HASTA LOS BURRITOS
“El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!” (Isaías 1.3, NVI)
Hace pocos días leí una pequeña noticia sobre esos animalitos que son el soporte de los agricultores en el campo, pues son el vehículo de carga para todo tipo de terreno, me refiero a los “burritos”. Estos trabajan duro y sin quejarse, quizás por eso ya es famosa esta frase: “Trabajo como burro”. Entonces cada trabajador que se siente así añora unas merecidas vacaciones.
Pero la noticia decía que en Kenia, no solo las personas que trabajan se toman unas vacaciones, sino también los burros.[1] No es broma, allí en este país del este africano estos fieles asistentes en las labores del campo, se toman unas vacaciones hacia fin de año y, como los humanos, siempre vuelven al sitio de labores al final del descanso.
Según cuentan los pobladores de varias localidades del sur de ese país, todos los años unos 3.000 ejemplares abandonan a sus propietarios para aparearse y “engordar” antes de que llegue la temporada de sequía. El fenómeno se produce entre julio y diciembre con la población cuadrúpeda de pequeños poblados como Kilonito, Indupa, Singiraine, Iloshon, Inaudot, Elonchekut Supat, y Emirishoi, de acuerdo con la reseña que hace el diario The Star de Kenia.
Para un país de vocación agrícola muy dependiente de pequeñas parcelas privadas, la falta del burro podría ser una mala noticia que presagiaría complicaciones para el trabajo de los campesinos, sin embargo estos no se alarman porque saben que el burro ido eventualmente regresará para seguir acarreando. William Moile, un jefe local citado por el diario, cuenta que los burros “simplemente se niegan a escuchar a sus amos y parten a las llanuras a comer y a hacer fiesta” antes de volver a ayudar para la temporada seca. “Crecí aquí y durante los últimos 40 años nadie ha puesto en duda sus hábitos. Para nosotros es normal que las bestias de carga quieran descansar”, añade Moile con muy humana comprensión.
Lo sorprendente de este trajín es que los burros saben el momento en que acaban sus vacaciones y regresan a su centro de labores, como dice Moile: “Ellos saben cuál es su calendario, así que nadie se molesta en ir a buscarlos”. Asimismo, John ole Karasi, uno de los agricultores locales consultado por el mismo periódico The Star, dice que no se preocupa por la suerte de sus 35 burros cuando llega la temporada “vacacional”, porque sabe que eventualmente las bestias regresarán por su propio pie, o para decirlo con mayor precisión, por su propia pata.
Es interesante notar que estos animalitos, con solo su instinto, saben lo que deben hacer, conocen el camino de regreso a su casa, conocen de donde son y a quién le pertenecen. Sin embargo, muchos seres humanos, con toda su inteligencia, con todos los aparatos sofisticados de ubicación que hoy existen, no saben dónde están, para donde van o porque existen. Andan perdidos, buscando una pista que les muestre el sentido de la vida. Asimismo, muchos cristianos, a pesar que saben de dónde son, a quién le pertenecen, para dónde van, tristemente viven perdidos, con un cristianismo falso, miran para el lado equivocado y andan en dirección a un precipicio de oscuridad y muerte.
Con razón El Todopoderoso, a través del profeta Isaías, sabiendo la condición espiritual del pueblo de Israel, los compara con bueyes y burros, pero la comparación es triste, porque ni siquiera los llamados “pueblo de Dios” son mejores que esos animales, sino están por debajo de ellos, porque como Dios mismo lo dice, por lo menos “el buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!”, y eso que Él hizo todo por ellos, o en sus palabras: “Yo crié hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí…”[2]
Mi amigo (a), tenemos que reflexionar y tomar decisiones de vida y salvación: ¿cuál es nuestra realidad?, ¿cómo estamos viviendo?, ¿estamos perdidos a pesar de conocer el camino?, ¿nos hemos revelado contra tu Dios?, quizás, ¿tenemos menos discernimiento que un burrito que no nos damos cuenta de las cosas que hacemos o cómo vivimos?
Gracias a Dios que todavía estamos a tiempo y el camino de retorno todavía es visible, por eso debemos pedir con urgencia la presencia del Espíritu Vivificador, para que despierte nuestros sentidos dormidos y nuestra inteligencia entenebrecida encuentre claridad para tomar decisiones, en esta condición aceptaremos el llamado que Dios nos hace: “¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien![3]…Venid, pues, dice Jehovah; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.[4]
¿Qué decides?, ya queda poco tiempo.////
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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