GRANDES INCENDIOS
“Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.” (Santiago 3.5–6, NVI)
Ya es noticia mundial que la Amazonía está ardiendo. No obstante, la magnitud de los incendios se ha expandido en forma incontrolable en esta región crucial para el planeta, que muchos estados amazónicos como Amazonas y Acre en Brasil se han declarado en emergencia o alerta ambiental.

Las estadísticas mencionan que ya son mas de 74.000 incendios registrados desde enero,[1] de tal forma que Brasil muestra un aumento de incendios forestales de 83% entre enero y agosto comparado con el mismo periodo del año pasado.[2] Con estos datos se puede afirmar que se trata del número de incendios más elevado desde que comenzaron a tomarse registros en 2013.
Asimismo, esta trágica realidad ha hecho que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ordene el viernes pasado a las Fuerzas Armadas que ayuden a combatir el número récord de incendios forestales que se registran en el país autorizando el despliegue de soldados en reservas naturales, tierras indígenas y áreas fronterizas de la región para luchar contra el fuego.
Sin embargo, los incendios de la Amazonía no se han limitado a Brasil, también afectan las regiones amazónicas de Bolivia, Paraguay Perú.
Frente a esta desgracia ambiental, estas preguntas han cobrado relevancia: ¿Cómo se llegó a esta situación en la región? ¿Qué dio origen a estos múltiples incendios que ya preocupan a los gobiernos de todo el mundo?

La primera respuesta oficial del gobierno brasileño fue atribuir como la causa principal de estos incendios forestales a la temporada seca. No obstante, según el INPE, «no hay nada anormal en torno al clima o las precipitaciones en la región amazónica este año, que están solo un poco por debajo del promedio».[3] Es decir, si bien la estación seca crea las condiciones favorables para el uso y la propagación del fuego, «iniciar un incendio es el trabajo de los humanos, ya sea de forma deliberada o por accidente».[4]
Es sabido que los incendios son iniciados por agricultores y campesinos, que utilizan a las llamas como herramienta para despejar un área que primero talan, para crear espacio para sus animales y plantas. Estos espacios despejados se utilizan normalmente en esta región para criar ganado y cultivar soja. Con razón, el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía, conocido por sus siglas, IPAM, menciona que el alarmante aumento en los incendios de la Amazonía brasileña se debe gran parte al avance de la deforestación y no a la temporada seca.
Del mismo modo, en Bolivia, la activista ambiental Jhanisse Daza dijo “que un decreto del gobierno aprobado en julio permitió a los ganaderos provocar incendios para expandirse en tierras forestales”.[5]

Entonces, es una realidad que el propio ser humano es el causante de estos feroces incendios que están destruyendo miles de héctareas de bosques, matando la fauna y flora de este parte del mundo que es considerada el “pulmón” mas importante del planeta.
De la misma forma, el hombre es el causante de otros grandes incendios cuyo epicentro no son los bosques llenos de vida sustentable, sino los mismos seres humanos. Y estos incendios arrasan y destruyen los corazones, matando la esperanza, la fe, la paz, el amor y la alegría.
Estos incendios empiezan en la boca del ser humano, su lengua es como una chispa que encuentra un buen material inflamable en la maldad de este mundo, entonces el fuego crece y se expande fácilmente. Esas chispas representan las ofensas, las palabras de desánimo, las mentiras, las bromas, los “doble sentido” y todo comentario cuyo fin no es bendecir, animar ni elevar la estima. Entonces el fuego se inicia en una chispa hasta tornarse incontrolable, donde el ser humano empieza a morir envuelto en llamas de una vida confundida, dudando de sus propias capacidades, sintiéndose inferior y de menor valía, considerándose indigno de ser amado ni respetado.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, que de nuestra boca no salga una chispa de maldad que encienda grandes incendios, porque existen personas que “afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas”,[6] y como serpientes “afilan su lengua…¡veneno de víbora hay en sus labios!”.[7]

Por el contrario refrenemos nuestra “lengua de hablar el mal y nuestros labios de proferir engaños”,[8] y esto es posible al valorar este razonamiento de vida: “Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce”.[9]
Este razonamiento es simple pero vital: mientras el mundo de maldad y sus prácticas sean prioridades en nuestra experiencia diaria, su influencia encenderá nuestras bocas e inflamarán nuestras lenguas con chispas del mal, “en cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera”.[10]
Una boca cuya vida está en conexión al cielo, bebiendo del amor redentor de Dios, sometiéndose cada día al poder quebrantador de su gracia, solo tiene palabras de bendición y esperanza. ¿Qué piensas?//////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49448825
[2]Según datos del INPE (siglas en portugués del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil),
[3]https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49448825
[4]Ibíd.
[5]Ibíd.
[6]Salmos 64.3
[7]Salmos 104.3
[8]Salmos 34.13
[9]Santiago 3.12
[10]Santiago 3.17