LA GENERACIÓN CONFINADA
“Pero ahora se ven más sucios que el hollín; en la calle nadie los reconoce. Su piel, reseca como la leña, se les pega a los huesos” (Lamentaciones 4:8 NVI).

Esta pandemia está dejando heridas y cicatrices en casi todos los aspectos de la realidad humana, y los jóvenes entre 15 y 24 años serán los más heridos que el resto de la población por la crisis económica, social, psicológica y hasta física. Los sociólogos a este grupo poblacional le han acuñado el título de la «generación confinada».
En el plano económico, según un análisis de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las dificultades que enfrentan actualmente en el mercado laboral y las que les esperan en el futuro post-pandemia, serán severas. Ya en estos días, los reportes estadísticos revelan que “uno de cada seis jóvenes en el mundo ha perdido su empleo desde el comienzo de la epidemia y los que siguen ocupados vieron reducir sus horas de trabajo en un 23%”.[1]Asimismo, lo expertos aseguran que los efectos de esta crisis económica/laboral se extenderán por al menos una década.[2]
En el plano social, las relaciones amicales y amorosas definitivamente se han visto afectadas, condenando a la generación confinada a nuevos comportamientos sociales y nuevas reglas de relacionamiento. Los que han pasado los 35 años, son la última generación que ha disfrutado de los paseos al parque, las risas, las tomadas de mano y los abrazos sin miedo ni complicaciones. Las cosas ahora han cambiado y la generación confinada sufrirá a plenitud esos cambios, de tal forma que en este plano a esta generación la podríamos llamar la “generación de las mascarillas y guantes”, porque salir al parque, dar un paseo o encontrarse con la novia, no volverá a ser igual. Si antes nos preocupábamos por estar bien vestidos, por el perfume adecuado o la rosa para el regalo, ahora eso ya no es lo más importante, porque las mascarillas, los guantes y mantener la distancia serán las primeras preocupaciones, y no nos sorprendamos que en vez de una flor, el regalo preferido para los enamorados sea un frasco de alcohol en gel.

En el plano psicológico, los expertos dicen que los más jóvenes son los más afectados. Los planos anteriores tienen una gran parte de responsabilidad, porque la incertidumbre de la estabilidad económica y el hecho que su inclinación social natural, que exige contacto y drenaje de energía, se haya limitado a una silla y una pantalla, está afectando la salud emocional con futuras repercusiones graves y profundas. Ya no es raro escuchar que las citas ya no son en el “mall”, en la casa de un amigo o en un parque, sino en “meet” o “zoom”, y estas plataformas de ninguna manera van a reemplazar las necesidades afectivas y emocionales. Sin embargo a todo esto, hay que sumarle la influencia muchas veces negativa de su entorno y la convivencia familiar tóxica, que se ha profundizado en estos días de cuarentena, donde los padres somos lo primeros terroristas de la salud emocional de nuestros hijos. Imaginemos un muchacho/a de por si alterado/a emocionalmente por su generación condenada a los cambios afectivos y sociales, escuchando las quejas y peleas de sus padres o las amenazas de un: “que acabe la cuarentena y nos divorciamos”.
En el plano físico, la generación confinada, tampoco será inmune, y quizás sin oportunidad de escape a sus efectos negativos. Nuestros hijos están con la amenaza de enfermarse de diabetes, obesidad, presión arterial alterada, dificultades visuales, problemas del sueño y alteraciones alimenticias. Todas ellas causadas, en primer término, por la nueva forma de vida sedentaria y por las nuevas rutinas frente a un aparato electrónico a tiempo y fuera de tiempo. Y lo que es más inquietante, de acuerdo a las proyecciones antropológicas, es que si no se toman las precauciones debidas, en breve veremos una generación alterada físicamente, donde la joroba, los ojos rojos, el cuerpo encogido y la cabezas grande resalten en la nueva anatomía del ser humano.

