LA VERDADERA NAVIDAD
“Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre” (Lucas 2:16 NVI)

La historia cuenta que alrededor del año 1644 los ingleses sintieron la necesidad de tomar medidas contra una actividad no cristiana. Esa ya se había vuelto una costumbre cada diciembre, puesto que las tabernas se llenaban de multitudes alegres, los negocios cerraban antes, los amigos y las familias se juntaban para atiborrarse de platos especiales y emborracharse, las casas se decoraban con plantas y cantar en las calles parecía lo más normal del mundo. En síntesis, la gente se dejaba llevar por un ambiente de excesos, cosa que deshonraba el estilo de vida cristiano.
Esa “actividad no cristiana” era la Navidad, y el gobierno puritano inglés la veía como una fiesta pagana, sin ninguna justificación bíblica de que Cristo hubiese nacido el 25 de diciembre.
En otra región del planeta, sucedió lo mismo. En Massachusetts, por las mismas razones que en Inglaterra, no hubo Navidad entre 1659 y 1681. Después de la derogación de la ley que prohibía las celebraciones navideñas, muchos puritanos siguieron considerando la festividad de diciembre como una abominación pagana.
La pregunta cae de madura, ¿por qué sucedieron estas prohibiciones? La respuesta se encuentra en otra pregunta: ¿cuál es el origen de esta celebración cristiana? Para responderla debemos comentar dos puntos:

- Esta celebración tiene que ver con el nacimiento de Jesús: La realidad es que no hay consenso acerca de cuándo nació Jesús exactamente. Algunos teólogos piensan que podría ser en primavera debido a las referencias a los pastores en los campos que observan a sus rebaños. Es probable que en diciembre hubieran buscado refugio para sus ovejas. O podría haber sido en otoño si los pastores estaban observando a sus rebaños durante la temporada de apareamiento, para separar a las ovejas que ya se habían apareado del resto. Pero en la Biblia no aparece ninguna fecha. Definitivamente, el nacimiento de Jesús no fue a finales de diciembre.
- Ritual no cristiano: Desde la época romana, como tradición pagana, había existido un período festivo a finales de diciembre. En esencia, era un festival de la cosecha: se daban regalos, las casas se decoraban con coronas, había mucha comida y el consumo excesivo de alcohol era fundamental para el espíritu de la fiesta. Según el historiador Simon Sebag Montefiore, los primeros cristianos tenían que competir con la diversión que las tradiciones paganas prometían a nivel social. Pero, a pesar de sus intentos por establecer otras actividades, claramente perdieron, porque los romanos abandonaron gradualmente el paganismo y adoptaron el cristianismo. Pero en esta transición, el calendario cristiano se apropió poco a poco del pagano, y la fiesta de origen secular se estableció en su ceno.

Parece que no hay duda de que el origen de la celebración navideña no es cristiano, es claramente una fiesta secular adoptada de los paganos romanos y acomodada a un evento bíblico. Con razón la escritora cristiana Elena de White responde con claridad las preguntas formuladas en el párrafo anterior en relación a la navidad:
“‘Ya llega la Navidad’, es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención?… Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos… En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde había sepultado a Moisés. Le enterró, luego le resucitó y lo llevó al cielo. Obró así en secreto para evitar la idolatría… Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo y el único que debía ser recibido y en quien se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a él”.[1]
Mi apreciado(a) amigo(a), entonces ¿qué hacemos frente a esta celebración? White también tiene las palabras oportunas para esa pregunta:
“El mundo dedica las fiestas a la frivolidad, el despilfarro, la glotonería y la ostentación… En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán mucho dinero en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos simplemente para satisfacer el apetito y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una ocasión de honrar y glorificar a Dios… Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo. Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, depuso su realeza, dejó su trono de gloria, su alta investidura, y vino a nuestro mundo para traer auxilio divino al hombre caído, debilitado en su fuerza moral y corrompido por el pecado… Los padres debieran recordar estas cosas a sus hijos e instruirlos, renglón tras renglón, precepto tras precepto, en su obligación para con Dios, no en la que creen tener uno hacia otro, de honrarse y glorificarse mutuamente con regalos”.[2]
Y aunque es inevitable para muchos seguidores de Jesús toparse con un arbolito navideño, luces multicolores o un señor bonachón que se ríe con un “jo, jo, jo” repartiendo regalos, sí podemos evitar hacer cosas que relajen lo sagrado y nos desvíen del verdadero objetivo navideño, Jesús el Salvador del Mundo.
Que estas fechas nos sirvan para compartir amor entre nosotros, entre las personas que nos rodean y que Jesús sea la esperanza para los que corren buscando un regalo o una fiesta que les proporcione sentido a la vida. Asimismo, estas fechas nos deben motivar para que cada día del año sean navideños, donde a través de nuestro testimonio la gente mire a Jesús y se aferre a sus promesas.
¡Feliz navidad… hoy, mañana, pasado y hasta que Cristo venga!/////////////.
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[1]Elena G. de White, El hogar cristiano, Primera edición. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 434–435.
[2]Elena G. de White, El hogar cristiano, Primera edición, 436–437.