DORMIRÁS EN PAZ
“En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres, me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos” (Job 4:14 R60)
El día de ayer, un fuerte temblor de 7,4 grados de intensidad en la escala de Richter sacudió Guatemala, El Salvador, México y Costa Rica dejando hasta el momento 48 muertos solo en Guatemala. Según los Bomberos Municipales y Voluntarios, al menos 40 casas se desplomaron en San Pedro Sacatepéquez, en el departamento noroccidental de San Marcos, fronterizo con México, y varias personas murieron bajo los escombros. El epicentro del sismo fue localizado en el mar, a 24 kilómetros al suroeste de Champerico, en Guatemala, y a una profundidad de 33 kilómetros, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.[1]
Esta mañana, al revisar las noticias internacionales, leí que en Guatemala, gran parte de los habitantes del departamento de San Marcos, ubicado en la costa occidental de Guatemala y donde el sismo azotó más fuerte, optaron por pasar la noche en las calles por temor al terremoto, a pesar del frío y la oscuridad que dominaban los alrededores. Algunos de los que no podían dormir, ayudaron a los bomberos, que trabajaron durante toda la noche tratando de remover escombros, y de encontrar sobrevivientes o víctimas fatales. Lo reflexivo de esta información es que nosotros tuvimos un descanso reparador, mientras muchas personas en Centroamérica no pudieron conciliar el sueño por temor al fuerte temblor que estremeció sus casas.
Sin embargo, nosotros también, cuantas veces no podemos descansar por temblores fuertes en nuestra vida que estremecen todos nuestros huesos. Job, ya lo sabía por eso escribió: “En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres, me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos”. La angustia es terrible, porque el sismo golpea tan fuerte que parece que todo será arrojado por el suelo. ¿Qué terremoto está golpeando tu vida?, ¿Qué sismo echará tu vida por el suelo?, ¿qué problema está estremeciendo tus huesos? No es posible descansar en paz cuando los temblores se hacen más fuertes. El rey David también fue sacudido por fuertes terremotos, por eso exclamó: “Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal. Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror”.[2] Y con un fuerte suspiro devela su más anhelado deseo: “¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo! Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto”.[3]
Mi amigo (a), ¿Alguna vez te encontraste así como David o Job ?, ¿qué hiciste?; ¿Te encuentras así en este momento? ¿Qué vas hacer? Algunos frente a los temblores, se dejan caer y van contando en regresiva sus últimos momentos de vida; otros, corren desesperados tratando de huir del sismo; y no son pocos, los que añaden al fuerte movimiento una carga de ofensas y maldiciones a su existencia. ¿Qué haces tú?, el mismo rey David nos da una alternativa cuando el terremoto sacude: “Pero yo clamaré a Dios, y el SEÑOR me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha”,[4] porque si encomiendas a Dios tus problemas “él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre”.[5]
Quizás los terremotos, han lastimado todo, te han herido, han dejado cosas rotas y todo por el suelo, pero HOY puedes enfrentar el sismo que sacude tu vida y encontrar paz en esa tormenta, y TODO puede comenzar de nuevo. Clama a Dios, levanta tu rostro caído, sécate las lágrimas, porque la Escritura cuenta que Jesús en medio de una tormenta fatal “se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo”,[6] y ese milagro hoy lo puedes ver. Esta noche, después de mucho tiempo quizás, podrás exclamar como David, cuando encontró calma: “En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, SEÑOR, me haces vivir confiado”.[7] Dios es la esperanza para tus temblores.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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