LO QUE VIENE SERÁ MEJOR
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.” (Filipenses 3.13–14, NVI)
Inevitablemente el final de un año genera un movimiento inusual. Uno de los periódicos más influyentes de mi país, vaticinaba que hoy más de 70 mil autos saldrían de Lima hacia las playas del sur para recibir el nuevo año, lo que generará un tráfico muy pesado, que requerirá por lo menos dos horas solo para salir de la capital.[1] La gente está corriendo, todos desean que el nuevo año los encuentre de la mejor manera.
Carreteras abarrotadas de autos, tiendas con interminables colas y personas caminando apresuradamente son el inicio de las celebraciones para despedir un año, y recibir entre comida, bulla y fiesta el siguiente que debería ser mejor. El mundo está inquieto, se acaba un año y empieza otro. Hay que celebrar, hay que gritar, hay que despojarse de la mala “vibra”, es la generalidad de un mundo que vive apurado, frente al tiempo que se va.
La algarabía es porque el Año Nuevo es una celebración para conmemorar el siguiente año del calendario, realizada en función del tipo de calendario utilizado. La más común es la del 1 de enero, del calendario gregoriano, que fue instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582, y que se utiliza en la mayoría de los países del mundo.
Debido a la rotación de la Tierra y los husos horarios, el primer lugar en empezar la fiesta del nuevo año es Kiribati, en las islas Caroline y Kiritimati, mientras que Samoa Americana, la isla de Alofi, la isla Baker y la isla Howland, son los últimos lugares que encenderán las luces y la alegría frenética para despedir los últimos segundos del año 2015.
No obstante, frente a las prácticas estresantes en las horas finales de este año, hay otra alternativa: dejar de correr, apagar la música, alejarse de la bulla. Quizás podamos quitar el pie del acelerador, o dejar la mesa así cómo está y antes de encontrarse con los amigos, ¿por qué mejor no encontrarse con uno mismo e invitar a Dios a esa reunión privada?
Hay tanto que pensar al terminar un año, hay tanto que valorar y evaluar. Hay situaciones que vienen y otras que vamos dejando, porque cuando miramos atrás, una reflexión natural nos embarga: “lo pude haber hecho mejor” y nuestra mente ingeniosa nos lleva a recorrer por mil salidas que pudimos haber tomado y lo nostálgico y a veces hasta cruel, es saber que no podemos hacer nada y que todo quedará igual. Sin embargo, esa reflexión, no puede ser desperdiciada, porque muy a pesar que no podemos hacer nada con el pasado, porque lo hecho, hecho está, nos quedan dos escenarios donde podemos actuar: el presente y el futuro. El futuro, no obstante, es incierto y depende imperativamente del presente, y éste es el escenario perfecto para enmendar los errores, para intentarlo de nuevo, para soñar despierto para emprender nuevos retos y por sobre todo, para impedir que ese futuro se trasforme en un pasado donde tengamos nuevamente que decirnos: “lo pude haber hecho mejor”. Hoy es el momento de volver a soñar, de volver a enamorarse, de volver a creer, de intentarlo con más fuerza, de regalar esa rosa, de robar ese beso, de pedir perdón, de acariciar ese rostro, de decirlo (aunque sea bajito) “te amo”, de consolar a ese amigo, de curar heridas, de perdonar en serio, de olvidar las ofensas, de correr como niños, de dormir un poco más, de darle tiempo a la esposa, de jugar con los hijos, de sorprender con una visita, de socorrer al que necesita, de amar sin guardarse nada, de perdonar sin reproches… ¡hay tanto por hacer!, eso es lo lindo del presente, las tantas cosas que podemos hacer, y como su nombre lo dice “presente”, porque es un regalo, que solo los sabios lo pueden apreciar y aprovechar.
Un presente bien aprovechado, es un futuro que se convertirá en pasado, donde no habrá lugar a ningún reproche, y aunque el tiempo pasado no dé oportunidad de enmendar un error, el presente da muchas alternativas, convirtiendo el futuro en un premio que quieres alcanzar, con razón el apóstol decía: “Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta…”
Mi apreciado(a) amigo(a), cambia tu futuro, aprovecha el presente, deja atrás los rencores, las heridas o las lágrimas. Y hoy, mientras el sol se va ocultando, detente, busca un lugar donde puedas estar solo, cierra la puerta, retoma tu comunión con Dios, que es el primer paso de un presente y futuro bendecido. Que lo viejo quede atrás, que lo nuevo sea bien aprovechado, y aunque pudo haber salido todo mal, corriendo y escapando no solucionas nada, ¡llévate las manos al rostro!, siente tu respiración, ¡estás vivo!, y eso significa: ¡nuevos intentos y nuevas oportunidades! “Un nuevo año se abre ante nosotros. Sea éste un año feliz. . . Refúgiese en los brazos de Jesús y no se esfuerce por desprenderse de ellos. Crea en Dios, alábelo y siga adelante. Ya casi hemos llegado a casa”.[2] (Cada día con Dios, 9)
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús”. ¡Bendecido 2016!
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://elcomercio.pe/lima/transporte/salir-lima-hacia-sur-te-podria-tomar-mas-dos-horas-noticia-1867821?flsm=1
[2]Cada día con Dios, pág. 9