LA IGLESIA ESTÁ AFUERA

“Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión” (Marcos 5:19 NVI)

perroEstuve leyendo la historia de un perro callejero y un veterinario de buen corazón. Este perro vivía en las calles, dormía en cualquier hueco sucio y comía en todos los basurales que encontraba. Este perro andaba sucio, flaco, lleno de sarna e infestado de garrapatas. Muchas veces fue rechazado por personas enfurecidas que le gritaban: ¡fuera perro sarnoso!, otras veces no puedo escapar de las pedradas que le lanzaron, por eso su cuerpo llevaba varias heridas infectadas que le producían mucho dolor. En definitiva, este perro solamente sobrevivía, sin esperanza, sin futuro. Hasta que un día, mientras andaba perdido, se encontró con un veterinario, que al verlo en esa condición, tuvo compasión por él. Se acercó, y era tanta la debilidad de este cachorro que ni escapar pudo, de tal forma que este hombre sin importarle sus ropas limpias, lo tomó en sus brazos, y lo llevó a su casa. Allí lo bañó, lo curó, le dio medicina, leche y buena comida, además lo adoptó como su propio perro. La vida de este perrito cambió, sanaron sus heridas y la sarna, las garrapatas murieron y fue ganando peso. A los pocos meses estaba gordito y con un pelaje brioso. Una mañana,  el veterinario se levantó para alimentarlo, pero se percató que la puerta había sido rota a mordiscos y se dio cuenta que el perro había vuelto a la calle. El hombre sacudió la cabeza en señal de tristeza y decepción, porque había hecho tanto por el cachorro y este había  huido. Sin embargo, a la mitad de la mañana escuchó unos ladridos afuera de su casa, y cuando fue a ver que sucedía, delante de la puerta estaba su perrito, al que había salvado la vida, pero no estaba solo, detrás de él habían cinco perros más, todos sucios, sarnosos y flacos. Este perro había regresado a la calle, pero no a ensuciarse de nuevo, sino a buscar a sus amigos que vivían como él una vez vivió, que sufrían como él una vez sufrió, y les dijo: “no pueden seguir viviendo así, yo encontré un Salvador, vamos, los llevaré a Él y serán sanados”.

En esto consiste el sentido de llegar a ser cristianos, de conocer a nuestro Salvador: “Qué nuestros amigos, que viven como un día nosotros vivimos, que sufren, como un día nosotros sufrimos, puedan conocer y aceptar al que nos salvó la vida”. No puede haber cristianismo, sin contarle a otros lo que Dios ha hecho por nosotros y tenerles compasión, porque con ese sentimiento, los llevaremos al Médico Divino para que encuentren sanidad para sus vidas. Con razón el apóstol generosidadSantiago decía que “la religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo”.[1] En palabras cortas: “No puede existir una iglesia, donde sus miembros vivan felices y sanos, mientras que afuera, sus amigos se mueren de hambre y de dolor”.

Esa es la historia de ese hombre de Gadara, que  de “noche y día andaba por los sepulcros y por las colinas, gritando y golpeándose con piedras”,[2] sucio, enfermo, herido y a expensas del enemigo. Pero se encontró con Jesús, el Salvador, el verdadero Médico, y fue liberado, recobró su salud, sus heridas se sanaron y su vida se llenó de esperanza. Sin embargo, la cosa no acabó allí, más bien comenzaba, porque Jesús le dio la tarea más importante de su vida, que le daría sentido a su cristianismo: “—Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión”. CARRY

Mi amigo (a) cristiano (a), no tiene sentido una iglesia que vive encerrada entre sus paredes, una vida así no le agrada al Señor, aunque se celebren lo mayores cultos a su nombre. Lo que a Dios le agrada, es una iglesia que viva en las calles, buscando a los perdidos y con compasión decirles: “no pueden seguir viviendo así, yo encontré un Salvador, vamos, los llevaré a Él y serán sanados”.

¿Te imaginas comiendo un rico potaje, con mucha fruta y jugos refrescantes, mientras afuera, cerca de tu puerta hay gente que no tiene que comer y se mueren de sed?, ¿te imaginas abrigadito entre tus limpios edredones, dispuesto a tener un placentero sueño, cuando afuera tus amigos se mueren de frío y viven entre pesadillas?, ¿te imaginas a una iglesia que vive feliz y seguro entre sus cuatro paredes, alabando a un Salvador que ni se encuentra allí porque Él está buscando a los perdidos? Mi amigo (a), ¿qué ha hecho Dios por ti?, entonces, ¡busca a tus amigos, llévalos al Salvador y que ellos también puedan contar las maravillas de su vida nueva! Si haces eso, serás un cristiano genuino, de otro modo no sabes lo que significa vivir el cristianismo.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] Santiago 1:27 NVI

[2] Marcos 5:5 NVI

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