¡GRACIAS!

El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.” (Salmos 28:7, NVI)

Hace algunas semanas atrás, despedía a las personas que habían participado en un servicio religioso conmigo, cuando una de ellas me abordó y me dijo algo: “Hoy entendí y sentí una gran diferencia entre un seguidor de Jesús y uno que no lo es”. Mi inquietud fue natural: “¿cuál es la diferencia? Mientras le prestaba atención me dijo esto: “Toda mi vida  he ido de precipicio en precipicio, de caída en caída. Probaba tantas cosas para encontrar tranquilidad y vivir confiado, pero nada resultaba. Dormir era un problema, despertar era peor. La vida era pesada y ya no la quería. Hoy acepté a Jesús y fue como liberarme del miedo y la angustia. Conocerlo ha sido entrar en una dimensión de paz y esperanza, y aunque las circunstancias puedan ser las mismas, yo soy otra persona. Por ejemplo, ahora mismo estoy frente a un precipicio, parece que no hay mas alternativa que caer, pero voy a regresar a casa y dormir plácidamente, porque ya no tengo miedo, tengo paz, mi Salvador lo tiene todo bajo control, Él me sujeta y no voy a caer. Y aun si cayera, sus manos estarán allí para sostenerme. Por eso mi corazón solo puede tener palabras de agradecimiento y reconocimiento. Gracias Señor, gracias mi Dios”.

Mientras escuchaba las palabras de agradecimientos y adoración de esa persona, me vino a la mente las palabras de gratitud que tuvo una gobernante hacia un extranjero, que salvó la vida a una de sus compatriotas y la libró de la muerte.

La noticia dice que Michelle Bachelet, la presidenta de Chile, hoy recibió y congratuló en el Palacio La Moneda al «héroe» haitiano que salvó el domingo a una mujer que cayó desde un noveno piso en un barrio de Santiago.[1]

Richard Joseph, un haitiano que vive hace tres años en Chile, protagonizó «un acto heroico, donde arriesgó su vida para salvar a una mujer que intentó suicidarse», señaló la mandataria, tras la reunión en la sede del Ejecutivo. «Él es un ejemplo de solidaridad, entrega, y nos da una lección que debiera servirnos a todos: en vez de la indiferencia, él se involucró y actuó para ayudar», añadió la jefa de Estado.

No le faltaba razones para admirar y agradecer a este hombre, porque ese día casi trágico, Richard se dirigía al mismo edificio a reunirse con unos amigos, y cuando llegó  vio a varias  personas que miraban hacia arriba y escuchaba gritos de ‘no te tires’. Él también miró hacia arriba y vio a una mujer que tenía la intención de tirarse al vacío. Miró alrededor para ver quien trataba de ayudar, pero solo vio a personas que sacaban sus celulares y grababan, como es común hacerlo, para subirlo después a una red social.

Este extranjero, muy ajeno a la insensibilidad de los compatriotas de esa mujer en desgracia, empezó a pensar en como ayudarla. Mientras decidía que hacer un pensamiento lo invadió: “Si nadie la puede ayudar desde arriba, entonces abajo la podemos parar». Y se alistó.

Aunque según los testigos la mujer luchaba por sostenerse de los barrotes del balcón, finalmente cayó al vacío. Pero abajo estaba Richard, con los brazos abiertos. Él mismo lo cuenta así: «No pensé que era peligroso para mí. Me concentré y cuando ella llegó a mis brazos me doblé el tobillo y la rodilla y nos caímos al piso. Cuando la miré pensé que no había logrado nada, porque le salía sangre de su boca y no respiraba, pero a los tres minutos ella recuperó el aliento».[2] La mujer fue llevada de emergencia a un hospital, y está viva porque este extranjero se propuso salvarla la vida.

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, la Biblia dice que un extranjero llegó ha este mundo, los habitantes vivían en maldad, angustias y miedo, mientras que la indiferencia de los que decían servir a Jehová era la mejor alternativa que hacía que los ojos miren para otro lado, y la insensibilidad la salida frente al sufrimiento de los demás. Pero aquí en esta Tierra, el extranjero enseñó que había esperanza, y la vida era para vivirla en paz y alegría. Pero fue en un cerro llamado La Calavera, que este extranjero aseguró que a quién lo siguiera tendría vida, pero en abundancia. Allí clavado en la cruz confirmó que la paz que entregaría a sus seguidores, sería una paz diferente a como el  mundo la ofrecía, efímera y lejana. La mujer samaritana en el pozo de Jacob a las afueras de Sicar,[3] es la mejor testigo de lo que digo, porque Jesús le enseñó que así como el agua del pozo que ella sacaba para saciar la sed, solo podía saciarla por poco tiempo, Él tenía otra gua que la saciaría para siempre. Hasta el día de hoy, la súplica de la samaritana se escucha en todos lados: “Dame esa agua”, “estoy cansada de vivir corriendo, intranquila y con miedo… quiero dormir y levantarme en paz… te acepto como mi Dios y Salvador”

vlcsnap-2015-05-18-11h17m09s154Es oportuno hoy, que reconozcamos que Jesús, el extranjero que vino a esta Tierra, es el Salvador y Sustentador de todas las cosas, por “él vivimos, nos movemos y existimos”.[4] Nuestra gratitud y adoración a nuestro Dios, que nos libró, nos libra y nos librará de los pozos profundos, de las caídas inminentes, de los tropiezos seguros. Porque solamente un seguidor de Jesús, puede decir al llegar a su cama cada noche: “En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, SEÑOR, me haces vivir confiado”.[5]

No esperemos que los de afuera sean mas agradecidos y serviciales que nosotros que conocemos a la Fuente de toda gracia, por eso no nos cansemos de decir: ¡Gracias Señor, gracias mi Dios!!! y sigamos en la acción de salvar a los demás./////////.

firma 2017 1

Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…

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[1]https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/chile-heroe-haitiano-salvo-mujer-cayo-piso-nueve-noticia-475794

[2]Ibid.

[3]Juan 4.1-30

[4]Hechos 17.28

[5]Salmos 4.8

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