¿ENTIENDES? (parte 1)
“¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?”… Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.” (Isaías 53.1, 6–7, NVI)
Hay situaciones o acontecimientos que requieren más tiempo para asimilar y entender. Como en el caso de Jeffrey Brasher, de 50 años y su único hijo varón, Austin, de 22, quienes murieron en un accidente automovilístico. Quizás este lamentable hecho solo podría servir para las estadísticas de accidentes en las carreteras, sino fuera porque padre e hijo no venían en el mismo auto. Chocaron uno contra el otro.[1]
Cómo dijeron los expertos en la materia de seguridad vial, las probabilidades de que ocurra una tragedia así parecen casi nulas. ¿Cómo se explica que el padre iba en la misma carretera de su hijo y que ambos hayan chocado entre sí? Quizás el comentario de la hermana de Jeff -como le decían todos- y tía de Austin, Pam Dennis, muestra la incertidumbre y la extrañez de este suceso: “nadie fuera de las personas que ya no están con nosotros sabe exactamente lo que pasó”.
Lo que sabe es que Jeffrey (el papá) murió en el acto y su hijo Austin, falleció en el hospital unas horas más tarde. También se sabe que Jeff era un distribuidor de pan. Ese sábado se levantó de madrugada, como lo hacía siempre, para viajar desde su pueblo rural, Bankston, hasta una panadería en la cercana Winfield. Tras conducir su camioneta Ford de 2006 una media hora tomó la carretera 49, una vía de dos carriles con varias curvas y pocas luces.
En tanto, Austin, un graduado de una facultad de tecnología que trabajaba como maquinista, volvía por la misma carretera de una fiesta con amigos en su camioneta Chevrolet de 2004.[2]
Asimismo, se conjetura que quizás como era madrugada la luz era débil, además era una zona de curvas, el papá perdió el control de su auto. Por otro lado, se especula que el hijo había dormido poco por la fiesta que participó y que había ingerido alcohol, y en ese estado era muy probable que le pasara algo. En fin, en los alrededores de Alabama, donde sucedió el accidente, la gente comenta sobre las circunstancias que pudieron desencadenar este accidente, no obstante, nadie entiende como eso pudo ocurrir, como padre e hijo pudieron coincidir en esa carretera y chocar entre ellos.
Esa misma confusión tenían los judíos al tratar de entender el sacrificio de Cristo. Sabían que algo así debía ocurrir, que un Salvador vendría a rescatarlos, que debía ser sacrificado, asimismo eran expertos estudiando los fenómenos y las situaciones extrañas de los tiempos, pero no podían asimilar, ni entender el papel de Jesús y su relación con Dios, su padre. Con razón el mismo Jesús dice esto de ellos: “¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo actual?”.[3]
La pregunta se extiende hacia nosotros: ¿sabemos interpretar los tiempos actuales y el plan de salvación?, ¿entendemos la relación de Dios Padre con Jesucristo y las razones de su muerte en la cruz?, ¿este sacrificio era necesario y debe significar algo para nosotros?
Empiezo por responder la última pregunta, pero en palabras de Manser: “La muerte de Jesucristo en la cruz es de suma importancia para el NT. A través de la muerte fiel y obediente de Cristo, Dios concede perdón y vida eterna a los pecadores. Los sacramentos cristianos como el bautismo y la cena del Señor se concentran en la muerte de Jesús”.[4] Es decir, el sacrificio de Cristo cumple un rol protagónico e insustituible en la experiencia de salvación del ser humano. No obstante, queda pendiente la explicación de su muerte y la relación del Padre frente a ese suceso. La Biblia nos permite entender algunas cosas, lo suficiente como para comprenderlo y asimilarlo.
La Tierra y todo lo que en ella existe tienen un origen en Dios, Él la creó buena y perfecta. Las Escrituras dicen: “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno”.[5] Esa evaluación divina, giraba en base a que todos los componentes de funcionamiento de la realidad humana estaban libres de corrupción y degradación, y se sostenían en la voluntad soberana de su Creador.
Sin embargo, el ser humano, cabeza de la creación, y dotado de libertad de elección, prefirió dejar a un lado la recomendación de Dios, referente a no comer del árbol que se encontraba en medio del jardín, porque la mujer, viendo “que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió”.[6] El problema de esto, muy aparte de otras consecuencias irreversibles, era que el hombre dejó de creer en su Creador, dudó de su Palabra y desobedeció una orden explícita, de la cual dependía su estabilidad y sobrevivencia. Esta acción cortó la inmunidad y protección sobre el pecado, dejando que esta se instalara en el entorno humano, que cómo oxido comenzó a degradar el metal.
Por consecuencia, el ser humano creado para no conocer el dolor, las lágrimas y la muerte, pasó a ser un ser frágil y mortal, porque la ley era clara: “Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”.[7] ¡Sí, el que peca debe morir! La paga del pecado es la muerte. El hombre no tenía, ni tiene alternativa, está sujeto a pagar su deuda, porque el pecado lo demandaba y la ley de Dios lo exigía.
Con razón esta cita es enfática: “La ley que fué dada al hombre en el Edén está registrada juntamente con la penalidad que la acompañaría en caso de que fuese desobedecida. Luego sigue la historia de la tentación y la caída, y el castigo infligido a nuestros padres cuando cayeron. Su ejemplo nos es dado como advertencia en lo que respecta a la desobediencia, a fin de que sepamos con seguridad que la paga del pecado es la muerte, que la justicia retributiva de Dios no se elude, y que él exige de los seres que ha creado una estricta obediencia a sus mandamientos”.[8]
Y este tema es tan complejo que hasta tratar de simplificarlo en pocas palabras resulta hasta atrevido, porque “deberíamos considerar que Cristo no vino al mundo únicamente para realizar la redención del hombre; no vino solamente para que los habitantes de este pequeño mundo considerasen la ley de Dios como debía considerarse; sino que vino para demostrar a todos los mundos que la ley de Dios es inmutable y que la paga del pecado es muerte. Este tema es mucho más amplio de lo que podemos captar a primera vista. Ojalá que todos vieran la importancia de estudiar cuidadosamente las Escrituras. Pareciera que muchos creen que este mundo y las mansiones celestiales constituyen el universo de Dios. No es así. La hueste de los redimidos irá de mundo en mundo, y buena parte de su tiempo lo empleará en investigar los misterios de la redención. Y durante toda la eternidad, este tema ocupará continuamente su intelecto”.[9]
Mi compañero(a) de fe, debemos seguir con la explicación para tratar de entender el sacrificio de Jesús, aunque esto resulte una tarea que no comprenderemos a plenitud. No obstante, por lo que ya he escrito hasta acá, hay bastante para meditar. Esto debe continuar. ///////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://www.bbc.com/mundo/noticias-39047124
[2]Ibid.
[3]Lucas 12.56 NVI
[4]M. H. Manser, Diccionario de temas bíblicos, ed. Guillermo Powell (Bellingham, WA: Software Bíblico Logos, 2012).
[5]Génesis 1.31 NVI
[6]Génesis 3.6-7 NVI
[7]Romanos 6.23 NVI
[8]Elena de White, Joyas de los Testimonios, Tomo 1, 438.
[9]Elena de White, A fin de conocerle, 365.