LIBRE (lunes 22 de agosto de 2011)
“Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado” (Romanos 7:14 NVI)
Qué dicha es vivir en libertad. Nada se compara al privilegio de poder ir a donde queremos. Quizás no valoremos esta situación hasta que visitemos una cárcel. Hace algunos años fui pastor en una ciudad del Perú donde se ubica una cárcel considerada de alta seguridad, porque albergaba a los hombres más peligrosos y reconocidos en el mundo del hampa. Allí un grupo de hermanos se atrevió a organizar una iglesia para dar esperanza y libertad espiritual a muchos reos. En ese lugar he podido toparme con muchos temidos delincuentes y personas con una vida sin esperanza. Por esta experiencia, puedo dar fe que hasta los más sanguinarios e insensibles presos darían todo por unos minutos en libertad. No puedo olvidar uno muy famoso por sus fechorías y temido por su crueldad que un día con lágrimas en los ojos me dijo: “pastor, daría todo, hasta mi vida, si hoy me permitieran por solo unos segundos abrazar a mi hija y decirle que me perdone y que la amo mucho”. Ese día, la hija de ese hombre cumplía quince años y cinco sin ver a su padre. Salí del lugar valorando más mi libertad y el poder aprovechar el tiempo con mis hijos.
No obstante, hay otro tipo de cadenas que privan de la libertad de ser felices y vivir a plenitud. Son ataduras que convierten a los seres humanos en esclavos sin valor y esperanza de disfrutar su corta existencia. Esas cadenas se llaman: pecado. Pablo exclama que somos esclavos del pecado, esto quiere decir, privados de nuestra libertad de ser plenamente felices. En síntesis pecado es cualquier pensamiento, palabra o hecho que va en contra de las instrucciones de Dios en la Biblia (mañana seré más preciso con el concepto de pecado).
Mi amigo(a), hoy es el día para poder clamar por libertad. No podemos permitir que el pecado nos agobie, y nos quite fuerzas para aprovechar nuestra corta existencia. No debemos continuar arrastrando nuestra vida en medio de la suciedad de actos erróneos. Hoy debemos acabar con una existencia fingida, donde todos pueden ver una sonrisa que esconde una vida que no agrada al Señor.
Hay esperanza de romper las cadenas que nos esclavizan, Cristo puede devolvernos la libertad en todos los sentidos. La certeza profética nos asegura: “La mente lerda y nublada despertará. El esclavo del pecado será libertado. El vicio desaparecerá, y la ignorancia quedará vencida. La fe que obra con amor purificará el corazón e iluminará la mente”.[1]
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] El Ministerio de Curación, págs. 125, 126
NOTA: Esta semana el tema principal será la doctrina del pecado (saga pecado).