NUESTRO VERDADERO HOGAR
“En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.” (Juan 14.2, NVI)
Unos 20 millones de estadounidenses viven en casas móviles, de acuerdo con los recientes datos presentados por el Censo de EE.UU. Las casas móviles representan el 6,4% del sector vivienda en EE.UU. Hay unos ocho millones y medio de ellas, ligeramente menos que en 2011, según los datos del censo. El número de habitantes no está registrado, pero se estima en torno a los 20 millones.
Según el Instituto de Casas Prefabricadas, cerca del 57% de los jefes de familias que viven en este tipo de viviendas está empleado a tiempo completo, mientras que un 23% está retirado. Pero el ingreso de estas familias está solo un poco por encima de la mitad del promedio nacional.
Virginia del Oeste tiene la tercera mayor proporción de tráileres en ese país. En las colinas cercanas al Río Shenandoah hay varios campamentos de casas rodantes, generalmente apartados de la vista detrás de las colinas o en recodos del camino.
Las 22 unidades del Parque de Casas Móviles Oak Heaven, a las afueras de Martinsburg están pulcramente ordenadas, con una separación de 15 metros entre ellas, anidadas frente a una iglesia bautista que se yergue en un extenso campo verde. Las casas de Oak Haven son verdaderos hogares que raramente se mueven, pero las primeras casas móviles eran fieles a su nombre y eran remolcadas frecuentemente.[1]
Sin embargo, estas casas móviles están relacionadas a la pobreza, porque su origen se remonta hasta la Gran Depresión de la década de 1930, que se inició en los Estados Unidos, y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo. Empujados por esta crisis es que la gente empezó a vivir en tráileres que eran diseñados para vacacionar por necesidad. Sobre este punto, Andrew Hurley, autor de Diners, Boliches y Parques de Tráileres, dice: “Los americanos que fueron afectados por esta crisis económica empezaron a hacer de estas pequeñas unidades móviles sus hogares». Además añade: «Empezaron a estacionarlas en las afueras de las ciudades y ahí fue cuando empezaron a asociarse con la clase trabajadora y los más pobres».
Producto de ello, se produjo una discriminación institucionalizada, cuando los préstamos hipotecarios federales les eran negados a dueños de casas móviles, mientras que las leyes de zonificación forzaban que ese tipo de comunidades se establecieran en las afueras de ciudades y pueblos. En definitiva, hasta hoy estas viviendas rodantes están relacionadas a las personas con necesidades y que no tienen un lugar apropiado para vivir. Aunque tomando esta ilustración, los que aceptamos las verdades de las Escrituras, creemos que nuestras viviendas también son temporales, que estamos de paso por esta tierra y que nos dirigimos a nuestro verdadero hogar, por eso el apóstol Juan, nos recuerda lo que dijo Jesús: “En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar”. Y al llegar a ese lugar, recibiremos un título de propiedad, para nunca más andar errantes.
Es penoso ver a tantas personas sin hogar, sobreviviendo cada día. Esto me recuerda a una noche que paseaba por la plaza principal de una gran ciudad sudamericana, allí observé a varias personas que llegaban con cartones y plásticos y se ubicaban debajo de los techos de las casonas antiguas que rodeaban esta plaza. Estos indigentes acomodaban sus cartones para pasar la noche, porque no tenían un hogar donde reposar. Al día siguiente, muy de mañana, antes de que los guardias los desalojen, se levantaban, doblaban sus cartones y salían para sobrevivir un día más. Sin embargo, es más triste saber que muchas personas ignoran que también están de paso por este mundo, viven sin futuro, sin sentido, y desconocen que todo lo que les rodea será destruido. El apóstol Pedro nos dice: “Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos”.[2] Pero la esperanza es que, si entendemos que estamos de paso, que somos extranjeros en este mundo, muy pronto nuestros propios ojos verán el cumplimiento de estas promesas: “Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir»”.[3]
Mi amigo(a), solo quería recordarte que estamos de paso, que nuestras casas son temporales, que muy pronto podremos recibir una herencia como hijos de Dios, que es un lugar eterno, propio y con la mayor bendición de morar a lado del Creador de todo. No te quedes amarrado al itinerario del mundo, no te comportes como un habitante más de este mundo de pecado, ni practiques sus costumbres, más bien levanta la cabeza, allí en el horizonte, muy cerca está nuestra patria, nuestra ciudadanía, nuestro hogar. Nuestra ciudad, no se compara a ninguna ciudad del mundo, y ni siquiera las descripciones del apóstol Juan, nos puede mostrar la realidad de su belleza, será mejor contemplarlo con nuestro propios ojos, pero mientras llegamos imaginémoslo: “La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente. No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche. Y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones”.[4] ¡Prepárate!////
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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