HIJO, ¡CUIDADO CON LAS GRADAS!

“Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen…” (Isaías 40.30, NVI)

gradasEra más o menos las 3 y 45 de la tarde, mamita estaba terminando su turno. El clima de Cochabamba era propicio para salir a caminar, saltar y eso hacíamos cerca del hospital. Tú tendrías aproximadamente unos 2 años, y caminabas de un lado a otro como estrenando tus piernas. Cerca de donde estábamos había unas gradas que terminaban en una vereda amplia con azulejos trasparentes. De un momento a otro comenzaste a correr hacia ellos y al instante te detuve, y buscando tu mirada te advertí: “hijo, delante de ti hay gradas, si no paras te vas a caer, te va a doler, te vas a lastimar”, me miraste incrédulo, creo que no entendiste, porque en unos tres segundos intentaste de nuevo correr hacia la escalera. Yo intenté detenerte un par de veces más, pero entendí que no ibas a parar, que el golpe era necesario y con un suspiro me aparté de tu camino. Tú seguiste directo a tu martirio.

¡Te caíste! Un golpe fuerte antecedió a un grito desesperado, corrí hacia dónde estabas y tú me buscabas con la mirada. Mi corazón no latía con normalidad, el golpe y el dolor parecían míos, el llanto también, son situaciones que los padres entendemos. Vi tu rodilla lacerada y el codo maltrecho, y quise levantarte, pero me detuve, tenías que hacerlo solo, yo estaba para darte una mano, pero tenías que levantarte, sino la lección quedaba a medias.

Te agarraste fuerte de mis manos, y otra vez te hablé, ahora si me prestaste atención: “Hijo, tienes que levantarte, no estás solo, yo te ayudo”. Con la ayuda de mi brazo te pusiste de pie. Tu rodilla sangraba, uno de tus codos también, pero allí en medio de tu mundo, con la cara empapada de lágrimas estabas de pie, con una lección aprendida, y listo para el siguiente paso.gradas 3

Este último año, te encontraste con más escaleras, no tan grandes pero suficientes para caerse, y las haz podido sortear, pero tambaleaste en algunas. Quería recordarte esto, porque tu mundo se va agrandando, hoy cumples un año más y vas perfumando tu vida con la adrenalina de la adolescencia, pero ya te diste cuenta que cuando más ensanchas tus territorios más grandes y más numerosas son las gradas por donde puedes caer. Cada escalera son las pruebas y retos que debes enfrentar.

Crecer es despertar, y despertar es darse cuenta por uno mismo que el camino que parecía llano y seguro, no lo es. Hay escaleras en su recorrido, unas más grandes que otras, y todas, absolutamente todas, tienen que bajarse con el mayor cuidado, porque puedes tropezar y caer, y las caídas duelen, te hacen sangrar, te marcan para siempre. Pero si aprendes a bajar las escaleras, entonces serás plenamente dichoso, y buscarás la siguiente, porque la vida se trata de eso, de bajar y subir escaleras.

Hoy te miro de cerca, no lo sé mañana, pero te veo más despierto, sudando vida y calentando motores, la autopista de tu vida está ya a pocos metros, tendrás que iniciar su recorrido e inevitablemente te encontrarás con muchos obstáculos que como escaleras tendrás que bajar, grada a grada. No puedo detenerte, ni acompañarte todo el tiempo, lo único que puedo es prepararte y aunque mi recorrido no será el mismo que el tuyo, coincidiremos en que las escaleras son ineludibles.

Cada grada no es igual que el otro, ni cada grada será fácil como el anterior, ni tan difícil como los siguientes, pero es inevitable este recorrido, así está hecha la vida. Lo que marcará la diferencia es cómo bajes las escaleras, cómo las enfrentas. Y aunque las gradas te gradas 4pueden hacer plenamente feliz, también te pueden derribar, por eso entiende que el precio de oler una rosa es toparte con sus espinas o querer disfrutar de un chapuzón refrescante en el mar es caminar por la arena caliente.

Hijo, el profeta Isaías conocía el recorrido que el ser humano debe hacer por esta tierra, y también conocía de las escaleras, por eso escribió: “Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen…”, porque cansarse y caerse es derecho de los seres humanos, pero quedarse maltrecho allí en el suelo o no aprender de las caídas no es una opción segura para seguir el recorrido y vivir en alegría, y sobre todo no es lo que Dios desea, ni nos creó para eso. Por eso, el profeta completa la idea en el versículo siguiente: “pero los que confían en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”,[1] porque los pasos más seguros son los que se dan con la compañía del Creador, Él sí estará en todo tu recorrido. Confía en Dios, agarra fuerte su mano y disfrutarás todas las gradas, y seguro que subirás la escalera que te llevará al cielo.

Estuve pensando en un buen regalo para este día, ya te llegará uno por allí, pero hablarte de las escaleras, me parece uno mejor, con un lazo grande que diga: “Teme a Dios, agarra fuerte su mano y empieza tu recorrido”, en esa condición disfrutarás de la vida y nunca dejarás de soñar.

Aquella tarde, al final de esa escalera, entre los azulejos transparentes te vi llorar, y ese llanto era de un hombre que empezaba a vivir, gradas 5ahora estas más grande, ya te he visto llorar por algunas gradas que no pisaste bien, pero lo tuyo no es caer de grada en grada, lo tuyo es, como tantos otros muchachos que Dios creó, bajar y subir escaleras con los brazos arriba, la mirada en el cielo y un grito de victoria que dice: “Ohhh yesss lo hice bien”./////.

joe  firma 2

 

Desde mi rincón de poder…y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] Isaías 40.31, NVI

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