LLOREMOS POR COSAS IMPORTANTES

“Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos” (Lucas 23:28 NVI)

llorarLiu Jun-Lin, es la plañidera más famosa en Taiwán y quizás de las últimas que quedan en el mundo. Una plañidera es “una mujer a quien se le paga por ir a llorar al funeral de alguna persona. La palabra viene de plañir (sollozar) y ésta del latín plangere”.[1] Las plañideras como Liu aseguran que su profesión tiene una larga historia en Taiwán, en donde, según la tradición, los difuntos necesitan una despedida ruidosa para pasar de manera adecuada a la otra vida.[2]

La profesión de Liu la heredó de su familia. La abuela y la madre de Liu eran plañideras profesionales y cada vez que ellas ensayaban, ella las imitaba. Pero la desgracia tocó su hogar, porque siendo pequeña perdió a sus padres, quedándose al cuidado de su abuela, que no contaba con medios económicos suficientes. Por esas carencias económicas, la abuela la introdujo en el negocio familiar cuando apenas tenía 11 años. Para poder desempeñarse como una buena plañidera, Liu debía levantarse cada día antes del amanecer para ensayar y muchas veces no podía ir a la escuela porque tenía que trabajar. Cuando iba al colegio, los niños se reían de su extraño trabajo y de las ropas que llevaba. Asimismo tuvo que enfrentar dificultades porque las actuaciones en los funerales tampoco eran fáciles, ya que mucha gente mira con desprecio a las plañideras. Sin embargo, gracias al empeño de su abuela y al desarrollo del negocio, la familia ha salido de la pobreza y Liu y sus hermanos tienen cada uno una casa. Cobran US$600 por cada actuación. Además, la empresa de Liu le da trabajo a 20 mujeres asistentes, que son jóvenes de buen aspecto que llevan uniformes blancos y negros, y que ayudan a los directores de las funerarias al embalsamamiento y otros servicios funerarios.

Liu Jun-Lin, es una plañidera profesional, es decir le pagan para llorar en los funerales, y lo hace muy bien. Sin embargo, sus lágrimas podrán ser verdaderas, pero sus sentimientos no, porque su llanto es parte de una actuación y es estimulado por un contrato de pago.  En este sentido, cuenta la historia bíblica, que Jesús pasaba por un momento de dolor, estaba herido y cargaba una pesada cruz en dirección al Monte de La Calavera. En ese trayecto trastabilló varias veces hasta caer mal herido y agonizante al pavimento. Los soldados romanos al verlo desfalleciente tomaron a un hombre llamado Simón de Cirene y le pusieron la cruz sobre sus hombros. Muchas mujeres, al ver toda esta escena rompieron a llorar desconsoladas. Es allí que Jesús, se detiene un momento y saca fuerzas para decirles: “—Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos”.

Jesús, no estaba pidiéndoles que sean insensibles al dolor, sino que lloraran por cosas más importantes, porque si bien es cierto, Él estaba sufriendo por las heridas y los golpes, sin embargo, todo eso era parte del plan restaurador de Dios para salvar al hombre. No en vano dice las Escrituras: “Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados”.[3] Con razón los versículos que siguen al pedido de Jesús, aclaran el motivo que lo llevaron a hacerlo: “Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: ʻ¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!ʼ Entonces dirán a las montañas: ‘¡Caigan sobre nosotros!’, y a las colinas: ‘¡Cúbrannos!’”.[4] Frente a esa revelación, las lágrimas de esas mujeres no tenían sentido, porque lo que se les venía era realmente para llorar. Y este consejo ha trascendido los años, hasta ahora, y es para nosotros: No nos preocupemos y lloremos por cosas pasajeras, como el dinero, el trabajo o las relaciones humanas, muchas lágrimas se pierden y la fuerza disminuye por la angustia y la tristeza, cuando hay cosas realmente importantes porque preocuparse y llorar.

Nuestras energías se centran en resolver problemas pasajeros y terrenales. Corremos desesperados por hallar soluciones humanas a nuestras deudas, compromisos y decepciones. Finalmente, cuando pensamos que no hay solución, caemos en cualquier lugar y lloramos desconsolados. Y aunque esas situaciones requieren soluciones efectivas, hay realidades más grandes que requieren toda nuestra atención, y la más importante de ellas es nuestra salvación. Con razón, en medio del dolor, Jesús increpó a las mujeres por sus lágrimas sin sentido, porque se les venía mayores angustias, que Él mismo  se dio tiempo de mencionar:40627

“Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca. Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad. Ése será el tiempo del juicio cuando se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Porque habrá gran aflicción en la tierra, y castigo contra este pueblo. Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos. Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria”.[5] Entonces, por este evento cercano si vale la pena llorar y desesperarse, pero “cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención”.[6]

Mi amigo (a), Liu Jun-Lin, es una plañidera profesional, es decir le pagan para llorar en los funerales, y lo hace muy bien. Sin embargo, esas lágrimas no tienen sentido para ella, porque es parte de su negocio. Liu, alguna vez va a llorar verdaderamente, por ella y por las cosas que realmente le interesan. De la mismo forma, mi apreciado (a) amigo (a), se vienen situaciones complicadas y peligrosas que van a afectar el mundo, en medio de esas confusiones, necesitamos estar preparados y con nuestra fe a prueba de balas y de bombas. Lloremos y preocupémonos si ahora no estamos preparándonos para esos días difíciles, si nuestra vida no refleja a Cristo, si nuestros comportamientos son iguales o peores que la gente que vive sin Cristo; lloremos y preocupémonos, si cada día al levantamos,  lo primero que viene a la mente es la tarea o el examen de ese día, las deudas, las decepciones, o si primero corremos a revisar nuestro correo o red social, y si lo que tenemos a la mano no es nuestra Biblia, sino un smartphone o la Tablet para revisar los mensajes, antes que los mensajes del cielo; lloremos, si lo último en nuestra agenda es pasar un tiempo con Dios. Hay cosas realmente importantes para llorar, que nos prepararán para encontrarnos con el Señor.

Hoy ¿por qué estás llorando?, ya escucho a Jesús decir: “no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos”, y por las cosas que se vienen.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Pla%C3%B1idera

[2] http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/03/130228_cultura_taiwan_planidera_profesional_jg.shtml

[3] 1 Pedro 2:24 NVI

[4]  Lucas 23:29-30 NVI

[5] Lucas 21:20-27 NVI

[6] Lucas 21:28 NVI

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