No me extraña que los historiadores, que repasan los rezagos de los eventos pasados que han marcado a la humanidad, frente a esta pandemia, aseguren que esta vez es mucho peor y que los efectos serán duraderos. Tampoco me extrañaría que la profecía de Jeremías se repita en nuestros días y veamos a nuestros hijos arruinados para siempre: “Pero ahora se ven más sucios que el hollín; en la calle nadie los reconoce. Su piel, reseca como la leña, se les pega a los huesos”.
Es cierto que sobre los acontecimientos proféticos no tenemos control, esos seguirán su rumbo, pero sin duda tenemos el control sobre nuestra vida y nuestra familia. Estamos a tiempo de salvar a la generación confinada y salvarnos a nosotros mismos. Te dejo algunos consejos[3] si te atreves a ser un agente de cambio y ayuda:
- Ten un plan de acción, te ayudará a tener una sensación de control sobre tu día a día. Usa esta regla de 3: el día tiene 24 horas, si las divides entre 3 quedan 8. Dedica 8 horas a trabajar, 8 a descansar y otras 8 a ti mismo. Será más o menos fácil según cada situación, pero el autocuidado es importante.
- Mantente ocupado. No estresado, sino de una manera ordenada, aunque puedes cambiar el orden de las tareas para no sentir que todos los días son iguales. El ejercicio y la meditación ayudan mucho.
- Sé realista, flexible y paciente. Ten los pies en la tierra y al mismo tiempo sé comprensivo y empático contigo mismo.
- Céntrate en el presente: ¿Hoy qué puedo hacer? Es muy importante cómo te organizas el día.
- Crea círculos virtuosos. Son los buenos hábitos (amables, responsables, de autocontrol, de diversión, de desahogo). Es lo contrario a los círculos viciosos, que son destructivos.
- Ten un propósito. ¿Por qué y para qué voy a hacer esto? ¿Qué puedes hacer por ti y qué puedes hacer por otros? Cuando ayudas a alguien te sientes bien.
- Administra de la mejor manera el tiempo inevitable que debes estar frente a una pantalla. Asimismo cuida la forma y posición en que usas tus aparatos electrónicos, el mejor consejo es: que estén a la altura de tus ojos. Ahora ya no es una opción conectarte, pero si una obligación desconectarte. Si eres padre, ayuda y pon autoridad sobre este aspecto.
- Organiza tu día y tus objetivos. Haz tu agenda y que ningún aspecto de salud pase a segundo plano: Tus horas de comer, de descansar y ejercitarte.
- El sabio Salomón advirtió que el “espíritu quebrantado seca los huesos”. No hay duda que la parte emocional y sensible o fortalece tus defensas inmunológicas o las debilita, asimismo te hace valorar la vida o despreciarla. Orar, estudiar la Biblia y practicar sus consejos, vuelve inquebrantable al espíritu y por consecuencia colma de buena salud.

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, quizás ya no seas de la generación confinada o quizás sí, en ambos casos, tienes una vida que cuidar y preparar para estos días difíciles, y por sobre todo una familia que apoyar para que llegue a encontrarse con Jesús. Es real, sobre el mundo no tenemos influencia, tampoco sobre nuestra nación, pero si sobre nuestra vida y nuestra familia, y no es descabellado pensar que una vida o una familia de fe desbordando salud, puede ser la mejor influencia para una nación y para el mundo. ¿Qué piensas… qué decides?///////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-52828042
[2]Ibíd.
[3]Las seis primeras recomendaciones son de la psicóloga Laura Rojas-Marcos.
Joe Saavedra es autor del libro: «FELICES. Sube a la montaña», una lectura que va a mostrarte un camino de paz, esperanza y buena salud emocional que estos días de incertidumbre y temor al futuro lo necesitan. Descárgalo y léelo de:
O también descárgalo de aquí:
https://www.kobo.com/ww/en/ebook/felices-3