NOMBRE NUEVO
“El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe.” (Apocalipsis 2.17, NVI)
En los últimos meses he tenido el privilegio de hacer amistad como varios mexicanos. Debo decir, que estos amigos son excelentes personas, que cargan una variada y rica cultura hispánica. Comento sobre ellos, porque un artículo de un prestigioso periódico online, me llamó la atención. El artículo mencionaba los 100 nombres más comunes de México, desde el año 1900 y repartidos en cada estado mexicano.
Así que, si tú también quieres tener amigos mexicanos, o vives en México, no te sorprendas de toparte con una Lupita (Guadalupe), una Mari (María), un Juanito (Juan) o a un Pepe (José). El Registro Nacional de Población del país mexicano, elaboró una lista de los 100 nombres con más registros en sus bases de datos desde 1900 hasta el 2015, siendo Juan, José Luis, José y María Guadalupe los que la encabezan.[1]
Por estados, José es el nombre más popular entre los hombres, en total 6. Y por las mujeres, es María Guadalupe, quién lidera en 10 estados. Asimismo, este ente nacional mexicano, elaboró un mapa que muestra los nombres de mujer y hombre más populares en cada estado mexicano. No obstante, en forma general los siguientes 10 nombres son los que encabezan la lista:
- Juan
- José Luis (Pepe Lucho)
- José (Pepe)
- María Guadalupe
- Francisco
- Guadalupe (Lupita)
- María (Mari)
- Juana
- Antonio
- Jesús
Dicen Las Escrituras que el nombre que nos pusieron nuestros padres, será cambiado por uno nuevo cuando la Tierra empiece una nueva etapa, con el Salvador como Juez y Rey. Y no es que el nombre que tengamos haya sido una mala elección, o quizás así lo sea, sino porque para el contexto celestial, el nombre que llevemos debe coincidir con lo que somos. Y esto, porque en “la Biblia el nombre de una persona a menudo representa su carácter, y un nombre nuevo indicaría un nuevo carácter. El nombre nuevo no sigue el modelo del antiguo, sino que lo reemplaza, es diferente. Se le promete al cristiano un ‘nombre nuevo’, es decir, un carácter nuevo y diferente, modelado según el de Dios”.[2]
México y quizás otros países del mundo, tienen un registro de los nombres más populares, y hasta pueden elaborar listas, no obstante, no sé cuáles serán los 10 más populares que aparezca en las piedrecitas blancas, menos el más popular entre todos los salvos, pero lo que estoy seguro es que cada nombre está relacionado a VICTORIA, y quizás debajo de cada nombre aparezca este: VENCEDOR. Y un vencedor es aquel que pase lo que pase, con vientos, tornados o cruentas pruebas nunca deja de lado los principios que brillan en la Biblia y viven de acuerdo a ellas.
Para los vencedores no importan las caídas, lo que les interesa es levantarse vez tras vez e intentar ser semejante a su Maestro y descubrir que en cada intento de ponerse de pie, la próxima vez es más difícil caer. Con razón, muy a aparte del nombre nuevo, ellos merecen recibir el nombre del mismo Dios, porque Él mismo lo afirma: “Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo”.[3]
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, ¿cómo te llamas?, eso quizás no importe, porque en breve recibirás un nombre nuevo, un nombre a tu medida, a la medida que Dios quiere. Y ese nombre tendrá un brillo especial, porque tu condición de vencedor la hará brillar más. Y ese brillo opacará todas las caídas, los intentos, las lágrimas y la fatiga que significó seguir a Jesús y ser su discípulo.
Imagina esto, haz llegado a la Nueva Tierra, has pasado la prueba y estás listo para recibir de parte de Dios las promesas que Él ofreció. Allí a la distancia puedes ver el reflejo de La Nueva Jerusalén, mientras caminas hacia ella aliviado de las cargas de este mundo vil, y sintiendo como tu cuerpo se acomoda velozmente a la nueva naturaleza que has recibido, quedas asombrado al ver la magnificencia de la Ciudad de Dios, y solo reaccionas cuando un ángel te despierta de lo que parece un sueño y te entrega una piedrecita blanca, y en ella el nombre nuevo que te confirma que eres VENCEDOR, porque “antes de entrar en la ciudad de Dios, el Salvador confiere a sus discípulos los emblemas de la victoria, y los cubre con las insignias de su dignidad real… Sobre la cabeza de los vencedores Jesús coloca con su propia diestra la corona de gloria. Cada cual recibe una corona que lleva su propio ‘nombre nuevo’ y la inscripción: ‘Santidad a Jehová’”.[4] ¡Qué emocionante! ¡Deseo con ansias ese nombre nuevo! ¿Y tú?//////////.
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://verne.elpais.com/verne/2017/01/31/mexico/1485817473_086577.html
[2]Francis D. Nichol y Tulio N. Peverini, eds., Filipenses a Apocalipsis, trans. Nancy W. de Vyhmeister y Victor E. Ampuero Matta, vol. 7, Comentario Biblico Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996), 766.
[3]Apocalipsis 3.12, NVI
[4]Elena de White, La maravillosa gracia de Dios, 357.