LA MAYOR RIQUEZA

“En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia” (Efesios 1:7 NVI)

La revista “Astrophysical Journal Letters”, publicará la investigación de un equipo de investigadores estadounidenses y franceses que descubrieron un planeta el doble de grande que la Tierra y compuesto en su mayoría por diamante. El planeta rocoso, llamado “55 Cancrie”, orbita en torno a una estrella similar al Sol en la constelación de Cáncer, y se mueve tan deprisa que un año allí dura apenas 18 horas. El radio de este planeta es el doble del de la Tierra, pero es mucho más denso y su masa es ocho veces mayor. También está muy caliente, con temperaturas en la superficie de hasta 1.648 grados centígrados.[1]

Los investigadores principales de este estudio, Nikku Madhusudhan, de la Universidad  de Yale (USA) y Olivier Mousis, del Instituto de Recherche en Astrophysique et Planetologie en Toulouse (Francia), estiman que al menos un tercio de la masa del cuerpo celeste, una masa equivalente a unas tres Tierras, podría ser de diamante.

¿Te imaginas un planeta donde en cada esquina podrías patear diamantes como si fueran piedras?, o mejor dicho, ¿te imaginas nuestro planeta Tierra rodeado de montañas de diamantes? Quizás pocos serían los afortunados de poder apreciar tanta belleza, porque el humano corazón, lleno de codicia, habría hecho todo, para desaparecerlo; o en otro caso, los habitantes de la tierra estarían en constante guerra por apropiarse de esas piedras preciosas, porque cuanto añora el ser humano por acumular muchas riquezas. Jesús en su paso por la tierra, ya había desenmascarado el deseo humano de obtener bienes materiales a toda costa, porque dijo: “—Resulta que ustedes los fariseos —les dijo el Señor—, limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están ustedes llenos de codicia y de maldad”.[2]

Las riquezas no dejan de ser importantes, facilitan muchas cosas y son de mucha bendición cuando la persona que la posee, la utiliza con un espíritu de servicio y gratitud a Dios que la da. Sin embargo, en un mundo egoísta, las riquezas no satisfacen en absoluto, más bien engendran más codicia y maldad. Codicia, porque se busca más riquezas incansablemente, y maldad, porque no importa nada ni nadie, con tal  de poseerla; además, genera envidia en la gente que no tiene y miedo en la que tiene más. Salomón completa la idea al señalar que la riqueza no trae seguridad, más bien zozobra: “Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables”.[3]

No obstante, por encima de todo, existe una riqueza que si satisface, que trae felicidad y llena la vida de esperanza. Pablo la menciona: “Las riquezas de su gracia”. Entendí un poco más de esta riqueza, esta misma mañana al entrar a un taller de autos. Estaba con un buen amigo, líder de una iglesia, me acompañaba porque él sabía mucho de autos y el mío necesitaba unos arreglos. Allí en medio de autos, y de gente que no conocía “las riquezas de la gracia” de Dios, nos topamos con un mundo que vive entre malas palabras, gestos obscenos y prácticas que no van con un cristiano. Allí mi amigo me hizo la siguiente pregunta: “pastor ¿qué sería de nosotros si la gracia de Dios no nos hubiera encontrado?, aunque no me dio tiempo de responder porque con un suspiro profundo afirmó: “alabado sea en nombre de Dios porque su gracia me ha encontrado y lo atractivo del mundo no significa nada para mí”. Esa frase me marcó, no respondí nada más, ese simple hermano, me hizo entender un poco más de la verdadera riqueza que Dios nos ha dado: “su gracia”.

Mi apreciado amigo (a), por gracia de Dios vivimos, por gracia nos movemos y solo por esa gracia podemos ser salvos. Alabemos al Señor, porque podemos llegar a ser verdaderamente ricos, viviendo en paz y gozando del perdón del cielo. Con razón el mismo Jesús dijo que no acumulemos riquezas que el moho y la polilla lo desaparecen, porque existe un verdadero tesoro en la gracia de Dios. Si la buscamos, la obtendremos y diremos como Salomón: “Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. “Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros”.[4]

¿Desearías obtener las riquezas de la gracia de Dios?, entonces pídelo a través de una oración, en el lugar que te encuentras y en este instante.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

Ubícame en mi página web: www.poder1844.org

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