DOS ACCIONES QUE MARCAN LA DIFERENCIA
“—¡Bendito seas, David, hijo mío! —respondió Saúl—. Tú harás grandes cosas, y en todo triunfarás. Luego David siguió su camino, y Saúl regresó a su palacio” (1 Samuel 26:25 NVI)
Si una persona te bendice, además te dice que harás grandes cosas en tu vida y que triunfarás en todo, debe ser porque te conoce bien o porque te aprecia mucho. David, también escuchó palabras de bendición, pero su experiencia resulta paradójica, porque el que se lo dijo fue Saúl, el que deseaba hacerle daño. La historia en 1 Samuel, capítulo 26, narra que “los habitantes de Zif fueron a Guibeá y le dijeron a Saúl: —¿No sabe el rey que David está escondido en el monte de Jaquilá, frente al desierto?”, entonces presurosamente “Saúl se puso en marcha con los tres batallones de hombres escogidos de Israel, y bajó al desierto de Zif en busca de David”.[1] La búsqueda de Saúl a David, no fue para saludarlo, ni desearle lo mejor, sino para acabar con su vida. David mismo afirma las intenciones del rey de Israel, al pedirme que no dejara su sangre regada por el desierto y que él estaba indefenso delante del poderío de la fuerza de sus hombres.[2] El capítulo 24 del mismo libro bíblico, también narra otro intento fallido del rey Saúl de querer lastimar mortalmente a David. Por esa razón suena extraño que Saúl, el enemigo de David, le deseará grandes cosas para su vida y prosperidad en todo. Sin embargo, aunque suene extraño, este incidente puede explicarse razonablemente y la explicación puede ayudarnos a enfrentar a los que desean lastimarnos.
Al revisar todo el capítulo 26 de 1 Samuel, podemos encontrar dos acciones hechas por David, que hicieron que su enemigo, tenga que reconocer su integridad y pronunciar palabras de bendición. Al analizar el comportamiento de David frente a su verdugo, nosotros también podemos aprender el comportamiento de un hijo de Dios cuando tenga que lidiar con alguien que desea su mal. La primera acción de David, está registrada en estos versículos: “—¡No lo mates! —exclamó David—. ¿Quién puede impunemente alzar la mano contra el ungido del SEÑOR? Y añadió: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, que él mismo lo herirá. O le llegará la hora de morir, o caerá en batalla. En cuanto a mí, ¡que el SEÑOR me libre de alzar la mano contra su ungido! Sólo toma la lanza y el jarro de agua que están a su cabecera, y vámonos de aquí”.[3] David había entendido que la voluntad de Dios, está por encima de nuestra voluntad, y que Él actúa a su manera y tiene una agenda, que si bien no conocemos, tenemos que aceptar. Y su agenda dice, en referencia a los que quieren nuestra desgracia: “Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina”.[4] Todos somos hijos de Dios, inclusive los que odian y lastiman, por eso dejemos que Dios corrija el comportamiento de ellos, y Él sabe cuándo y en qué circunstancias. Cuando nos topemos con una persona que quiera nuestro mal, no lo veas como un enemigo, sino cómo un hijo de Dios, inclusive si él que quiera lastimarte, es una autoridad dentro de la iglesia, con mayor razón míralo como un hijo de Dios, y éstos recibirán un pago mayor, porque Dios los puso cómo hermanos mayores.
La segunda acción de David, la podemos encontrar en estos párrafos bíblicos: “—¡He pecado! —exclamó Saúl—. Regresa, David, hijo mío. Ya no voy a hacerte daño. Tú has valorado hoy mi vida; yo, en cambio, me he portado como un necio. David respondió: —Su Majestad, aquí está su lanza. Mande usted a uno de sus criados a recogerla. Que el SEÑOR le pague a cada uno según su rectitud y lealtad, pues hoy él lo había puesto a usted en mis manos, pero yo no me atreví a tocar siquiera al ungido del SEÑOR”.[5] El mundo enseña que debemos adelantarnos a los que quieren hacernos daños, y “golpearlos severamente” para que aprendan la lección. Y si no te adelantas eres un tonto. Sin embargo, el cielo no reacciona como el mundo lo hace, sino todo lo contrario, al mal se debe pagar con bien, y Jesús nos recordó esa reacción, que David ya había aprendido: “Ustedes han oído que se dijo: ʻAma a tu prójimo y odia a tu enemigoʼ. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen”.[6] El hijo de David, también escuchó los consejos de su padre, por eso escribió esto: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber”.[7] El Apóstol Pablo, reafirma la enseñanza de Salomón, además menciona que si seguimos el comportamiento del cielo, los que quieran nuestro mal, reconocerán que nuestro corazón no es como él de ellos, y eso les causará vergüenza: “Antes bien, «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta»”.[8] El que ama y busca el bien de su enemigo, no solamente hace la voluntad de Dios, sino que se transforma en un ser poderoso y bendecido. Hay poder en la vida del hijo de Dios que ama, perdona y hace el bien al que lo lastima, además vive bien y en paz.
