LO MEJOR DE LO MEJOR

“Una vez terminada toda la obra que el rey había mandado hacer para el templo del SEÑOR, Salomón hizo traer el oro, la plata y los utensilios que su padre David había consagrado, y los depositó en el tesoro del templo del SEÑOR” (1 Reyes 7:51 NVI)

4231173-techo-de-oro-en-el-palacio-deLa historia de Biblia, en el primer libro de los Reyes, narra que Salomón se propuso construir un templo a Jehová. Este deseo tiene su punto de inicio en una carta que el rey de Israel envió a Hiram, rey de Tiro. Una parte de la carta decía esto: “Pues bien, ahora el SEÑOR mi Dios me ha dado paz por todas partes, de modo que no me amenazan ni adversarios ni calamidades. Por lo tanto me propongo construir un templo en honor del SEÑOR mi Dios, pues él le prometió a mi padre David: ʻTu hijo, a quien pondré en el trono como sucesor tuyo, construirá el templo en mi honorʼ”.[1]

Finalmente, el sueño de los reyes David y Salomón, se hace realidad, cuando el sabio rey “comenzó a construir el templo del SEÑOR en el cuarto año de su reinado en Israel, en el mes de zif, que es el mes segundo”,[2] y la historia nos cuenta que “habían transcurrido cuatrocientos ochenta años desde que los israelitas salieron de Egipto”.[3] Finalmente esta obra se terminó de construir  “en el mes de bul del año undécimo, es decir, en el mes octavo de ese año, se terminó de construir el templo siguiendo al pie de la letra todos los detalles del diseño. Siete años le llevó a Salomón la construcción del templo”.[4]

Al revisar los detalles de la construcción, uno repara un detalle que rápidamente salta a la vista, Salomón dio lo mejor de lo mejor para la casa de Dios. Veamos algunas especificaciones del acabado interno del templo:

“El interior de este santuario, que medía nueve metros de largo por nueve metros de alto, lo recubrió de oro puro, y también recubrió de cedro el altar. Además, Salomón recubrió de oro puro el interior del templo, y tendió cadenas de oro a lo largo del frente del Lugar Santísimo, el cual estaba recubierto de oro. En efecto, recubrió de oro todo el santuario interior, y así mismo el altar que estaba delante de éste. Salomón mandó esculpir para el santuario interior dos querubines de madera de olivo, cada uno de los cuales medía cuatro metros y medio de altura… Luego Salomón recubrió de oro los querubines. Sobre las paredes que rodeaban el templo, lo mismo por dentro que por fuera, talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas. Además, recubrió de oro los pisos de los cuartos interiores y exteriores del templo. Para la entrada del Lugar Santísimo, Salomón hizo puertas de madera de olivo, con jambas y postes pentagonales. Sobre las dos puertas de madera de olivo talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y todas ellas las recubrió de oro. Así mismo, para la entrada de la nave central hizo postes cuadrangulares de madera de olivo.  También hizo dos puertas de pino, cada una con dos hojas giratorias. Sobre ellas talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y las recubrió de oro bien ajustado al relieve. Las paredes del atrio interior las construyó con tres hileras de piedra labrada por cada hilera de vigas de cedro”.[5]

Definitivamente, Salomón no se guardó nada, dio lo mejor al Señor. Inclusive contrató al mejor diseñador de acabados, Hiram de Tiro, “que era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de un nativo de Tiro que era artesano en bronce. Hiram era sumamente hábil e inteligente, experto en toda clase de trabajo en bronce, así que se presentó ante el rey Salomón y realizó todo el trabajo que se le asignó”.[6]Además, “una vez terminada toda la obra que el rey había mandado hacer para el templo del SEÑOR, Salomón hizo traer el oro, la plata y los utensilios que su padre David había consagrado, y los depositó en el tesoro del templo del SEÑOR”. Y si bien es cierto, que nada debajo de los cielos puede contener la presencia de Dios, ni su gloria, el rey israelita se esforzó por dar lo mejor que tenía.

Mi amigo (a), nosotros también somos llamados a entregar lo mejor que tenemos para el servicio de Dios. No nos guardemos nada, Dios quiere utilizar lo mejor de nuestros tesoros, de nuestros dones, de nuestro tiempo, de nuestra vida. Recuerda que “el verdadero cristiano es siervo de Cristo. Su obra en favor de Cristo debe ser perfectamente bien hecha. No debe permitir que nada desvíe su mente de su obra. Puede atender como se debe otros asuntos, pero deben ocupar un segundo lugar, pues el servicio de Cristo requiere todo su ser: el corazón, la mente, el alma y la fuerza. El Señor no aceptará un corazón dividido. Espera que hagamos lo mejor. Y nada que se haga fielmente por él será insignificante a su vista”.[7]

Hoy, toma la decisión de dar lo mejor de ti en la obra de Dios. En las palabras del apóstol Pablo, “les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”.[8]

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

www.poder1844.org


[1]  1 Reyes 5:4-5 NVI

[2] 1 Reyes 6:1 NVI

[3] Ibid.

[4] 1 Reyes 6:38 NVI

[5] 1 Reyes 6:20-36 NVI

[6] 1 Reyes 7:14 NVI

[7] Elena de White, Cada día con Dios, 1 de junio

[8] Romanos 12:1 NVI

NOTA:  Mira los detalles del Templo de Salomón en http://bibliapoder.files.wordpress.com/2012/09/templo-de-salomc3b3n1.pdf

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