FELICES (viernes 02 de marzo de 2012)

“Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, y tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo: ‘Dichosos… Dichosos…’ ” (Mateo 5:1-3,4 NVI)

Hace pocos años atrás se estrenó una película titulada: “En busca de la felicidad” («The pursuit of happyness», en inglés), una producción estadounidense dirigida por Gabriele Muccino y protagonizada por Will Smith y su hijo Jaden.[1] Lo comento porque el título es bastante sugestivo y resalta la búsqueda insaciable de todo ser humano: “La felicidad”. No existe persona normal en esta tierra que no desee fervientemente ser feliz. Todas las acciones que emprendemos tienen objetivos diversos, pero el fin supremo es encontrar felicidad.

Un concepto general de felicidad estipula que “es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría”.[2] Recuerdo que en una clase, pregunté qué pensaban sobre la felicidad y una alumna replicó esto: «Es un momento de gozo, paz y que no deseamos que acabe nunca”.

Sin embargo, los conceptos pueden ser varios y las apreciaciones diversas, lo seguro es que las definiciones quedan en un segundo plano, porque lo primordial es saber cómo encontrarlo, porque estoy seguro que tú yo estamos “en busca de la felicidad”. Tú ¿ya lo encontraste?, ¿todavía no?, ¿no estás seguro?, entonces te invito a encontrarlo, subamos la montaña.

El “libro de la felicidad”, menciona que Jesús subió a la montaña, se sentó y tomando La Palabra enseñaba a sus discípulos, este detalle es importante, porque enseñamos de lo que aprendemos, ya que nadie enseña de lo que no sabe. No obstante entra en escena otro detalle que no podemos dejar pasar. Allí en la montaña, de los labios de Jesús, salió una luz que ilumina el firmamento de la vivencia humana: “dichosos…”. Esta palabra viene del griego “makarios”, que otras versiones lo traducen como bienaventurados, pero esta palabra también puede ser traducido como “bendecido” y “feliz”.

“Bendecido” y “feliz” el que sube a la montaña, se sienta y se fortalece con La Palabra de Dios. Bendecido y feliz, el que comprende que en la presencia de Dios cada día y en obediencia a su Palabra se abre la puerta que te lleva a la felicidad genuina y duradera. Bendecido y feliz el que busca en Cristo la paz y el gozo que el mundo no puede dar.

Mi amigo(a) ¿estás buscando la felicidad?, entonces comienza cada día en la montaña, ponte las sandalias de los discípulos, sube la pendiente, acomódate bien y bebe de la fuente de la felicidad, que apaga para siempre toda sed de venganza, odio, maldad, pecado y miseria. Cristo es la fuente de toda felicidad, y su Palabra la garantía que puede ser por siempre.

El rey David, conoció la montaña por eso escribió: “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida”.[3] No salgas de casa, sin subir la montaña, allí se encuentra la fuente de la felicidad.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] La película se estrenó en 2006 y está basada en la historia real de Chris Gardner.

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Felicidad

[3] Salmos 42:1,2 NVI

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