LA MIRADA EN ÉL
“Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” (Hebreos 12.2–3, NVI)
La historia de Agnes, podría ser otra normal. Tras padecer una corta enfermedad, le programaron una cita con el neurólogo, quién le hizo algunas pruebas. Los resultados no fueron nada fuera de lo normal, salvo por un pequeño detalle, que hace que su historia sea contada: ella padecía de simultanagnosia.[1]
La simultanagnosia, un trastorno que hace que Agnes pueda percibir objetos individuales pero no toda la escena. Por ejemplo, cuando en medio de las pruebas le mostraron una foto donde había un niño robando unas galletas de la cocina mientras su madre estaba ocupada lavando los platos, ella podía describir las cortinas y la ventana de la cocina, pero nada más. Cuando le volvieron a mostrar la imagen, pudo describir al chico que se estaba robando la galleta, pero fue incapaz de detectar cualquier otra cosa de la escena, incluyendo las cortinas y la ventana que había descrito la primera vez que le mostraron la imagen.
Es decir, Agnes, puede solo enfocarse en una sola cosa de una escena en particular. Su doctor Joel Shenker, de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos la describió así: “En teoría, si le hubiéramos mostrado la misma imagen muchas veces, hubiera podido describir toda la escena de forma individual, pero nunca la hubiera podido juntar y verla como un todo».
Aplicando esta ilustración a la vida cristiana, considero que todos deberíamos padecer de simultanagnosia, para que en medio de estos tiempos peligrosos, donde es fácil distraerse con la intemperancia, la sensualidad, la secularidad, la incredulidad, la opulencia y el egocentrismo, solo podríamos ser capaces de mirar a Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe.
Nada es más peligroso para nuestra fe, para nuestros correctos hábitos cristianos, y nuestras prácticas religiosas, que prestar mucha atención a los elementos distractores que ya mencionamos, que se promocionan insistentemente en los modernos medios de comunicación actuales, y dejar de enfocarnos en Jesús.
Es tan natural para un típico cristiano posmoderno, levantarse cada mañana y correr a su smartphone que descansa junto a él, para enterarse las principales noticias, para revisar las últimas publicaciones en sus redes sociales, y responder los últimos mensajes que quedaron pendientes a la media noche, un poquito después que se quedara dormido. La vida gira en torno a los placeres, al trabajo agobiante, a los problemas que presionan y las practicas humanas que satisfacen, que acordarse de mirar a Jesús, es casi imposible. No obstante, la vida se deteriora, el ser humano camina sin rumbo, sin sentido existencial y nada le da una satisfacción duradera.
Por eso, el autor del libro de Hebreos nos recuerda que la única manera de restaurar las fuerzas, encontrarle sentido a la vida, disfrutar cada momento y cada dificultad, andar con optimismo y confianza a pesar de todas las presiones de este siglo peligroso es centrar la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe.
Esto debería intentarse cada mañana, en el último minuto antes de dormir, y cada vez, durante el día, cuando tengamos algo complejo que enfrentar o una decisión difícil que tomar. Porque la posición de victoria frente a las adversidades no es corriendo a buscar un préstamo, una receta o una buena terapia psicológica, menos levantando los brazos y gritándonos frases de autoayuda o de automotivación, sino de rodillas encomendando nuestra vida al Perfeccionador de nuestra fe, quién a través de su Palabra nos muestra todas las salidas y las respuestas a las preguntas más complejas.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, “fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo”.//////////////.
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://www.bbc.com/mundo/noticias-37451067