MUERTE INEVITABLE
“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.” (Romanos 5.12, NVI)
La estadounidense Brittany Maynard, de 29 años, supo hace unos meses, poco después de su boda, que tenía un tumor maligno en el cerebro. Por ser un cáncer terminal, los médicos le dieron cerca de medio año de vida. Determinó entonces que, para evitar pasar por las etapas más duras de la enfermedad, ella misma decidiría cuándo morir. Para hacerlo más impactante, lo comunicó en un video que publicó en YouTube el 6 de octubre y que ya fue visto más de 8,7 millones de veces. Esta joven, “no es la primera persona que anuncia en un video su decisión de morir para acabar con el sufrimiento de una enfermedad terminal, pero su mensaje está teniendo un impacto inusual en Estados Unidos, donde se ha reavivado el debate sobre la eutanasia”.[1]
Para lograr su objetivo, Brittany, y su esposo se mudaron de California a Oregón, uno de los cinco estados en EE.UU. en los que el suicidio asistido por doctores está permitido. Una vez que estableció allí su residencia y probó que le quedaban menos de seis meses de vida, obtuvo las medicinas para morir.
La historia de Maynard ha reabierto el debate en EE.UU. sobre la moralidad del suicidio asistido. Los pacientes terminales en pleno uso de razón pueden solicitar la muerte asistida a un doctor. Una vez que su solicitud es admitida, el paciente fija una fecha para tragar las píldoras que le producirán la muerte, sin embargo debe hacerlo por sus propios medios. Es ilegal que el doctor o alguien de su entorno, le ayude a tomar las pastillas.
Los registros en Oregón, informan que más de 750 personas en Oregón han hecho uso del «derecho a morir dignamente» hasta el 31 de diciembre de 2013. La edad media de los solicitantes es de 71 años. Solo seis eran menores de 34 años, como Maynard. Definitivamente, la historia de esta joven ha reabierto el debate en EE.UU. sobre la moralidad del suicidio asistido.
Tomando esta historia polémica, podemos ilustrar la situación sin esperanza del ser humano: “está condenado a morir y no hay vuelta para atrás”. La historia bíblica dice que “por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron”. El cáncer terminal es el pecado, por eso el apóstol Pablo es categórico con esta afirmación: “la paga del pecado es muerte…”.[2]
Elena de White, comentando sobre la responsabilidad de Adán del contagio de la muerte dice: “Cuando salió del hermoso Edén, el pensamiento de que debía morir lo sacudió de horror. La muerte le pareció una terrible calamidad. Por primera vez se puso en contacto con la tremenda realidad de la muerte en la familia humana cuando su propio hijo Caín asesinó a su hermano Abel. Lleno de amargo remordimiento por causa de su propia transgresión, privado de su hijo Abel, con plena conciencia de que Caín era asesino, y reconociendo la maldición que Dios había pronunciado sobre él, el corazón de Adán se quebrantó de dolor. Con mucha amargura se reprochó su primer gran pecado. Suplicó el perdón de Dios por medio del Sacrificio prometido. Sentía profundamente la ira de Dios por el crimen perpetrado en el paraíso. Fue testigo de la corrupción general que finalmente obligó a Dios a destruir a los habitantes de la tierra por medio de un diluvio”.[3]
Adán pudo ver vívidamente como la muerte tomaba impunemente la vida de los seres humanos, suplicó por una cura y el Señor le mostró la vacuna: “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor”,[4] “así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos”.[5] Jesús es la vacuna para el cáncer terminal, el pecado, el cual degrada poco a poco hasta la muerte.
Mi apreciado(a) amigo(a), Brittany Maynard, sabe que va a morir, ya tomó una decisión, porque no tiene esperanza y ni se atreve a seguir luchando por su vida. Tú y yo, también sabemos que vamos a morir, que estamos condenados por el cáncer terminal que poco a poco nos va quitando fuerza, alegría y paz. Pero a diferencia de Brittany, nosotros si tenemos esperanza, Jesucristo es la cura segura y definitiva para nuestra enfermedad. Entonces ¿qué decisión tomarás? ¿Mueres o vives? ¡No hay otra alternativa!/////.
Desde mi rincón de poder…y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/10/141010_eutanasia_brittany_maynard_suicidio_asistido_fp
[2] Romanos 6.23a NVI
[3] Elena G. de White, La historia de la redención, trans. Gastón Clouzet y Alberto Novell, Primera edición. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 57.
[4] Romanos 6.23b NVI
[5] Romanos 5.18–19 NVI