EL MEJOR TESORO (jueves 24 de noviembre de 2011)
“Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno»” (Salmos 16:2 NVI)
Poseer riquezas es uno de los objetivos mayores en esta tierra. Con tal de obtenerlas, la gente sale temprano y se acuesta tarde, arriesga su salud, su tiempo y hasta su vida. Cuando hablamos de riquezas entendemos que es la abundancia de recursos validables, posesiones materiales o el control de tales activos, que tanto añoramos los mortales.
Negar que nos gustaría administrar a nuestro favor grandes riquezas, no sería tan real, porque pensamos que a través de ellos podríamos tener una mejor calidad de vida. Por otro lado, muchas personas hacen hasta acciones incorrectas con tal de tener más riquezas, y ni la integridad física de las demás personas les importa con tal de obtener lo que lograr más bienes y más dinero. Además, la gente anda estresada, porque no existe lugar seguro en el mundo donde se puedan guardar tantas riquezas, y que los ladrones no lo encuentren. ¡Así vive el mundo, embriaga del oro y muchas posesiones, y sobresaltada por no saber dónde esconderlo!
Sin embargo, la Biblia nos presenta otro panorama, que desubica al mundo y lo deja perplejo. La Palabra de Dios invita a obtener muchos tesoros, pero de los que no se gastan, y a guardarlos en un banco antirrobos y anti inflación: “el banco del cielo”. Lucas lo dice así: “Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya”.[1] Asimismo, la recomendación de Jesús, de cómo obtener el tesoro celestial es más perturbador: “Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”.[2]
Esto quiere decir que no hay mayor riqueza que la celestial, y mejor custodio que las bóvedas del cielo. El salmista, refiere que esa riqueza se encuentra en el Señor, que en la ilustración del apóstol Mateo es la “perla más preciosa” que existe. Por lo tanto no hay mejor bien, o mayor riqueza que estar en paz con Dios, en tenerlo como aliado y socio. Al resguardarnos en su presencia nos aseguramos paz, consuelo y esperanza. Los miedos se disipan y los milagros abundan. Y por supuesto, lo más importante es que tenemos la oportunidad de reservar un espacio privilegiado en las mansiones celestiales.
Mi amigo (a), nada puede ser más importante que gozar del compañerismo de Jesús, el mejor bien que podemos buscar, fuera de él todo lo que se obtiene es frío y vacío. Tengamos la convicción de Pablo que dijo: “…todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo”.[3] Él había encontrado en Cristo le tesoro más preciado.
Centremos nuestra vista en el cielo, pidamos la “perla de mayor precio” porque donde tengamos nuestro tesoro allí estará también nuestro corazón.[4]
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…
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