NO TE LLEGARÁ (jueves 12 de abril de 2012)
“Ya que has puesto al SEÑOR por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos” (Salmos 91:9-11 NVI)
Caminar por este mundo conlleva expectativa. El dolor que campea libre está al acecho. Desgracias, muertes, accidentes y todo tipo de dolor es cosa de cada día. En este mismo momento una familia llora o una persona se lamenta. Hoy son ellos y ¿nosotros? ¿Estamos libres de eso? ¡Claro que no!, es más, en medio del gran conflicto, el blanco predilecto de Satanás son los amigos de Jesús, sus seguidores, es decir ¡nosotros! Somos una presa deseada, un blanco perfecto, ya lo decía Juan: “Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús”.[1] Él que hizo posible el odio, él que se anima en medio de las desgracias de un hijo de Dios, no puede menos que hacer todo lo posible por ponernos el pie en la cara y complacerse de nuestras lágrimas.
Entonces, ¿podemos ser inmunes a las desgracias y el dolor?, definitivamente no, pero si podemos correr a nuestro refugio que el Señor y tomarnos de su promesa: “… ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos”.[2] Con razón Elena de White menciona a propósito de la crisis final: “Si los hombres tuviesen la visión del cielo, verían compañías de ángeles poderosos en fuerza estacionados en torno de los que han guardado la palabra de la paciencia de Cristo. Con ternura y simpatía, los ángeles han presenciado la angustia de ellos y han escuchado sus oraciones. Aguardan la orden de su jefe para arrancarlos al peligro…”.[3] El salmista también decía: «Me esconderá en su pabellón en el día de calamidad; me encubrirá en lo recóndito de su Tabernáculo».[4] ¿Podemos librarnos del dolor?, ¡no!, pero podemos contar con el cuidado extremo de nuestro Dios, Él que libró a Daniel de los leones, está presto a librarnos de todo mal.
A menudo nuestra mente puede estar nublada por causa del dolor, pero no tratemos de pensar, sino de descansar y de entregarle cada día nuestra vida a Dios y decirle “qué se haga tu voluntad”.
Nadie está libre del dolor, pero si tenemos la libertad de confiar en Dios y agradécerle las innumerables veces que nos ha librado, algunas sabemos y otras nos enteraremos en la eternidad. Hoy quiero humillarme delante de Dios, reconocer su amor y allanarme a sus planes. ¡Tantos cuidados, tantos milagros…”. Hoy agradezco a Dios de ver su promesa cumplida delante de mis ojos: “… Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos”. Hoy todavía puedo abrazar a mis esposa y acariciar a mis hijos…
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
Ubícame en mi página web: www.poder1844.org
Exelente.. !