MEJOR ES DAR
“…así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. (Mateo 20:28 NVI)
Millones de personas quizás todavía duermen, después de su fiesta navideña. Quizás muchos de ellos, amanezcan con el cuerpo adolorido y dolores intensos de cabeza, porque la comida fue abundante y el licor también. Quizás, algunos tengan que limpiar sus casas de los papeles de regalos y tengan que ordenar el closet porque tienen unos zapatos más, y los niños correrán a buscar los nuevos juguetes que irán a parar al cesto con los otros que ya tienen. Me he dado cuenta, que estas fechas se han convertido en momentos de complacencia personal. Se busca la mejor cena, la mejor bebida, se espera el mejor regalo. Además, muchos ya deben estar preocupados porque tienen que pagar todo lo que sacaron al crédito, olvidando que hay angustia cuando se gasta más de lo que puede pagar, porque embriagados por el consumismo dijeron: “es noche buena y no importa adeudarse». Es resumen, navidad se ha convertido en un momento para gastar y sentirse bien.
Sin embargo, estas fechas deberían alejar nuestros pensamientos de nosotros mismos, y acercarnos a los demás. Si nos damos cuenta, los súper mercados, las tiendas comerciales y la propia calle, estaban repletos de panetones, juguetes, luces y apetitosas ofertas. Millones y millones de artículos en la relación a estas fiestas han sido vendidos en el mundo. Pero hay verdades que suenan más fuerte que los pirotécnicos de ayer: el dolor destroza vidas, la soledad va matando lentamente, la culpabilidad no encuentra paz y la venganza está esperando su oportunidad. Los millones de panetones que se comieron ayer, no son nada frente a los millones de personas que sufren, que viven solas, que son presas de la culpa y que tienen odio en su corazón. Y la tesis humana de la autocomplacencia se torna absurda, cuando hablan del nacimiento de Jesús, y no entienden que “el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
Entonces, celebrar el nacimiento de Jesús, no debería quedar solo en una cena o en regalos, sino en actos de servicio a los demás. No deberíamos medir nuestra felicidad en base a la cantidad de alimentos que ingerimos o los regalos que recibimos, sino en las veces que hicimos felices a las personas. Un brazo sincero, unas palabras de esperanza, una visita sorpresa, una carta de amor, un caricia oportuna o un beso inesperado podrían transformar la vida de una persona, y nosotros somos los llamados a ser esos canales de amor y servicio. Jesús vino a la tierra con una misión, mostrarles a los seres humanos un camino de esperanza a una nueva vida en paz y alegría. El Salvador vino a este mundo para levantar el amor y enterrar las tristezas, también para preocuparse por las personas heridas y dejar a un lado el egoísmo.
Mi amigo (a), recordar que Jesús vino a esta tierra es transitar por el valle del servicio, es arrancarles una sonrisa a los demás y enseñarles que después de la noche oscura viene una mañana llena de luz. No solo estas fechas sino cada día deberíamos ser canales de esperanza. Y no necesitas tener tanto para servir, porque “los canales para hacer el bien son muchos, y están completamente abiertos. Sus graneros son grandes, demasiado grandes ya… Hay viudas para alimentar, huérfanos para ser tomados bajo la tutela de su hogar y con quienes compartir sus abundantes provisiones; hay almas que perecen por falta del pan de vida”.[1] El servicio es cuestión de decisión, de levantarse de dónde estamos y salir a buscar a las personas que necesitan ayuda. Si te atreves a ser un canal de esperanza “de los cuales fluyan las bendiciones de Dios en dirección de los demás, el Señor los mantendrá bien provistos”.[2] Sé que en tu mesa ha sobrado pedazos de panetones, porciones de la rica cena que te serviste, quizás el regalo que recibiste, otro le daría un mejor uso, por eso, saca la cabeza a la calle y verás que lo que ha quedado de ayer será un banquete para otras personas. Y si nada ha sobrado en tu mesa, sé que en tu corazón hay amor, fe y paz, y con eso puedes invitar un banquete de esperanza.
¡Feliz día del servicio!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…