Mi amigo (a), dos acciones podemos hacer, para escuchar a nuestro enemigo decir: “te bendigo, y sé qué harás grandes cosas y triunfarás en todo”. Sometámonos a la voluntad de Dios, dejemos que Dios se encargue de sus hijos perversos y siempre busquemos el bien de los que nos maltratan, en esa experiencia entenderemos porque Abraham Lincoln, el mejor presidente de los Estados Unidos, dijo: “Yo destruyo a mis enemigos habiéndolos mis amigos”. Qué el Señor traiga paz a tu corazón atribulado por el miedo y deseos de venganza. ¡Atrévete a seguir los pasos de David! y vive en alegría.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
olas debo seber 1 de samuel 24 gracias si me ayudaren porfis es para mañana y es reflexion porfis diganme la reflexion
Para entender un poco esto definamos que es la voluntad: Es la potestad de dirigir mis actos. Yo decido si son buenos o malos.
La buena voluntad entonces se define como la disposición de hacer siempre el bien a mi prójimo.
A pesar de que sus hombres le insistieron que matara a Saúl y que Dios lo había entregado en su mano, David no lo hizo. Es mas cuando corta el manto de Saúl, su corazón se turba. A David le pareció demasiado. Se arrepintió luego de haberlo hecho. David muestra con su actitud como es que debe proceder un hombre de Dios.
El hombre de Dios no se vale de la ocasión, no se vale de la indefensión de la gente para hacer el mal. El hombre de Dios no se vale de que nadie lo esta viendo para hacer el mal a otro, el hombre de Dios no se vale de su posición de superioridad para hacer el mal, el hombre de Dios no se vale de la ausencia del acusado para juzgarlo, el hombre de Dios no aprovecha el momento para hacer mal. El hombre de Dios se abstiene de hacer el mal.
Tal fue el impacto en David después de haber cortado el manto, que se turbo su corazón. El hombre de Dios se turba cuando tiene así sea un mínimo contacto con la maldad.
David le perdona la vida a Saúl por que en su corazón no albergaba la maldad. Hay que tener en cuenta que a estas alturas ya David había sudo ungido por Samuel y sabia que él iba a ser el sucesor de Saúl y la manera mas fácil y rápida de llegar al trono era matándolo, sin embargo el prefirió esperar el orden natural y divino de las cosas y no aprovechar el momento para llegar mas rápido al trono.
Cuando en el corazón no hay maldad, mi prójimo puede estar tranquilo por que jamás voy a hacerle daño.
Resonancia:
Como nos habla este texto hoy?.
Nosotros como iglesia debemos tener la misma disposición. Como cristianos la actitud y la disposición de hacer siempre el bien debe brotar de manera espontanea y sincera de nuestro corazón.
La tendencia hoy en día es a hacer el mal. Nuestra inclinación es a actuar y a hablar de la manera incorrecta. Tenemos la disposición sobre todo a dañar con nuestra lengua y uno de los males de este siglo es que nada nos satisface, siempre las cosas quedan incompletas, no hay nada que nos llene a plenitud y los pastores y líderes no se escapan a esa situación.
Todos queremos ser complacidos, todos queremos ser reconocidos, todos queremos dirigir la iglesia o no estamos de acuerdo con los nombramientos que se hacen.
Y como no estamos satisfechos, entonces la disposición es la de hablar mal del pastor, del liderazgo y de los hermanos que están en algún ministerio.
Lo anterior muestra que no hemos entendido lo que es la Iglesia, y primero voy a decir lo que no es la Iglesia:
– La Iglesia no es un lugar para ser reconocido, la iglesia no es un lugar de entretenimiento, la iglesia no es un lugar donde me van a complacer en todo, la iglesia no es un lugar para hacer relaciones sociales o para ser popular, la iglesia no es una comunidad donde se compite por el poder.
– La Iglesia fue diseñada por Dios para ser una comunidad de amor en donde sus miembros se ayudan mutuamente en el crecimiento de la fe y el conocimiento de Dios a fin de presentarnos al Señor en su venida como una comunidad sin mancha ni arruga.
– Si entendemos esto entonces nuestra disposición a hacer lo malo va a desaparecer.
La disposición a hacer lo malo muestra que en nuestro corazón hay maldad, que falta ser cambiados, que nos falta arrepentimiento, que hay inmadurez.
Cuando en el corazón no hay maldad, mi prójimo puede estar tranquilo por que jamás voy a hacerle daño.
Preguntémonos: ¿Tenemos disposición a hacer bien al prójimo? O ¿Tenemos disposición a hacer mal al prójimo?. ¿Cuál es nuestra conducta mas frecuente?.
Buenos comentarios, bendiciones…
Explicamos mejor tu pedido
Muy bueno Angie!! El Señor te sigua formando y usando para su Gloria y bendicion de otros! Bendiciones!!!!
Tremenda reflexion hermano Saavedra!!! Fué muy edificante para mi vida estas palabras! El Señor continúe llenando tu boca de Palabra Buena para edificación del cuerpo de Cristo!!! me encantó!!! Bendiciones!