NADA SUCIO

Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero.” (Apocalipsis 21.27, NVI)

osloPor increíble que parezca, hay una ciudad en el mundo que no tiene basura ni cosas sucias, y debe importarlas. Para otros países la “basura” es sinónimo de desperdicios o cosas inmundas, pero para Oslo, la capital de Noruega, ya no. La ciudad ya no tiene más basura, porque superó la capacidad de procesar los residuos que producen sus 1,4 millones de habitantes y ahora importa desechos de otros países para alimentar las plantas que generan calefacción y electricidad.

Oslo impuso un sistema de clasificación de la basura por colores, de tal forma que la azul tiene residuos plásticos; la verde, orgánicos, y la blanca, el resto. La separación por colores no es un esfuerzo inútil. Los camiones recolectores dan a cada bolsa un destino diferente, ya que los lectores ópticos de las plantas procesadoras están calibrados para diferenciar colores. Y de todo se saca alguna utilidad.

Este esfuerzo no es en vano, porque entre otras aplicaciones, las escuelas de Oslo reciben electricidad de estas plantas y casi la mitad de la capital noruega cuenta con calefacción gracias al procesamiento de los residuos domiciliarios. Es decir “donde otros ven ‘desperdicios’,basura los noruegos encuentran un potencial energético”.[1] A la vez, ha sido tan efectivo el trato que le dan a la basura que se quedó sin ella, por eso desde el 2009 comenzó a importarla de municipios de Inglaterra y de otros países europeos.

Oslo debe importar basura y cosas inmundas, sin embargo, La Nueva Jerusalén, capital del reino de Dios al cual todos aspiramos, no procesa las cosas sucias, más bien se nos informa con antelación que “nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero”.

El asunto de “impureza” nos lleva al Antiguo Testamento, donde «limpio o inmundo» era sumamente importante, en base a ello “una persona o cosa era declarada como apta o no apta para participar en el culto, entrar en lugares sagrados o estar en contacto con la comunidad, de conformidad con estatutos dictados por Dios”.[2] Las indicaciones de Dios eran claras, y específicamente cuando se trataba de una persona. Si ésta quería estar limpia tenía que evitar el contacto con cadáveres, enfermedades de la piel o algunas secreciones que podrían contagiar alguna enfermedad. Con razón el sentido griego “nada impuro”, tiene relación a las “cosas odiosas y engañosas que las personas practican”,[3] que las contaminan y por lo tanto la descalifican para entrar en contacto con la pureza de Dios, porque el ama al pecador pero rechaza el pecado.

basura 3Juan escribió este asunto de lo impuro recordando las palabras de Jesús allí en la montaña: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”,[4] y no se refería “únicamente a los que son puros según el concepto del mundo, es decir, están exentos de sensualidad y concupiscencia, sino a los que son fieles en los pensamientos y motivos del alma, libres del orgullo y del amor propio; humildes, generosos y como niños”,[5] por lo tanto, “los de puro corazón ven a Dios en un aspecto nuevo y atractivo, como su Redentor; mientras disciernen la pureza y hermosura de su carácter, anhelan reflejar su imagen”,[6] y sobre todo éstos no pueden ser “inmundos” porque en vez de estar basura 2en relación a las prácticas sucias de un mundo contaminado, gozan de la presencia de un Dios que limpia todo.

Mi compañero(a) de fe, soñemos con ese día cuando podamos verle a cara a cara, pero no sucios, más bien con una vida limpia, que cada día se lava en la presencia de Dios. En Oslo no hay basura, en la tierra nueva tampoco la habrá, por eso aquí y ahora debemos empezar o continuar con la limpieza que nos hace aptos para esa patria mejor. ¿Qué piensas?/////.

joe  firma 2

 

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[1] http://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/oslo-ciudad-que-se-quedo-sin-basura-y-ahora-importa-noticia-1788083?ref=portada_home

[2] Alfonso Lockward, Nuevo diccionario de la Biblia (Miami: Editorial Unilit, 1999), 649.

[3] Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004), 630.

[4] Mateo 5.8 NVI

[5] Hijos e hijas de Dios, 105.

[6] Ibid.

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