FAVORITOS DE QUIÉN NOS DIÓ LA VIDA
“Pueden ser sesenta las reinas, ochenta las concubinas e innumerables las vírgenes, pero una sola es mi palomita preciosa, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida…” (Cantares 6:8-9 NVI)
Hace seis años, miraba tras un vidrio, a una frágil niña que luchaba por su vida. No podía entender porque ella tenía que estar conectada a mangueras y agujas filudas. Su nacimiento prematuro, su poco peso y un corazoncito débil no eran buena señal de sobrevivencia. Allí parado, me sentía un hombre derrotado, porque yo era el padre, ella me tenía a mí, y yo no podía hacer nada. Dolía el corazón, con un dolor que solamente los padres podemos entender.
Todo allí contrastaba con el “sobrenombre” que mi hijo mayor le había puesto: “Roca”. Aunque ese nombre me daba esperanza, porque teníamos una Roca en quién podíamos esperar, y una “roquita” que ya había salido de otras dificultades, como soportar meses atrás contra todo pronóstico, el veneno de una anestesia general. Y la Roca mayor actúo, y a pesar que otro pacientito dejó de luchar, esa nenita estaba empeñada en hacer gala de su “sobrenombre”: “La Roca”, y sobrevivió a todo. Por eso la firmé cómo “Rubí”, piedra preciosa, muy resistente y tremendamente bella.
Sin embargo, no pudo dejar lo medicamentos, porque le detectaron un problema al corazón. Y la batalla por su vida debía continuar. Pero la Roca siguió dando pelea, no podía rendirse fácilmente. Han pasado seis años, y cada noche que voy a la habitación de “mi palomita preciosa” es una emoción verla dormir plácidamente, porque si todavía está allí, es porque debe ser “la favorita de quién le dio la vida”, la Roca Mayor, porque “El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!”.[1]
Una de las primeras palabras que aprendió hablar “mi palomita preciosa” fue “pinchas”, en referencia a las inyecciones dolorosas que tenían que aplicarle. Y todo se complicó cuando las “pinchas” fueron más seguidas y más constantes por la cirugía y el tratamiento al corazón. Definitivamente ella le tenía un terror a las agujas. Mi corazón seguía doliendo y los temores también. Un día, hace tres años atrás, mientras la niña lloraba por “una pincha más”, al verme entrar a la habitación, corrió a mí y con su sencillo lenguaje me dijo: “papito, no más pinchas, no más pinchas”. Abracé su frágil cuerpecito y le dije: “mi palomita preciosa, no más pinchas, no más pinchas”. Esa noche fui a mi cuarto, y levanté la vista hacia La Roca, porque de allí viene mi socorro, y le dije: “Señor no más pinchas, no más pinchas”. Hoy cumple seis años, está con nosotros y cuando la desperté muy de mañana le dije al oído: “no más pinchas, no más pinchas”.
Mi amigo(a), lo que te conté es una parte de mi historia, tú también tienes tu historia, y en ella seguramente debe haber dolor, frustraciones y alegrías, pero no me gustaría que tu historia pase sin que cada día recuerdes que eres el favorito(a) del Señor, Él te ve cómo un palomito(a) hermoso(a), por ti dio la vida y por ti está presto a actuar y dar el socorro oportuno. Si recuerdas esta verdad, entonces tu historia estará lleno de agradecimientos a la Roca Mayor que te sustenta y te motiva a seguir peleando tus batallas. ¡Alabanzas a quién nos dio la vida!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
Ubícame en mi página web: www.poder1844.org
[1] Salmos 18:2 NVI
Gracias por compartir este hermoso testimonio. Tengo 2 pequeñitas, gracias a Dios, por que una vez más agradezco tenerlas, por que El Señor nos las dio.