MANOS LIMPIAS
“¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo el de manos limpias y corazón puro…” (Salmo 24:3–4).

Mientras termino de escribir esta reflexión, el coronavirus COVID-19 supera los 100.000 casos de contagio en varios países del mundo, con más de 3.400 muertes. Fuera de China se han confirmado contagios en 96 países, prácticamente en todos los continentes del globo. Inevitablemente, esta enfermedad va a causar muchos estragos a nivel de la salud pública y la economía mundial.
En este contexto, el avance y alcance territorial de esta enfermedad ya pasó a un segundo plano, porque ha demostrado no tener fronteras. Ahora, la mayoría de países están priorizando la prevención y tomando acciones para evitar su propagación. Entre las diversas prácticas de prevención, están las más severas, como el cierre de fronteras y las más sencillas, cómo lavarse las manos eficientemente.
No obstante, el lavarse las manos, que en apariencia parece una sencilla y simple acción de prevención, se ha tornado en una importante medida a nivel mundial. Es decir, tener las manos limpias y desinfectadas, van a ayudar a frenar el avance de este nuevo virus.

Por tal razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha aconsejado limpiarse las manos de forma regular y exhaustiva. Esto puede hacerse con un desinfectante para manos a base de alcohol o con agua y jabón. Para lavarlas de forma efectiva, tiene que hacerse con agua limpia y jabón. Asimismo, las manos deben refregarse por lo menos 20 segundos y enjuagarse. Hacerlo de forma efectiva reduce significativamente la presencia de microbios (virus y bacterias) en la manos.
Sin embargo, algo que generalmente se pasa por alto es la importancia del secado de las manos, algo que es vital en una limpieza efectiva. Puesto que el secado no sólo elimina la humedad, también involucra fricción, que reduce aún más la carga microbiana y la transferencia de microorganismos, porque la transmisión de microbios es más factible que se produzca desde la piel húmeda que desde la piel seca. Entonces, no es cuestión de secárselas de cualquier manera, sino hacerlo bien.

Las investigaciones, han confirmado que las toallas de papel descartable son el método más higiénico para secarse las manos. De hecho, los secadores de aire caliente no se recomiendan para hospitales y clínicas por razones de higiene, puesto que estos pueden aumentar la dispersión de partículas y microorganismos en el aire, y así contaminar el ambiente.
En definitiva, el tener las manos limpias evita la propagacion del coronavirus, de la misma forma, el cristiano con las manos limpias y el corazón puro, tiene la garantía de una buena salud espiritual y por ende un encuentro satisfactorio con Dios. W. T. Purkiser, es acertado cuando define de forma concisa que significan estos símbolos: “Las manos representan lo que una persona hace, pero un corazón puro representa lo que es”.[1]

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, ¿cómo están tus manos?, ¿quién eres realmente? Tus manos sucias o limpias dependen de cada acto que hagas, a la vista de todos o en medio de tu soledad. Los actos visibles, te darán una reputación, pero los actos que haces mientras nadie te mira, definen quién realmente eres. Con razón, en el mismo contexto de nuestro versículo, una promesa escrita con tinta indeleble y que retumbará hasta la venida de Cristo, reinvindica al que tiene las manos limpias y el corazón puro, asimismo “recibe bendiciones del SEÑOR” y “Dios su Salvador le hará justicia”.[2] /////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]W. T. Purkiser, “El Libro de Los SALMOS,” in Comentario Bíblico Beacon: Literatura Poética y Sapiencial (Tomo 3), ed. Sergio Franco (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 191.
[2]Salmos 24:5 NVI