LISTO PARA DERRUMBARSE
“¿Hasta cuándo atacarán todos ustedes a un hombre para derribarlo? Es como un muro inclinado, ¡como una cerca a punto de derrumbarse!” (Salmos 62:3 NVI)
Hace algunos día atrás, un amigo me contaba sus desaciertos, y en medio de la conversación esta frase resumía su pesar: “ya no puedo más… me siento como un edificio a punto de derrumbarse”. ¿Te has sentido alguna vez así?, ¿ahora mismo estás cómo un edificio a punto de desplomarse?, ¿piensas que ya no hay más tierra firme y el siguiente paso es al vacío?
Hace veinte días, en las afueras de la capital de Bangladesh, un edificio de ocho pisos que albergaba fábricas de ropa y un centro comercial se derrumbó dejando más de 1000 muertos y 2000 heridos. Esta desgracia es el mayor siniestro en la historia de ese país. Muchas fotos de este incidente han dado la vuelta al mundo, especialmente imágenes de desolación y muerte. Sin embargo, en medio de la tragedia, puede encontrarse esperanza, y donde todo parece perdido puede hallarse una salida, porque después de 17 días del derrumbe, una mujer fue hallada con vida entre los escombros del edificio, cuando todos pensaban que ya no había ningún sobreviviente. El periódico “Daily Star” dijo que la mujer, llamada Reshma, quedó atrapada en el sótano del edificio de ocho pisos, pero logró sobrevivir muchos días y ser rescatada porque los rescatistas lograron oír los gritos de la mujer y paralizar la operación. Las imágenes de televisión mostraron a los rescatistas reunidos cerca del lugar donde fue encontrada. El jefe de bomberos de Bangladesh, Ahmed Ali, dijo a la agencia de noticias AFP que “fue localizada en una brecha entre una viga y una columna” y “pudo haber tenido reservas de agua o bebido del agua que hemos bombeado en el edificio”.
Esta noticia fatal con un final feliz, puede ser una motivación para que entiendas que, aunque te encuentres cómo “un edificio a punto de derrumbarse”, sin salidas a tus problemas, o ya te desplomaste, y piensas que ya es tarde de todo, en medio de los escombros puedes encontrar la salida, y en medio de la muerte, una resurrección. El versículo 3 del salmos 62, ilustra a una persona “atacada” por todos los flancos, aturdida por el peso de las dificultades o las malas decisiones, que “es como un muro inclinado, ¡como una cerca a punto de derrumbarse!”. Sin embargo, todo el ese salmo ensalza a un Dios de reconstrucciones, de milagros inimaginables. El rey David “profesa su dependencia de Dios, y sólo de Dios, para todo bien (v. 1): «Solamente en Dios descansa (o espera en silencio) mi alma. Por muchas que sean las dificultades o los peligros que me salgan al encuentro, y aunque Dios esté enojado conmigo y sufra yo alguna decepción en las esperanzas que tengo puestas en Él, mi alma—no obstante—espera a Dios en silencio; no digo nada en contra de lo que Él hace, sino que aguardo tranquilamente lo que Él hará; yo sé que de Él viene mi salvación y, por tanto, aguardo pacientemente hasta que llegue lo que Él ha de hacer, pues su tiempo es el mejor tiempo»”.[1]
Y el verso 2, menciona una verdad al que la quiere creer: “Sólo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡Jamás habré de caer!”.[2] El que espera en Jehová, y vive en dependencia de Él, aunque parezca que el derrumbe del edificio es inminente, que ya no hay más que una caída sin salida, ¡no caerá!, “porque Él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos”,[3] y “con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna”.[4] Y aunque pienses que ya es tarde, que ya te derrumbaste, “confía siempre en Él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante Él”,[5] pero no confíes “en la extorsión ni se hagan ilusiones con sus rapiñas; y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas”,[6] porque las salidas que ofrece este mundo, son ilusiones que decepcionan.
Mi amigo (a), nada está perdido, confía en Jehová, y no caerás, aunque todos digan lo contrario. Sométete a su voluntad, se obediente a sus ordenanzas, y cree esto aunque lo escuches otra vez: “Una cosa ha dicho Dios, y dos veces lo he escuchado: Que tú, oh Dios, eres poderoso; que tú, Señor, eres todo amor”,[7] porque “Dios nos habla una y otra vez, aunque no lo percibamos”,[8] y quizás hoy te esté hablando y no te das cuenta.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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