HOMBRE PRECAVIDO
“Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «No se duerma usted en sus laureles; trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar».” (1 Reyes 20:22 NVI)
El rey Acab estaba prácticamente perdido, no tenía los medios ni la fuerza para hacer frente a su enemigo Ben Adad, rey de Siria, que había reunido “a todo su ejército y, acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria, y la sitió”.[1] Sin embargo Jehová, por amor a su pueblo, intervino una vez más y el pequeño ejército de soldados novatos, prevaleció contra las huestes sirias. Mientras Acab pasaba revista a su disminuido ejército vencedor, se le acercó un profeta y le dio un consejo que podría evitarle lamentos posteriores, y considero que ese consejo puede, a nosotros también, evitarnos complicaciones en nuestras actividades diarias. El consejo fue: “No se duerma usted en sus laureles; trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar”, es decir, “ahora ganaste, pero enseguida vienen más batallas, entonces tome todas las precauciones necesarias”, “sé precavido”, “adelántese a los acontecimientos”.
El término “precaución”, según el Diccionario General de la Lengua Española, es el “cuidado y reserva de una persona al hablar o actuar para prevenir un daño o un peligro, o sigilo con el que procede para evitar que sea advertida su presencia”,[2] y sus sinónimos pueden ser “prevención, cautela, reserva, cuidado, tiento, medida, caución, disposición, providencia, circunspección, escama, aviso”.[3] Con razón un proverbio chino dice: “Excava el pozo antes de que tengas sed”. Porque un hombre precavido se anticipa a las dificultades que vienen más adelante, y tomando el material de sus victorias, construye una fortaleza que defienda su vida de seguras derrotas.
Dios nos llama a tomar precaución sobre cada aspecto de nuestra vida, en la salud, en la temperancia y en las actividades que realizamos, por lo mismo, el libro “Consejos para la Salud” dice: “Hay una gran obra que se debe realizar para la humanidad doliente en aliviar sus sufrimientos por medio del uso de los agentes naturales que Dios ha provisto, y en enseñarles cómo prevenir la enfermedad por medio del control del apetito y de las pasiones. Hay que enseñar a la gente que la transgresión de las leyes de la naturaleza es transgresión de las leyes de Dios”.[4]
Además, la precaución también es necesaria en nuestros deberes cristianos, y más aún, en la lucha contra las tentaciones y el pecado. Recordemos estas palabras: “Tiempos peligrosos están delante de nosotros. Cada uno de los que tienen conocimiento de la verdad deberá despertarse y entregarse en cuerpo, alma y mente, bajo la disciplina de Dios. El enemigo nos persigue; debemos estar bien despiertos y prevenidos contra él; debemos revestir la armadura completa de Dios; debemos seguir las direcciones que nos han sido dadas por el espíritu de profecía. Debemos amar la verdad presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar los graves errores del tiempo presente”.[5]
Mi amigo (a), el consejo está dado, “no te duermas en tus laureles”, “no te adormezca con tus victorias pasadas”, reacciona y toma precauciones para cada momento y espacio de tu vida. Es mejor trazar un plan antes de la guerra, que en medio de ella no saber qué hacer, por eso Séneca decía: “Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto”.
Hoy podemos iniciar nuestro plan de contingencia, y estar preparados para los momentos de dificultad y tentaciones, recuerda que “el hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha”.[6]
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] 1 Reyes 20:1 NVI
[2] Diccionario General de la Lengua Española Vox, ed. Núria Lucena Cayuela (Barcelona: VOX, 1997).
[3] Eladio Pascual Foronda, Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos: de la Lengua Española (Barcelona: VOX, 2007), 608.
[4] Consejos sobre la salud e instrucciones para los obreros médicos misioneros, pág. 201
[5] Testimonios Salectos, T. 5, págs. 122,123
[6] Proverbios 10:5 NVI