MIEL (Sábado 10 de septiembre de 2011)
“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!” (Salmos 119:103 NVI).
Estudiar la Biblia y depender de sus consejos, no solamente son parte del deber del cristiano, sino que involucran muchas bendiciones al que lo hace. Si repasamos algunas de ellas, podemos entender que es una lámpara a los pies y una luz en el camino, esto en palabras prácticas significan un peso decisivo en nuestra prosperidad en todos los aspectos de la vida. Aun en las cosas triviales de cada día puede ser una guía más sabia que cualquier otro consejero.
Asimismo es fuente de vida espiritual, de sobrevivencia en la fe, como decía David: “Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida”.[1] También en medio de la opresión del pecado y sus frutos, puede traer libertad al creyente y mantenerlo a salvo, porque los cristianos que leen la Biblia “conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.[2] Además, la práctica de los consejos bíblicos no solo restaura la salud espiritual, sino la del cuerpo físico, el rey David lo afirmó: “Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro”.[3]
Otras bendiciones del estudio de la Palabra de Dios, es la santificación del cristiano, porque nacer espiritualmente es relativamente fácil, pero crecer y no tropezar no es cosa sencilla. Juan en este punto decía: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad”.[4] Asimismo, el éxito no depende simplemente del esfuerzo humano o arduo trabajo, sino es a través de la fe y obediencia a la Palabra de Dios, en él colocamos la plataforma del éxito genuino y duradero. El líder Josué fue exitoso porque creyó: “Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la*ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas”.[5]
Hay otras bendiciones que son consecuencia del estudio de la Biblia, pero la dulzura de sus palabras en medio de un mundo amargo y de muchos sinsabores, es para considerarla. Las Sagradas Escrituras, endulzan cualquier vida desabrida e insípida. La miel es una excelente figura ilustrativa de la Palabra Dios.
Cómo resumen podemos afirmar que abrir la Biblia es toparse con una vida de bendiciones y beneficios. Elena de White decía esto: “El aprecio hacia la Biblia crece a medida que se la estudia. A cualquier parte [de ella] que se dirija, el estudiante hallará desplegada la infinita sabiduría y el amor de Dios. Para el que está realmente convertido, la Palabra de Dios es el gozo y el consuelo de su vida. El Espíritu de Dios le habla y su corazón llega a ser como un jardín bien regado”.[6]
Mi amigo(a), lo que quede de este sábado sagrado y todo el domingo, sean momentos de reconocer que nuestra vida deja de ser común y corriente cuando decidimos obedecer los preceptos bíblicos. Además, dejamos el nivel de vida que tenemos por otro superior y destinado para la eternidad.////////.
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
Ubícame en twitter como: @joesaa