ES LA VERDAD
“Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17.17 NVI)
Un amigo sincero, habitante de estas épocas postmodernas, me hizo las siguientes preguntas: “La Biblia ¿todavía es verdad?; por estos días donde la ciencia lo explica todo ¿podemos seguir confiando en la veracidad de Las Escrituras?”. Buenas preguntas que no podemos pasar por alto, ni debemos minimizarlas al pensar que son cuestionamientos de los incrédulos, porque estas dudas ya pasaron las fronteras de nuestras iglesias, se pasean en nuestros cultos y conviven con nuestras actividades cristianas. No está por demás resaltar el hecho que este amigo es un cristiano de nacimiento, un líder espiritual respetado y admirado en su iglesia.
Mientras la conversación se ponía interesante, cuestioné a mi interlocutor sobre su participación activa en las actividades religiosas, en sus convincentes mensajes y en su denuedo por promover el crecimiento de su iglesia, a lo que contestó sin pensarlo mucho: “¿Qué más podría hacer los fines de semana?, ya me acostumbré a esta vida, ya conozco el terreno en el que me muevo, además disfruto lo que hago y lo hago bien”.
Al cuestionamiento de la autoridad de la Biblia, lo acompañan otras que deberíamos considerar: ¿Cuál es el lugar de la Biblia hoy y cuál será en los próximos años? ¿Será definitivamente defenestrada del dominio público en aras de la post-modernidad? ¿Será reducida al papel de oscuro manual manipulado por los fundamentalistas y fanáticos de la religión? ¿Se limitará su esfera de influencia académica a los cursos de literatura comparada en la universidad? ¿Será capaz de mantener, en el futuro, su status como revelación de Dios?
Cuando bueno es leer este versículo, que puede ser el inicio de la búsqueda de respuestas que satisfagan la curiosidad sincera, pero que en un primer momento nos anima a seguir confiando en La Escrituras como verdad de Dios: “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.[1] Entonces la puerta de respuestas está abierta, tenemos que recorrerla y encontrar la libertad al pesado yugo de pensar que vamos por la ruta equivocada, de confiar que la Mano que nos toma conoce el camino, y que con su guía nuestro pie no va a tropezar.
Los cristianos de estos tiempos postmodernos no tienen solo el consejo de estudiar Las Escrituras, sino la obligación de hacerlo, comparándola con la experiencia humana y los acontecimientos que rodean el transcurrir de la historia, de esta forma la Verdad se abrirá paso como el sol en el amanecer. “Si la mente se dedica a la tarea de estudiar la Biblia, la comprensión se fortalece y se perfeccionan las facultades del raciocinio. Con el estudio de las Escrituras, la mente se expande y se equilibra más que si se dedicara a obtener información de libros que no tienen relación con la Biblia”.[2]
La búsqueda de la Verdad, descansa segura en hechos inobjetables que marcan la ruta segura a la libertad, puesto que la “Biblia representa, sin duda, el summum de la literatura universal. Es el libro por antonomasia: el más traducido, el más vendido, el más leído, el más estudiado, el más admirado y el más criticado. Fuente de fe durante milenios para un número incontable de personas, incluso hasta el día de hoy, la Biblia, que inauguró la era moderna de la página impresa, es el libro que más ha influido en nuestra cultura y que más decisivamente ha marcado nuestra manera de pensar”.[3] Entonces el inicio del camino está trazado, solo falta adentrarnos más, para encontrar respuestas de vida y esperanza.
Mi amigo (a), la “Biblia debiera ser la norma de cada una de nuestras doctrinas. Debiéramos estudiarla con reverencia. No debiéramos recibir opinión alguna sin antes compararla con las Escrituras. En asuntos de fe es la autoridad divina y suprema”,[4] porque “no hay certidumbre de que nuestra doctrina sea correcta y libre de error a menos que diariamente cumplamos la voluntad de Dios. Si hacemos su voluntad, conoceremos la doctrina. Veremos la verdad en toda su belleza. La aceptaremos con reverencia y santo temor y así podremos presentar a otros lo que sabemos que es verdad”.[5] Te invito a continuar en este recorrido, vamos juntos a descubrir porque podríamos decir seguros: ¡tu Palabra es la verdad! /////.
Desde mi rincón de poder…y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] Juan 8:32 NVI
[2] Consejos para los maestros, 437.
[3] S. Stuart Park, La Biblia: Un Libro Para La Post-Modernidad (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1988), 2.
[4] El Cristo triunfante, 333.
[5] Ibid.