún más a la prominencia del concepto de santidad”.[1] A eso se añade que el blanco es un “símbolo de pureza y regeneración reflejando piedad, y también un símbolo de victoria”.[2]

Entonces, no es un color agorero, a modo de amuleto, lo que marca un camino de éxito y prosperidad, los seguidores de Jesús debemos recordar que la mejor manera de recibir un nuevo año es con una vida blanca y radiante, que nos haga brillar. Esta condición             se logra cuando:

  • Decidimos madurar en la fe. Esto, en el lenguaje bíblico se llama “santificación”. Es decir, crecimiento espiritual. Y crecemos cuando comemos bien, cuando hacemos ejercicios, cuando tenemos un estilo de vida sano. El estudio de la Biblia es el mejor alimento del cristiano, el mejor ejercicio es la testificación y el estilo de vida del buen cristiano, es una experiencia práctica de los principios bíblicos: vivir lo que conocemos.
  • Decidimos limpiar nuestra vida de toda impureza. Esto es, hacerse una evaluación personal con estas dos preguntas: ¿estoy viviendo cómo la Palabra de Dios me enseña?, mi forma de vivir ¿agrada a Dios?
  • Decidimos ser piadosos. Eso es, hacer cada cosa para agradar a Dios. Es ir en pos de Él incondicionalmente.
  • Dejamos que Dios nos conduzca. Porque el camino que Dios elije lleva a la victoria. Porque hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero el final es fracaso.

Mi compañero(a) de fe, cuentan los historiadores europeos que Napoleón Bonaparte, el militar, estadista, general republicano durante la Revolución francesa y proclamado emperador de los franceses el 18 de mayo de 1804, vestía siempre a su victorioso ejército con una chaqueta roja. Cuando alguna vez, le consultaron la razón de su afición por el color rojo, el respondió: “que cuando los hieran y empiecen a sangrar, no se den cuenta y sigan peleando”. Parece que en muchas batallas esa táctica le resultó efectiva, porque su ejército peleaba incansablemente hasta la victoria.

De la misma forma, el ejército victorioso de Cristo se viste blanco, y no es un atuendo en particular, sino una vida en crecimiento positivo, que brilla. Una vida en blanco crece, no retrocede. Una vida en blanco perdona, no odia. Una vida en blanco agradece, no reclama. Una vida en blanco bendice, no atropella. Una vida en blanco confía, deja la duda. Una vida en blanco cambia, no se conforma. Una vida en blanco vence, no se rinde.

Que en los minutos finales de este año digamos: “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve”.[3]/////////.

Feliz nuevo año en blanco… con aprecio

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[1]Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey W. Bromiley, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 520.

[2]M. H. Manser, Diccionario de temas bíblicos, ed. Guillermo Powell (Bellingham, WA: Software Bíblico Logos, 2012).

[3]Salmos 51:7

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